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'La mente actual está enferma': por qué los maestros de Kung-fu ya no quieren enseñarlo

Los maestros actuales de Kung-fu cada vez tienen menos estudiantes e incluso temen por el futuro de su arte... pero no están dispuestos a renunciar a su esencia para adaptarse a la modernidad.

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En China, las artes marciales tradicionales aún tienen su lugar cultural y social en la mesa, pero es un más un asiento de honor que otra cosa: le falta poder e influencia real. Fuera de China, la ola de Kung-fu que dio pie a mil dojos se está desvaneciendo ante las artes marciales mixtas y otras disciplinas orientales más populares, como el Taekwondo y Kárate.

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El argumento principal para justificar la caída de popularidad del Kung-fu tiene que ver principalmente con su falta de efectividad como forma de defensa personal. El Kung-fu es genial para películas y presentaciones acrobáticas, dicen, pero malo para una pelea real. Es fácil apuntar al crecimiento de las MMA y decir, "¿Veis? Esto es lo que la gente quiere en realidad".

Más lucha: Cómo Bruce Lee previó el futuro de las artes marciales

Ese sería el fin del debate, excepto por el hecho de que las técnicas de artes marciales chinas también se encuentran en el Kárate, el Taekwondo… y, por supuesto, las MMA. En el UFC, de hecho, se usan técnicas procedentes de artes marciales chinas literalmente en cada combate.

En realidad, pues, es probable que la razón no sea la efectividad en una pelea real, sino un problema de promoción… así como un par de detalles negativos, principalmente relacionados con los métodos de entrenamiento y los sistemas de los maestros tradicionales.

En un ensayo reciente que discute la herencia cultural intangible de las artes marciales tradicionales, el profesor estadounidense Benjamin N. Judkins desmenuza un texto de su compatriota Patrick Daly al respecto. A Daly se le conoce especialmente por un famoso documental La Aguja a través del Ladrillo sobre las artes marciales chinas en la isla de Borneo. Os lo adjuntamos a continuación, aunque desgraciadamente no tiene subtítulos en castellano disponibles.

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El documental de Daly explica el éxodo de los maestros chinos tras la Guerra Civil en el país asiático y cómo su arte terminó difuminado por los nuevos valores del capitalismo global. Sencillamente, lo que representaba el Kung-fu pasó a un segundo plano.

Vale la pena echar un vistazo a ambos ensayos, así como al documental entero. Yo querría, no obstante, centrarme en un pasaje del ensayo de Daly que Judkin considera la mayor causa del declive, al menos según la versión de los artistas marciales:

Cuando pregunté al maestro por qué no era más activo al enseñar, respondió con voz dura: "En mi opinión, el mundo ha cambiado. Nunca le enseñaré Kung-fua mi hijo o mi nieto. La gente me pide que enseñe, pero la mente de las personas en la actualidad es malvada".

Un maestro verdadero solo puede enseñar Kung-fu a un discípulo que entrene con él al menos durante diez años para conocer bien su carácter. No enseñaremos el uso práctico del Kung-fu a alguien que solo lo lleva practicando dos o tres años. Es una cultura tradicional y por eso se extingue: el Kung-fu tradicional chino es así.

Cuando pregunté si era posible modificar el proceso de selección de alumnos y los métodos básicos de entrenamiento, todos los maestros en la mesa lo negaron. Me aclararon que el proceso con el que enseñan Kung-fu era una parte vital para las artes y que no sería posible enseñarlo "haciendo las cosas más fáciles". También añadieron que, incluso aunque quisieran cambiar los métodos, no podrían, porque han hecho un juramento y están obligados a continuar enseñando de la manera en que les enseñaron sus maestros.

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Patrick Daly, en 'Combatiendo la Modernidad: las Artes Marciales Chinas y la Transmisión de una Herencia Cultural Intangible'

Este fragmento es sin duda muy revelador. La metodología es una parte clave de la identidad que los maestros intentan transmitir a sus estudiantes: cambiarla la diluye y hace fracasar su propósito. Tener un muñeco de madera o un bloque de piedra en tu escuela de Kung-fu te vuelve real. Solo los estudiantes que se dedican a estos tipos de herramientas y a los muchos ejercicios que las acompañan son estudiantes verdaderos de Kung-fu.

