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Gentrificación

"Estamos hasta los huevos": hablamos con los jóvenes en la presentación del Sindicato de Inquilinos de Barcelona

Jóvenes afectados por alquileres inasumibles y problemas con sus viviendas explican su situación en la presentación del Sindicato de Inquilinos.
Todas las imágenes por Carles Palacio

"El turismo, claramente", dicen Mayca y Nuria, casi sincronizadas. "¡Y la especulación! La especulación y la gentrificación tiene la culpa de que suban los alquileres", añade Joana. El intercambio de pareceres se produce en la extensa cola de gente que espera para entrar a la presentación del Sindicato de Inquilinos de Barcelona, en el Casinet d'Hostafrancs, el número 53 de la calle del Rector Triador, cerca de Plaza España.

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Desde las cinco y media están llegando los asistentes, aunque el acto no comenzará hasta hora y media más tarde del pasado viernes 12 de mayo. Un hombre, entrado en edad, suelta al llegar, sin cortarse: "¿dónde hay que afiliarse?". La expectación y las ganas se palpan. ¿Los motivos? Pagar 800 euros, con suerte, por un piso de 50 m2 en la Barcelona actual, la ciudad de las Ramblas imposibles y los desahucios. El precio de los alquileres ha subido un 9% en el último año según la Generalitat. Los vecinos, hartos y sin fuerzas, "abandonan los barrios, como quizás tendré que hacer yo", apunta Nuria.

sindicato inquilinos barcelona presentación

La cola para la presentación del Sindicato de Inquilinos

200.000 hogares son de alquiler en Barcelona. 9.000 de los contratos de alquiler están a punto de finalizar y, con ello, muy probablemente, la subida de precio o la calle. 44.000 en el próximo año, según datos del Sindicato. Precios abusivos, 'desahucios silenciosos', pisos turísticos ilegales —2.015 de los cuales ya han sido cerrados según datos del gobierno municipal. La precariedad de la vivienda ha pasado a ser una cuestión de primer orden. Para algunos, una cuestión de vida.

De estos hay entre los asistentes al acto de este Sindicato que, inspirado en el modelo de sindicato sueco, cuenta con el apoyo de 16 entidades, entre asambleas de barrio, l'Assamblea de Barris per un Turisme Sostenible (ABTS) y la PAH. Las camisetas naranjas y los carteles con la máxima En defensa d'un lloguer just (en defensa de un alquiler justo), abundan. La presión, la negociación e incluso la desobediencia, son los ejes de actuación de la nueva organización. La huelga de inquilinos de 1931 como eco y referencia

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Ya son las siete menos cuarto y toca entrar en la inmensa sala de presentación. La gente se abarrota en la entrada, no quedan asientos libres. De hecho, no todos pueden entrar, y se forma una asamblea en la plaza colindante al Casinet, en torno a un representante del sindicato que explica, desbordado, que el día 26 de mayo habrá una asamblea abierta. La cuota inicial de afiliación será de 30 euros anuales.

Algunos asistentes a la presentación responden con gusto a las preguntas, quizás "porque estamos hasta los huevos", asegura un espontáneo anónimo, colándose ante la grabadora.

Álvaro, 28 años (Sants)

"Yo vivía en Gràcia y pagaba 200 y pico por una habitación, y mi novia 300 por la suya, aquí en Sants. Pero nos quisimos ir a vivir juntos: pagamos 400 cada uno por un piso de 60 metros en Sants. Vamos, 800 euros en total por un sitio más pequeño", explica Álvaro mientras se lía un piti. "No me imaginaba que nos costaría esto. Llevamos cinco meses viviendo en el piso, y como hemos tenido problemas en la casa, hemos seguido mirando algún alquiler, pero ninguno baja de los 900 euros. El caso es que el año pasado, este mismo piso igual costaba 600. Son viviendas de los años 70 de una calidad muy normalita", añade. Respecto a la formación del Sindicato, Álvaro considera que "si nosotros no luchamos los precios justos desde la calle no lo hará nadie, esto puede ser una gran herramienta para organizarse en los barrios, independientemente de las iniciativas del Ayuntamiento".

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Nuria, 32 años (Badalona) y Mayca, 38 años (Guinardó)

"Imposible", sienta cátedra Nuria sobre la situación de la vivienda. "Estoy mirando piso porque se me acaba el contrato, y quiero cambiarme, pero es imposible, porque los alquileres por el centro están en torno a los 1.000 euros", explica. Nuria está convencida de que "si me renuevan y me quedo, seguramente me subirán el alquiler, porque el precio que estoy pagando ya no existe". A fecha de hoy, paga 650 euros, en Badalona. En la misma línea paga su colega Mayca por un piso compartido con otras dos personas más, en el Guinardó, "pero llegué a pagar por el piso 775 euros", apunta. "Venimos a hacer apoyo, porque esperamos que la creación del Sindicato sirva presionar, especialmente por la gente que se tiene que ir de sus barrios. Quizás será mi caso", añade Nuria.

