Cachondeo y sueños imposibles: así es la gente que canta en los karaokes de Madrid

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Cachondeo y sueños imposibles: así es la gente que canta en los karaokes de Madrid

Visitamos tres templos de la música enlatada y las voces no profesionales.

Ahora todo el mundo quiere ser cocinero. La culpa es, cómo no, de los talent shows para buscar a nuevos cocineros estrella, de las pesadillas en las cocinas más mugrientas del país que sufre Chicote y de la moda de ser "foodie".

Nuestra obsesión por la comida es muy de ahora, pero hubo un tiempo en el que en España lo que quería ser todo el mundo era cantante. Lógico, si tipos como Bisbal, Bustamante o Rosa de España eran capaces de grabar discos, venderlos y hacer giras que los llevaban a conocer pueblos de menos de 100 habitantes, por qué no ibas a ser tú una jodida estrella de la canción.

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Solo se trataba de sacar el talento que derrochabas bajo la ducha y hacerlo público, demostrar que del bolero al rock no se te escapaba ningún registro. Pero todo eso acabó y ahora los karaokes se han convertido en el refugio legal de todas aquellas estrellas frustradas.

Los karaokes son un lugar de encuentro donde se pierde, entre otras cosas, el sentido del ridículo y donde si un colega te dice "canta" a la primera le mandas a la mierda, a la segunda miras disimuladamente la sucia y plastificada lista de canciones y a la tercera no te has dado ni cuenta y ya estás dándole a "Mi gran noche" de Raphael, con un intento de coreografía digna de un presidente del Gobierno en una fiesta loca. Y todos a una a hacer los coros, como buenos colegas.

Hemos salido estas navidades a dar una vuelta por tres de los karaokes más míticos de la noche madrileña. Tres locales que cuelgan habitualmente el cartel de "aforo completo" y donde se dan citas voces privilegiadas y otras que lo son mucho menos, pero a las que se les perdona todo, porque le echan una cantidad proporcional de voluntad a su falta de talento. Éstas son las gentes que cada noche se convierten en estrellas anónimas de la canción. Y si nunca has pisado un karaoke, estás perdiendo el tiempo.