¿Pagan las mujeres españolas por sexo con otras mujeres?

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Identidad

¿Pagan las mujeres españolas por sexo con otras mujeres?

El sexo de pago en España todavía se percibe como un negocio cuyos consumidores son casi siempre hombres y mayoritariamente heterosexuales, pero poco a poco los tabúes se van quebrando y la forma de pensarlo y consumirlo está cambiando.

Ilustraciones por Mar Estrama

Los roles de género están cambiando. Los clichés que caracterizan a un sexo y al otro parece que están llegando a su fin. Saray, María Isabel y Rosana* son tres chicas que viven en el centro de Madrid y, como a muchas veinteañeras, les gusta salir de marcha fin de semana sí y fin de semana también. Desde hace unos meses frecuentan un conocido club de striptease en pleno corazón madrileño y hace poco me decidí a acompañarlas para ver de primera mano como vivían y disfrutaban de una actividad considerada habitualmente como masculina.

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Las tres jóvenes me reciben con unas pizzas del supermercado de la esquina recién salidas del horno, unas litronas de cerveza y una botella de ginebra barata sobre la mesa. Ninguna de ellas tiene más de 25 años. "La curiosidad y las ganas de experimentar nuevas cosas me llevaron al club de striptease", afirma Saray mientras apura la última calada de un cigarro y, acto seguido, le da un trago a su cerveza. María Isabel sostiene un trozo de pizza carbonara y apoya a Saray: "ir a un club de alterne y ver a chicas bailar en una barra americana me parece un plan divertido para acabar una noche de fiesta". Por su parte, Rosana confiesa que siempre quiere volver a este club de alterne porque "estoy enamorada de una prostituta". Lo que viene siendo una Pretty Woman almodovariana.

Prostitución y legalidad

La prostitución en España no está penada. Sí lo está, en cambio, la prostitución "en zonas de tránsito público, cerca de lugares destinados a su uso por menores (colegios, parques…) o en zonas que puedan generar un riesgo para la seguridad vial". Por otro lado, está penado lucrarse con el negocio sexual. Es decir, ganar dinero porque otra persona ofrezca los servicios sexuales, aunque lo haga de manera voluntaria. Y, por último, la ley también recoge como ilegal la prostitución forzada o coaccionada, el proxenetismo y la prostitución de menores.

Cuando hablamos de prostitución legal, el modelo holandés siempre sale a relucir. ¿Sabíais que la prostitución legal mueve en los Países Bajos más de 2.500 millones de euros cada año? Esto equivale al 0,4% del PIB holandés, superando incluso a la famosa industria quesera de este país. A pesar de su legalización desde el año 2000, la prostitución ilegal supera aún los 500 millones de euros anuales y, según el Ministerio de Seguridad y Justicia de Holanda, es en estos casos donde el abuso, la inseguridad y la insalubridad se dan con mayor frecuencia.

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¿Es la prostitución una explotación machista hacia la mujer? Quizás la solución en España sea adoptar el modelo holandés y, poco a poco, acabar con la parte que ensucia la imagen de esta profesión milenaria. Pero la pregunta es, ¿le interesa al negocio del sexo español que la prostitución se legalice y, por lo tanto, exista un mayor control administrativo sobre la actividad?

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Volvamos a Rosana y su flechazo. La joven recuerda cómo acabaron en el local la primera vez y una de las chicas del club de striptease entabló conversación con ella. Mientras Rosana me cuenta su historia de amor, Saray y María Isabel murmuran al unísono "la chica quería que subieras con ella a su habitación". Rosana se enfada: "no, Laura* no me quería solo por mi dinero".

