Cuando entré a la preparatoria, empecé a estudiar chino mandarín con una mujer taiwanesa que me aseguró que iba a poder hablarlo sin problema para cuando me graduara. Practiqué lectura, conversación y caligrafía con ella una hora al día. Hasta el año pasado, nunca había puesto en práctica sus lecciones además de escuchar conversaciones de los comerciantes del barrio chino. En noviembre tuve la oportunidad de practicar el idioma cuando viajé a Chongqing y a Chengdu, China, para aprender y explorar un lugar tan diferente a todos los que he visitado. Lo que encontré fue un lugar suspendido entre la antigüedad y la hipermodernidad, tan vasto y poblado que parecía ir a toda prisa y no querer moverse al mismo tiempo. Abajo hay una selección de las fotos que tomé durante mi estancia en ese lugar.
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Cait Oppermann es una fotógrafa que trabaja Brooklyn. Puedes ver más de sus fotos aquí.