Publicidad
Los Rucos de la Terraza: Como una idea de mariguanos. Estudiábamos en de la escuela de artes plásticas y éramos unos drogadictos y unos alcohólicos, hasta el momento lo seguimos siendo. Inicia en 2008 de una forma tambaleante porque ni los integrantes del grupo lo tomábamos en serio. El pedo fue que poco a poco no lo fuimos tomando en serio hasta que fue incómodo para varios integrantes que se fueron retirando. Verdaderamente inician hace dos años, cuando se consolida la alineación más responsable que hemos tenido, que no lo ven como un estorbo o un secreto. Era bien culero que se saliera un integrante, entrara otro y había que enseñarle todo el puto repertorio, no podíamos avanzar
Publicidad
En cuanto a lo escénico nos basamos mucho en el teatro de lo absurdo, investigamos algo al respecto, y sobre todo veíamos muchas putas películas de ficheras, pendejadas de Jodorowsky o películas surrealistas de los sesenta o las putas películas de Andy Warhol; no entendíamos ni vergas pero comprendimos que hay un factor absurdo que se convierte en artístico y lo retomamos. Luego nos dimos cuenta que proyecto era absurdo de por sí, no había necesidad de planear mucho el performance, somos un puto happening. Utilizamos siempre carne, el olor a podrido es fundamental en un espectáculo de Los Rucos, lo fálico, debe haber una verga de fuera, mecos, sangre, cosas que parezcan caca. Es un puto juego. Nos han comparado con G.G. Allin para decirnos que no valemos verga, pero él respondía a sus necesidades y nosotros respondemos a nuestras obsesiones, a nuestras perversiones. No tratamos de ser la banda más brutal del planeta, somos unos pendejos de rancho frustrados que tenían que hacer cosas a escondidas hasta la adolescencia. Nuestro contexto es muy tapatío: muy pinche mocho, familia católica, que según te ven te tratan, llevamos clavado lo religioso en el culo.
Publicidad
Totalmente. Si no existiera no valdríamos verga porque no encajamos en una puta oficina, no encajamos en una pinche escuela, tenemos trabajos que nos frustran, y Los Rucos de la Terraza son un pinche puñetón cabrón. El contexto tapatío es un pinche marco para un proyecto como el nuestro en el que se profanan cosas como lo religioso. La puta doble moral de la sociedad tapatía es también especial para estar provocando. Cualquier cosa que salga de cierto patrón provoca, aunque todos lo hagan en la intimidad. Mucha gente va con putas, pero cuidado sí sales al escenario a representar a una puta que eyacula al público con un pito falso porque se vuelve escandaloso. Se identifica mucho con nosotros el trabajador frustrado, hay un putazo de gente clase mediera en nuestros conciertos, que trabajan en oficinas, con cierto nivel académico, pero que son unos pendejos que están igual de frustrados que nosotros. Hemos tocado con cholos, en la cárcel y ahí se levantaron y nos mandaron a la verga; no era el espectáculo que ellos necesitaban. Somos un proyecto orientado a gente frustrada.
Todo aquello que pueda presentarse en sus variantes más extrañas, fantasiosas. Tragarse un pollo, algo que sucede en los toquines de Los Rucos, me parece pornográfico porque es un fantasía. Ver a un gordo que está comiendo de manera obscena se me hace pornográfico. Todo aquello que tenga que ver con deseos que se sacian en su manera más pinche extravagante y obscena. Lo que pretendemos es mostrar nuestras fantasías, lo que necesitamos ver; somos personas puercas pero que funcionan en la sociedad, tenemos una doble vida. Hay gente que necesita reflejarse en otra cosa puerca para saber que no son los únicos. La de Los Rucos es una función social, como la de las putas, la lucha libre o una pinche cantina. Representamos el desfogue de un puño de ñoños cabrones de oficina.
Publicidad