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el pendejo de la semana

Rodrigo Medina Cruz

¿Cuántas veces habrá que pedir la renuncia del gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina?

¿Cuántas veces habrá que pedir la renuncia del gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina? “Las que sean necesarias”, grita una de los cientos de mujeres que marchan vestidas de blanco en agosto de 2011, tras el incendio del Casino Royal donde murieron 52 personas. Hoy, tras la muerte de 44 reos y la fuga de otros 30, esa misma petición se hace otra vez no sólo en Nuevo León sino también en los múltiples editoriales que cuestionan el alto precio de seguir manteniendo a Rodrigo Medina frente a un estado rebasado en sus instituciones.

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El modelo parece repetirse en varias figuras jóvenes en el país. Gobernadores jóvenes que con el respaldo de viejos dinosaurios políticos se embarcan a gobernar pese a su inexperiencia e ineptitud, con las consecuencias que ya todos sabemos. Ahí el ejemplo de Enrique Peña Nieto y Arturo Montiel a quien sucedió en el Estado de México o el de Javier Duarte y Fidel Herrera Beltrán en Veracruz.

En los 29 meses que Medina ha estado al frente del Estado, las dos mil 678 muertes ligadas al crimen organizado han superado más de ocho veces las 325 que se registraron en los seis años de gobierno de Natividad González Parás.

Mientras el estado está en llamas, la cúpula del partido de Medina pide el respaldo político a un gobernador fallido. Sólo Peña Nieto con ese poder sobrenatural que posee de convertir toda percepción lógica de lo incorrecto en lo opuesto se atreve a bendecir a Medina:

"Siempre que hay un hecho como éste", dijo, "lo primero que dicen es que hay que quitar al Gobernador, (pero) no se trata de repartir culpas, sino de asumir corresponsabilidad porque aquí lo mismo en esta prisión hay reos que están enfrentando procesos federales".

El mismo método fue aplicado con Humberto Moreira, Hank Rhon, Mario Marín, Tomás Yarrington y todos aquellos ahora en fila para recibir el fuero que otorga el congreso para esquivar sus responsabilidades. Nuevo León padece –para joder aún más el asunto– de un bipartidismo donde la percepción de lo legal es recíproca en cuanto a querer agarrar de pendeja a la ciudadanía. El PAN premia a Fernando Larrazabal con una candidatura plurinominal al congreso de la unión cuando este enfrentaba casi la expulsión de su partido por los nexos en el atentando del Casino Royale.

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Medina no pide disculpas ni se va. Sería darle la razón a los otros, a los traidores. A quienes lo quieren ver salir no porque no pueda, sino por revancha política. Al hacer el listado de las víctimas se asegura primero de recordar los crímenes por los cuales estaban ahí, y luego una pequeña mención a los deudos que asemeja más a un “me vale madre”.

Son muchas las que arman la fogata a la entrada del reclusorio. Las escenas son las mismas que en Honduras y en la mayoría de los reclusorios de México “Señora, bájese de la reja o la bajamos”; la señora intenta escalar la valla metálica pero el ánimo cede en la cima ante el alambre de púas. Lo intenta de nuevo. Una cárcel con sobrepoblación de 80% y un historial de asesinatos, riñas, incendios y ataques con granadas es ahora acordonado por sus mujeres. En el Penal de Apodaca han muerto 73 reos desde el inicio del sexenio hasta la fecha. Alguien en algún programa de análisis en la televisión recuerda cómo las mujeres son abandonas en los reclusorios femeninos, mientras que los hombres presos están respaldados por un ejército de mujeres. Ellas son las que lloran, las que pelean, las que marchan.

Apodaca se vuelve Tijuana, Juárez, Culiacán. La traición, la de los malos asesores y la de los aduladores esa pasa desapercibida. Ya tenemos a quien abrió la puerta, ya para qué seguir. La población penitenciaria en México es la octava más grande del mundo; las condiciones de las cárceles deberían mejorar tan sólo por el hecho de la gran propensión que tienen los políticos a terminar en ellas.

Una nueva marcha sale este domingo para pedir otra vez la renuncia de Medina. ¿Cuantas más? Las que sean necesarias.

@RomanCotera