Vivimos en el futuro

El Papa Benedicto XVI utilizando su Sony Tablet S para encender la iluminación navideña de la iglesia.

Imagina que es 1995: Gordon Gekko y Zack Morris son de las pocas personas que pueden costear un celular, los bipers están de moda; los modems de 56k chillan para conectarse a un internet sin Google, Facebook ni YouTube; Dolly no ha sido clonada; el primer Playstation es lo máximo en tecnología para videojuegos; el Proyecto del Genoma Humano está empezando; la estación Mir sigue en el espacio; MTV todavía es un canal de música; Forrest Gump se lleva el Oscar y Pixar estrena su primer película, Toy Story. Ahora que te estás ambientado, imagina que estás leyendo la primera página de una novela de ciencia ficción: Es el 2012. Estados Unidos lleva una década en guerra y se está recuperando de la más fuerte recesión desde la Gran Depresión. Los aeropuertos cuentan con equipos de rayos X para detectar armas y bombas. El presidente, un afroamericano, usa un teléfono inalámbrico, el cual guarda en su bolsillo, para comunicarse con sus asistentes y los miembros de su gabinete desde cualquier lugar del mundo. Este celular, llamado “Blackberry”, le permite accesar a la red a gran velocidad, tomar fotos y enviar correos electrónicos.

Las personas promedio quieren un teléfono inteligente, además de otras cosas como tablets, aspiradoras robóticas y televisores en 3D. Los videojuegos se juegan con gestos, comandos de voz y movimientos corporales. En la noticias, un terrorista cibernético australiano es buscado por los gobiernos y las corporaciones más fuertes del mundo por revelar información secreta en internet; los vuelos espaciales han sido privatizados por dos grandes compañías, Virgin Galactic y SpaceX; y la persona del año en la revista Time (y personaje principal en una película ganadora del Oscar) creó una red, “Facebook”, que le permite a todo mundo (500 millones de personas) compartir sus vidas en línea.

Todo esto es muy emocionante, en especial el siguiente futuro, que podría girar en torno a la biología y estar plagado de “terapias genéticas, secuenciación del genoma por 600 pesos, bebés de diseñador y clones”.

Nada más que el futuro no llega solo. Nosotros lo construimos y cuando lo hacemos, no es tan bueno ni emocionante como esperan los optimistas. No olvidemos que los casquetes polares se están derritiendo.

Más de la nueva Sony Tablet en su sitio web.