Ambas consideran el turismo como una de las grandes causas de la subida de los alquileres, aunque también factores como "que no esté regularizado el alquiler, que la prioridad no sea la gente del barrio, y la especulación, que se compren bloques enteros con gente dentro; ahora ya ni se cortan, se encuentran carteles de MK Premium por la calle", explica Nuria. "Echan a la gente, o les ofrecen 3.000 euros por abandonar el piso", añade Mayca. Y se detienen a escuchar a una señora mayor que se gira y añade: "la ley Boyer de 1985 es la primera causa de la situación actual".

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Guillem, 30 años (Hospitalet de Llobregat)

"Yo pagaba 600 euros por un piso de 40 m2 en Sant Joan d'Espí, pero el problema no era el precio", explica Guillem. "No se hacían cargo del edificio, la puerta estaba reventada, los interfonos fatal, buzones caídos, no había televisión comunitaria, la fachada descuidada…". Guillem asegura que "los caseros buscaban gente en riesgo de exclusión social, por ejemplo, inmigrantes sin papeles, y les hacían chantaje". Su camiseta "No més blocs" (No más bloques. contra el Plan Director Urbanístico Gran Vía-Llobregat) deja entrever de qué palo va. Guillem participa del colectivo Akelharre de Hospitalet de Llobregat, que intenta "dar alternativas en el campo económico, político, pero también habitacional, porque hemos visto que hay muchos casos de familias afectadas por la compra de los edificios por multinacionales, y por los precios abusivos, una herramienta para echarlos. Hemos hecho una campaña para buscar gente afectada: #LHgentrificat". Guillem entiende que la formación del Sindicato puede "aportar materiales para formarnos, y luchar contra una ley - Guillem se refiere a la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) - que no nos deja equipararnos a los propietarios".

Lucas, 26 años y Aitor, 28 años (Gràcia)

"Vengo de la Assemblea d'Habitatge de Gràcia, y estamos pensando en adherirnos como colectivo al Sindicato" explica Lucas, mientras que Aitor, el mismo caso, pero como l'Assemblea d'Habitatge de Vallcarca. "Hasta ahora, estábamos centrados en los desahucios, que son los primeros afectados, pero la subida paulatina de precios nos afectará a todos, e incluso se creará una onda expansiva que llegue a otras áreas de la ciudad", considera Aitor. "Yo me puedo permitir pagar el alquiler, 550 euros por 40 m2, pero posiblemente el año que viene ya no", añade.

Lucas, por su parte, explica que vive en un piso con otras 4 personas, por 600 euros: "es muy barato, estuvimos mucho tiempo buscándolo". A la pregunta de qué piensa sobre la nueva organización, Lucas considera que el Sindicato "puede ser una herramienta muy útil para atender a las grandes capas de las clases populares afectadas por los precios abusivos, pero que no están en una situación tan límite como la gente que directamente es desahuciada y que es atendida por la PAH".

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" No toda la culpa es del turismo"

José Mansilla, miembro del Observatorio de Antropología del Conflicto Urbano de la UAB, me atiende en una llamada exprés. "Tradicionalmente los poderes públicos no han incidido en el mercado de la vivienda para regularlo, ni siquiera los municipales", asegura Mansilla. Por el contrario, "las disposiciones políticas que se han tomado, como la reducción de los contratos de alquiler de 5 a 3 años en la Ley de Arrendamientos Urbanos, están dirigidas a facilitar la rotación de inquilinos, para que el propietario pueda deshacerse de ellos con mayor brevedad si no acatan sus subidas. Y aquí entran grandes empresas inmobiliarias y fondos buitre a aprovecharse de la situación".

VICE: ¿Qué papel juega aquí el nuevo Sindicato?
José Mansilla: El Sindicato de Inquilinas puede ser un frente de clases para defendernos, porque las dinámicas de explotación se producen también en la ciudad, no solo en el área productiva. Los administradores de fincas no querían que se llamase 'sindicato' porque parece que se enfrenta a algo. Pero es que tiene que ser así.

¿Tiene toda la culpa de la situación la masificación turística?
Toda no. Esto depende de la zona. Lo que pasa es que el turismo es muy evidente, hay mucha concentración, pero en otros barrios no se da tanto por el turismo sino porque han sufrido transformaciones urbanísticas que los ha llevado a ser barrios de clases medias o medias-altas, como Poble Nou, que cambian el paisaje urbano – explica Mansilla.

A las once de la mañana del sábado 14 de mayo, la Via Laietana es ocupada por una performance convocada por 19 entidades, #VidaLaietana, que reclama que el edificio de los números 8 y 10, titularidad del Ayuntamiento, sea convertido en un parque de vivienda pública. Ese mismo día, una manifestación de vecinos recorre el barrio de Vallcarca para "salvar el casco antiguo". Por lo visto, no serán las últimas movilizaciones de esta Barcelona asfixiante.