Echar un vistazo a las artes marciales que florecen y a los luchadores que prosperan nos dice qué métodos de entrenamiento evolucionan o deben evolucionar con el tiempo. Los maestros chinos, sin embargo, no pretenden adaptar sus enseñanzas: la filosofía del 'cuerpo de hierro' sigue intacta.

Esto provoca choques culturales inevitables. Los maestros dicen que los jóvenes son débiles y no soportan la fuerza; los artistas marciales jóvenes oyen que les recomiendan pasar "diez años golpeando esta vara de hierro para estar listo" y se van a un gimnasio de MMA —sin mencionar que en el gimnasio promedio de MMA o de Jiu-jitsu brasileño no te exprimen cada gota de energía del cuerpo.

Judkins y Daly analizaron la herencia cultural y los valores sociales que representan los métodos tradicionales, y en ellos encontraron el problema principal: que según los maestros deben ser protegidas y 'salvadas' de la modernidad, la razón por la cual dichos maestros preferirían morir sin estudiantes que enseñar un arte falso.

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Las artes marciales tradicionales mantienen sus métodos de entrenamiento (y sus tempos) porque creen que su sistema crea un artista marcial más sólido, responsable y centrado. No hay cinturones negros de Jiu-jitsu menores de 18 años por la misma razón. Se necesita un tipo de persona constante para mantenerse: la recompensa solo llega al final del camino.

Para los artistas marciales tradicionales de occidente, el entrenamiento es un proceso para depurar a los no preparados, porque la meta real es desarrollar y cultivar el qi gong y el comportamiento que debería resultar de una energía interna fuerte.

El Kung-fu, pues, no es solo una forma de luchar para los maestros de la actualidad, sino también un camino hacia la espiritualidad. Relacionar el Kung-fu con el taoísmo o la filosofía Zen del budismo y ligar las artes marciales con el concepto del qi gong interno es básicamente un canon para muchos artistas marciales tradicionales.

Obviar una parte de ese proceso significa que el estudiante nunca alcanzará la meta y que todo habrá sido en vano. Esto explica por qué los maestros tradicionales son tan reacios a aplicar métodos modernos y por qué los tradicionalistas tienden a subestimar los luchadores de MMA: desde su perspectiva, los atletas del UFC son una suerte de bárbaros fortachones que juegan con algo que no comprenden.

Visto de esta manera, es ciertamente difícil imaginar que los maestros tradicionales acepten cambiar sus métodos.

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Al final de su ensayo, Judkins extrae algunas conclusiones definitivas:

Las artes marciales tradicionales, cuya desaparición lamentan los maestros que Daly entrevistó, no se entendía como un simple conjunto de habilidades de defensa personal. En lugar de eso, era un medio para reunir valores y relaciones que apoyaban una orden social que ahora ha desaparecido debido al cambio económico.

Las preservación de estas técnicas requeriría innovación institucional, pero por definición los valores de esas nuevas instituciones (capaces de competir en el mundo racional, estandarizado y lineal de la pedagogía moderna) no serían iguales que aquellos que les fueron inculcados a los maestros en su juventud.

Benjamin N. Judkins, en 'La Creación del Wing Chun: una Historia Social de las Artes Marciales del Sur de China'

Los maestros tradicionales buscan constantementeal niño de cinco años dispuesto a dedicar su vida a entrenamientos brutales —las "artes duras"— para poder prepararle para el auténtico Kung-fu —las "artes suaves"— cuando tenga veinte. Ello le permitirá ser un verdadero maestro, ergo olvidar su vida mortal para vivir según el camino de la iluminación, a los cuarenta.

Cualquier otra cosa sería simplemente un deporte… y los maestros de Kung-fu se niegan rotundamente a transformar sus enseñanzas en eso.

Sigue al autor en Twitter: @SaschaMatuszak