Saray pone en Spotify "Cuando tú vas", de Chenoa, y María Isabel se levanta a bailar con ella. Mientras tanto, Rosana se pone seria y me cuenta que le gusta ir siempre que puede al club de alterne para ver a Laura y hablar con ella. "Por el momento, no ha pasado nada entre nosotras", asegura Rosana, y bromea con el típico: "la voy a sacar de ahí para darle una vida digna". "¿Crees que Laura no tiene una vida digna por trabajar en un club de striptease y ejercer la prostitución?", le pregunto. Rosana le pega un trago a su gin-tonic y responde: "creo que cada mujer es libre de hacer con su cuerpo lo que quiera y, siempre que sea por su decisión y no por necesidad ni por explotación me parece estupendo, aunque es cierto que es un tema muy delicado y que genera controversia".

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Las mujeres que pagan por sexo

Si aún sigues leyendo, probablemente lo hagas buscando una respuesta a la pregunta que nos hacíamos en el titular. "¿Habéis contratado servicios sexuales por parte de alguna chica del club de striptease?", pregunto a las tres. "No, pero a todas nos han ofrecido subir con ellas a las habitaciones", responde Saray. "A mí me ofrecieron, también, un baile privado", recuerda Rosana. "¿Consumiríais sexo de pago con una prostituta?", les pregunto. María Isabel me dice que "nunca lo he hecho" pero "tampoco estoy completamente cerrada a ello". Por su parte, Saray responde que "a día de hoy pienso que no, pero quién sabe. Quizá, entre amigos y con mucho alcohol u otras sustancias en el cuerpo, podría ser divertido". En el hipotético caso de que esto ocurriese, María Isabel lo haría "siempre con una prostituta que no se encuentre explotada ni en una mala condición" y, además, cree que "las mujeres somos más empáticas en estos casos y nos preocuparíamos más por la situación de la prostituta".

Rosana recuerda que en la época del instituto conoció a una chica que se consideraba cisgénero y homosexual que pagó por mantener sexo con una prostituta, aunque hoy en día se considera hombre transexual y bisexual.

Según una encuesta nacional de salud del año 2009, tan sólo el 0,3% de las mujeres ha pagado al menos una vez por mantener relaciones sexuales. Dentro de este porcentaje, las preferencias del sexo de la persona por la que pagan por acostarse son muy variadas. En el caso de los hombres, la cifra aumenta hasta el 32%. Entre ellos, la gran mayoría recurrieron a una mujer. María Isabel sospecha "que las mujeres que contratan a prostitutas lo hacen para experimentar su sexualidad y satisfacer fetiches más que para satisfacer un deseo sexual más primario, como es el caso de muchos hombres".

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España, a la cabeza en el sexo de pago

Un informe elaborado por la ONU en el año 2008 situaba a España como el tercer país del mundo con la demanda más alta por sexo de pago y el primero de Europa. A pesar de que muchos consideren que la prostitución es el summum de la cosificación de la mujer, los datos reflejan que en nuestro país existen muchas personas a favor de este negocio.

Hace poco una entrevista a Natalia Ferrari rezaba un impactante titular: "Soy prostituta y feminista". La polémica estaba servida a pesar de que Ferrari lleva bastante tiempo defendiendo a capa y espada esa misma postura. ¿Es posible un justo reparto de roles existiendo una industria en la que el cuerpo de la mujer es el objeto de comercio? Natalia Ferrari diferencia entre las mujeres que libremente deciden ser prostitutas y aquellas que son víctimas de la trata. Y esta es, sin lugar a dudas, la gran lacra del negocio del sexo.

"Debería penarse y perseguirse en los casos en los cuales las mujeres se ven obligadas a desempeñar la prostitución de manera obligada y bajo vejaciones y abusos", opina María Isabel, y añade "pero creo que también deberíamos respetar a las mujeres que lo eligen libremente como profesión y estilo de vida". Saray cree que la prostitución "no es denigrante si la mujer es consciente de que está 'vendiendo' su cuerpo, porque somos libres de decidir qué hacemos con nuestro cuerpo y nuestro sexo".

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Acabamos de un trago nuestras bebidas y nos ponemos nuestros abrigos antes de salir a la calle. Nos encontramos en el epicentro de la gentrificación madrileña. Malasaña, barrio en el que conviven prostitutas a pie de calle, progresistas, Esperanza Aguirre, Alaska y Mario Vaquerizo.

