FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

La encarnación de Khyentse Rinpoche

A primera vista, la encarnación de 17 años no me dio una buena impresión.

En 2010, fui de viaje a Nepal con mi mamá. Es una larga historia: básicamente, se le empezaron a caer los dientes, y quería que un tal Dr. Aggarwal (un cirujano dentista con estudios en Europa) le hiciera una cirugía en India. Tenía una clínica en Jalandhar. Me pidió que la acompañara y, como no estaba trabajando (había renunciado a mi trabajo dos años antes y vivía en uno de los cuartos de su departamento), acepté.

Publicidad

Decidimos pasar por Nepal camino a India para visitar a un amigo. Así fue como terminamos en la ceremonia conmemorativa por los cien años del nacimiento de Kyabje Dilgo Khyentse Rinpoche. Hasta ese momento no había vuelto a pensar en la encarnación de Khyentse Rinpoche, pero 20 años antes, había conocido al Khyentse Rinpoche anterior, y viajé con él durante tres semanas. A primera vista, su encarnación de 17 años, no me dio una buena impresión.

El último día de la ceremonia, los invitados se podían acercar a la joven encarnación, quien también es conocido como Yangsi Rinpoche, para recibir una bendición. No tenía planeado formarme, pero un amigo insistió, así que lo hice. Estaba a unos 30 metros de Yangsi Rinpoche cuando perdí la compostura. Me esforcé tanto por no llorar que cuando finalmente lo hice, me salían sonidos como de caballo.

Esto siempre me pasaba con el Khyentse Rinpoche anterior, cada que transmitía o iniciaba las prácticas del Vajrayana. En ese entonces yo tenía 11 años; en 2010 tenía 33. Entiendo que hay muchas explicaciones racionales para esta repetición (mi llanto) pero en ese momento las palabras que pasaban por mi mente eran: "Es él".

Tuvimos un problema económico y mi madre y yo nos quedamos varadas en Nepal durante un mes, en el monasterio de Yangsi Rinpoche. Asistíamos a las ceremonias drupchen porque no teníamos nada más que hacer. Es decir, nos sentábamos ocho horas diarias en un altar lleno de monjes cantando sadhanas, con Yangsi Rinpoche al frente. En algún punto de nuestra estancia, decidí seguir su gira y escribir sobre ella.

Publicidad

Resolvimos el problema económico el 1 de abril de 2010. Mi madre se fue a India. Yo me quedé.

Conseguir permiso para seguir la gira y escribir sobre él fue muy difícil. Al principio se negaron a que los siguiera, pero debido a ciertas circunstancias que no tengo espacio para detallar, y gracias a mi obstinación, eso cambió, y pude acompañarlos en su recorrido por Europa y Estados Unidos. Para decirlo claramente, hice esto porque quería estar cerca de él.

Dos años más tarde, el artículo no funcionó. No pude entender el material, y no pude entender mis errores. Mis editores se dieron por vencidos, y yo, por alguna razón, me sentía demasiado desmotivada para buscar otra casa, y demasiado obstinada para abandonar el artículo. Así que me autopubliqué en Amazon.

En los correos que les envié a mis amigos y en mis mensajes desesperados en Facebook, dije: "No se sientan comprometidos a comprarlo", pero esta vez les diré la verdad: siéntanse comprometidos. Hay una buena historia, y la mitad del dinero se irá la Monasterio Shechen en Katmandú.

Por último, la primera vez que hablé con Yangsi Rinpoche, fue para preguntarle si podía seguirlo durante su gira y escribir sobre ello. Llevaba un mes en Shechen, pero nunca había tenido el coraje para acercarme. Además de que me pongo muy nerviosa. No tengo la disposición ni la apariencia de una reportera en quien puedes confiar. Pero una tarde me dije: "Ve, ahora". Tenía una idea muy vaga de la ubicación del cuarto de Yangsi Rinpoche, así que caminé en esa dirección. Me topé con un hombre que estaba paseando a los pequeños perros de Yangsi Rinpoche. Le pregunté si podía hablar con Yangsi Rinpoche, y me dijo a quién preguntarle y dónde encontrarlo. Lo hice. Después de esperar un poco, me llevaron hasta un sillón donde me sentaron frente a Yangsi Rinpoche. Tenía 17 años. Su actitud era sencilla. Se veía un poco cansado. Mi pregunta no era sencilla. Era algo que llevaba discutiendo, con la gente que lo rodea, varias semanas. Hasta ese momento no me habían dado un "no" definitivo, sino puras evasivas, pero cuando le pregunté a Yangsi Rinpoche: “¿Puedo escribir sobre ti?”, simplemente me respondió: "Sí".