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Barack Obama: Escape de la Ciudad de México

Nos trajo un recuerdo de EU: la retórica del “Yes, We Can”.

Foto de la Presidencia de la República.

La visita de Barack Obama a México estuvo tan llena de expectativas que se saturaron los medios nacionales. Todos tuvieron una opinión al respecto, excepto los estadunidenses que evidentemente están más preocupados por Siria y la píldora del día siguiente. El aeropuerto de la Ciudad de México estuvo cerrado desde el jueves a las 13:45 y hasta las 14:35, y el viernes de 11:40 a 12:40, por operaciones del Air Force One, y el país entero se paralizó. La entrada de “la Bestia” a Palacio Nacional fue seguida con detenimiento a una distancia razonable, que alejaba la posibilidad de alguna sorpresa; inclusive la señal de celular fue interferida para desconcierto de los reporteros. Visto desde el edificio del Ayuntamiento, el Zócalo lucía desierto. La limusina del presidente Obama asemejaba una cápsula que quirúrgicamente penetró la entrada principal y se blindó casi de al momento de alojar a su visitante. El encuentro con el presidente Enrique Peña Nieto fue corto. Un recorrido por Palacio Nacional y el protocolo con el gabinete, los acuerdos a firmar fueron trámite y la esperada palmada en el hombro del presidente Peña no llegó de inmediato. ¿Qué cambió y de que sirvió la cuarta visita de Barack Obama a México? Aquí las lecciones que aprendimos:

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1. A los medios norteamericanos les importan un pito México. Sí, sabemos que Siria es importante y que podría convertirse en otro Irak. Pero en conferencia conjunta en Palacio Nacional, la reportera del LA Times, Kathleen Hennessey, usó su tiempo para preguntar al presidente Obama su opinión del uso de la pastilla del día siguiente en adolescentes, causando desconcierto entre los propios periodistas. Esto derivó en una mini controversia en Estados Unidos sobre el uso de anticonceptivos en menores de edad. La prensa mexicana vive un idilio con la recién entrada administración federal, así que supongo que el orgullo nacional se ve lastimado al hacer que una pastilla sea mejor tópico que nuestro nuevo presidente.

2. Barack Obama quiere terminar con los estereotipos sobre México. En el mensaje enviado en el Museo de Antropología e Historia, el 3 de mayo, el presidente Obama mencionó a Octavio Paz, las vacaciones de su hija Malia en Oaxaca, la Virgen de Guadalupe, Benito Juárez e inclusive al ex presidente de México Felipe Calderón. Los asesores de la Casa Blanca prepararon un gran discurso para un escenario mexicano, que también pudiera interesar a algún medio hispano en EU. Sería ingenuo pensar que se haya tomado la molestia de leer a Paz pero se agradece el gesto. El 5 de mayo se celebró en EU sin contratiempos pese a los esfuerzos de la administración Obama.

Foto de El Universal.

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3. Barack Obama apoya una reforma migratoria. Siendo un presidente no calificable para reelección, Barack Obama puede ahora apostar a una reforma migratoria integral pudiendo sacrificar algunos puntos de popularidad. Los activistas por los derechos humanos apuestan a que un acuerdo a gran escala permitiría mejorar las condiciones de tránsito inclusive para quienes cruzan en La Bestia provenientes de Centroamérica. También aprendimos de la fascinación de los medios nacionales por la otra “Bestia”, la limusina blindada que en los dos días de visita de Obama llegó a las 11 mil menciones en twitter.

4. Barack Obama quiere disminuir el flujo de armas hacia México. Si bien la visita se enfocó en la educación y otros temas, no dejó a un lado la agenda de ambos países en materia de seguridad. Aunque ya se habían registrado ataques protagónicos de Felipe Calderón a los gringos por su afición al consumo de drogas recreativas en cantidades industriales y las armas de fuego, el problema sigue ahí. Las muertes relacionadas al crimen organizado permanecen casi a los mismos niveles de la guerra al narco declarada por Calderón. Obama podría definir una legislación con nuevos jugadores en el tema, presionado por las armas que carecen de legislación y que pueden ser impresas en prácticamente cualquier lugar.

La Ciudad de México a través del tiempo.

5. Barack Obama, el rockstar. Su popularidad en México es enorme. Su visita a nuestro país sólo puede compararse con la de John F. Kennedy, en 1962. La cita en el Museo Nacional de Antropología, programada para las 8AM, se extiende a una larga espera por jóvenes que permanecen de pie durante horas para esperar por un discurso, como quienes esperan un nuevo gadget o boletos para One Direction. La percepción de México hacia Estado Unidos también ha cambiado para ese sector que desde el año 2000 sólo había visto una relación estática entre dos gobiernos conservadores (George W. Bush-Fox, Calderón). El cambio de nuevo gobierno permite “relanzar” la agenda estancada empezando con la promesa de que habrá mayores oportunidades para estudiar en EU. El “mensaje de la esperanza” parece tener un efecto en los jóvenes mexicanos quienes gritaron y aplaudieron frenéticos. Yes, We Can.

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Foto de la Presidencia de la República.

A pesar de todo el optimismo de los medios, porras, gritos y la extensa cobertura de filtraciones sobre la gran química que hubo entre Enrique Peña Nieto y Barack Obama, se percibe una prisa latente por cerrar el capítulo de la administración anterior, donde la seguridad nacional pudo haber sido comprometida al permitir al FBI y a la DEA operaciones internas en México. El equipo de la Casa Blanca prefiere maquillar y dar un espaldarazo al PRI a pesar de aquellas declaraciones de Hillary Clinton, cuando dijo que permitiría el regreso del tricolor “sobre su cadáver”. La nueva política exterior, con Hillary Clinton fuera del Departamento de Estado norteamericano, tal vez regrese a lo que fue durante todo el régimen priísta en el siglo XX: “Son unos hijos de puta pero son nuestros hijos de puta”.

@RomanCotera

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La vuelta a México en cien días

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