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La tierra murió gritando

Los partidos verdes están marchitos

Parece que la tibieza de los políticos verdes en el mundo es una tendencia global.

Pese a un par de contadas excepciones, el Partido Verde colombiano no ha sido más que otro club de políticos al que se suben o se bajan muchos oportunistas para llegar a ocupar sus pequeños tronos. Pero no se depriman: parece que la tibieza de los políticos verdes en el mundo es una tendencia global.

MÉXICO

¿Cómo puedes ahogar a un león de circo? El Partido Verde Ecologista de México (PVEM) ofrece una respuesta. Después de años de erosionar su credibilidad, el PVEM oficialmente perdió el reconocimiento de los verdes europeos en 2008 al hacer una campaña a favor de la pena de muerte. El diputado René Bejarano fue captado en video aceptando sobornos a cambio de permitir desarrollos en áreas ecológicas protegidas. La alianza del partido con el muy tradicional Partido Revolucionario Institucional (PRI) le ha dado acceso al poder. Su primer gran logro ha sido la prohibición de los circos con animales en seis ciudades de México, incluida la capital. Pero sin una solución para el manejo de los animales exóticos que pronto serán habitantes de calle, el legado del partido podría descansar en impedir una inminente matanza de animales en julio, cuando la prohibición entre en vigor.

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RUANDA

En 2012, el presidente de la African Green Federation, una coalición de partidos y movimientos verdes, regresó a su nativa Ruanda —donde dirige el Partido Verde Democrático— después de dos años de exilio autoimpuesto tras la decapitación de su segundo al mando en 2010. El partido luchó para ser reconocido oficialmente durante muchos años antes de recibir luz verde justo un mes antes de las elecciones de 2013. Aun con más tiempo para prepararse, es poco probable que el partido hubiera podido ser capaz de oponerse de manera significativa al Frente Patriótico Ruandés del presidente Paul Kagame, el cual ha conservado el poder desde el final del genocidio y la guerra civil de 1994.

EUROPA

El continente que legitimó las políticas verdes en los años 70 sigue siendo el único lugar donde los verdes han disfrutado éxitos electorales e influencia en la política. Pero como señala Sheri Berman, profesor de Ciencia Política en Barnard College, en Nueva York, "hoy en día los votantes europeos están más preocupados por la economía que por el ambiente. Los verdes no están reimaginando la economía de formas que puedan generar crecimiento y progreso ambiental, simplemente están jugando con lo que hay". Después de que las propuestas taquilleras de la generación anterior —como la prohibición de las represas y la energía nuclear— pasaran de ser radicales a solo generales, los partidos más importantes simplemente las integraron a sus plataformas. Cuando sus iniciativas claves fueron adoptadas por los grandes, el ímpetu de los verdes se vio minado por su propio éxito.

Una nueva generación científica aún debe producir nuevas metas políticas. Aunque Syriza, en Grecia, y Podemos, en España, están llevando a Europa a la izquierda, las preocupaciones ambientales no son lo más importante en sus cabezas. El Partido Verde del Reino Unido sí combina un programa económico radical con iniciativas ambientales. Un programa que parece haberles dado réditos en las pasadas elecciones de mayo, donde obtuvieron el mayor número de votos en toda su historia.

Mientras que la habilidad de los partidos ambientalistas para influir en la política va desapareciendo más rápido que los bosques, existe poca esperanza para un movimiento político que sea capaz de dirigirse a nuestra preocupación sobre el inminente colapso global.