Toda una variada fauna conviviendo en ¿paz y armonía? Cruzamos la popularmente conocida como plaza de la Luna y, apenas cinco minutos después, ya podemos apreciar el cartel luminoso del club de striptease y alterne. "Podéis entrar siempre y cuando no hagáis la competencia a nuestras chicas, ¿de acuerdo?", les recuerda el vigilante de seguridad a la entrada del local. "Nos lo recuerda siempre", me aclara Saray.

La clientela de los clubs de alterne

Una vez dentro, me sorprendo con la media de edad que se intuye de la clientela. "Siempre venimos los viernes o sábados por la noche, por lo que no sé si el tipo de gente cambiará el resto de días de semana, pero lo cierto es que normalmente suelen ser grupos de chicos de entre 18 y 24 años", me dice Rosana. Según las estadísticas, cada vez es más normal pagar por sexo entre los jóvenes españoles. Aunque al contrario de lo que se podría pensar, su objetivo es cubrir más una satisfacción emocional que sexual.

Nos pedimos una copa cada uno y tomamos asiento frente a una barra americana, sobre la que presumiblemente se subirá una chica a bailar. En apenas unos minutos, una chica semidesnuda se agarra al a barra americana y comienza su actuación. Veo como Saray, María Isabel y Rosana se lo están pasando bien y animan a la chica. María Isabel se emociona y se sube a bailar junto a la chica, pero el vigilante de seguridad se abalanza rápidamente sobre ella y la baja de ahí recordándole el aviso: "ya te he dicho que no podéis hacer competencia". María Isabel se disculpa y vuelve a tomar asiento entre las carcajadas de Saray y Rosana.

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Miro a mi alrededor en busca de alguna otra mujer que no esté trabajando, y no veo a ninguna. "Una vez vimos entrar a dos chicas jóvenes, pero parecían desorientadas y se fueron a los cinco minutos, así que creo que se habían confundido de local", afirma Saray, quien cree que esto ocurre porque "en un prostíbulo una prostituta siempre va a estar a merced de cualquier hombre y, por no ser algo habitual, es muy probable que no llegue ni a ofrecer sus servicios a una mujer". Esto no ocurre en el caso de los hombres homosexuales, para los que "hay prostíbulos situados en pleno centro de Madrid y, además, es fácil ver a chaperos en cualquier bar de Chueca".

Avanza la noche al ritmo del striptease de las chicas y la música electrónica que para mi grata sorpresa se escucha en el club. De pronto, aparece Laura, y Rosana sonríe más que nunca. Ambas se ponen a hablar ante la atenta mirada de Saray y María Isabel. Laura le hace un gesto con la mano a Rosana para que la siga, se da media vuelta y se dirige a las escaleras que llevan a la planta de arriba, en la que se encuentran las habitaciones donde las prostitutas ejercen las labores sexuales.

"Sí, la planta de arriba es donde se encuentran las habitaciones. La primera vez que vine aquí me confundí y subí arriba creyendo que estarían los baños", recuerda entre risas María Isabel. Saray le recuerda a Rosana que el club ya está a punto de cerrar, y Rosana, con el rostro triste, se despide de Laura desde la lejanía. La noche ha terminado. De vuelta a nuestras casas, les pregunto si creen que va a crecer la demanda de sexo de pago entre mujeres. "Creo que sí, pero sólo si las condiciones de las trabajadoras mejoran y sus servicios y mentalidades se adaptan a los deseos de este nuevo público", contesta María Isabel. Saray está de acuerdo porque "somos una sociedad cada vez más abierta sexualmente" y está segura de que "si hubiese sitios para chicas como hay tanto para hombres heterosexuales como homosexuales, las mujeres irían".

¿Por qué seguimos estigmatizando a quienes van a clubes de alterne, prostitutas y actrices porno? ¿Podrían ser las consumidoras, las prostitutas y las actrices porno feministas tengan la clave para hacer evolucionar el negocio del sexo de la mano de una sociedad moderna?

*Se han cambiado los nombres.