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Μodă

Guía de la fauna que te puedes encontrar en los desfiles de moda

Para entender realmente el mundo de los desfiles de moda es totalmente necesario entender realmente a la gente que los habita.
Ilustración por Dan Evans

La semana de la moda es un circo histriónico que aterriza en ciudades como Barcelona y Madrid una o dos veces al año. Es como una fiesta de quinceañeros pero no tan lacrimógena y con menos vómitos y sombra de ojos brillante. Un momento… ¿He dicho menos? Quise decir mucho más.

La gente normal –gente que se viste con prendas compradas en Primark– realmente no conocen bien la fauna que suele frecuentar la semana de la moda. Su visión quizá se limita a una foto de portada de Cara Delevingne luciendo 29 colgantes y un look de farmacéutica del siglo XVII, pero la semana de la moda es mucho más que un puñado de modelos consagradas. Por los pasillos de los tribunales, museos y asilos convertidos en improvisadas pasarelas durante los siete días que dura el evento también pululan unas cuantas almas en pena.

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A continuación tienes una guía básica de los diferentes perfiles de personas que pueblan este mundo oculto.

Modelos adolescentes

Son, en su mayoría, jóvenes de la antigua Unión Soviética a las que sus padres han enviado al extranjero a ganar unos dineros para la familia. Parecen todas clones y sus agentes les asignan nuevos nombres como Analisa o Melissa P.

A los chicos les gusta fumar maría, ir al gimnasio, hacerse tatuajes y follar, o todo a la vez. Los que no son así acaban como modelos torturados, con cara de fumados y confundidos sobre su sexualidad. Los podrás encontrar por el suelo, sentados en un rincón del vestuario, bajo los percheros, leyendo algún título de Albert Camus de tapa blanda o dibujando cuervos.

Los de la primera fila

Foto por Katya Moorman/Karen L. Dunn

¿Recuerdas el increíble momentazo durante el evento de moda organizado por Kanye West en el que las familias Kardashian y Jenner aparecieron de repente ante las masas enfundadas en resplandecientes prendas blancas, como ángeles caídos de las nubes? Bien, pues la semana de la moda de Madrid o Barcelona no se parece en nada a eso. Las primeras filas de este evento se parecen más a lodazales en el que se revuelcan un puñado de gente rara e it girls de las que nunca has oído hablar y un montón de chicas que parecen extras de Harry Potter desnutridas que pasan el resto del año en la isla secreta de Lamu.

Estilistas

Foto por Carl Wilson

La profesión de un estilista es vestir de forma extraña. Algunos parecen gogós holandeses cibergóticos con extensiones de color rosa, todo falsedad. Con sus atuendos y sus carnes al aire dan un toque de color a lo que de otro modo sería un público monocromo en negro. Otros visten como las ilustraciones de un libro de texto de psicología para niños traumatizados, con andrajos rosas, accesorios de plástico y patines de los de toda la vida. Los hay que, después de varios días bajo una estricta dieta a base de champán carísimo y speed, acuden al evento con un logrado look de espantapájaros mugriento. Algunos de los asistentes son cool kids de Japón disfrazados de payasos.

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Lo cierto es que los estilistas son las personas más afortunadas del recinto. Son guapos, tienen talento, ganan mucho dinero y no tienen que hacer de relaciones públicas de moda.

Diseñadores emergentes

Foto por Carl Wilson

La del diseñador de moda es una de las profesiones más duras del sector creativo. De hecho, es la única profesión difícil de la industria.

Pasar cada hora de tu vida creando 100 piezas de ropa increíblemente delicadas cuyo potencial de ventas es prácticamente nulo, todo para enseñarlas durante cinco minutos en un evento al que acuden mayormente personas que no pueden ver las prendas, que no tienen el mínimo interés por ellas y que, en cualquier caso, nunca podrían ponérselas. ¿Para qué tantas molestias?

Cuando llega la semana de la moda, no están ni de lejos preparados, llevan días sin dormir y se dan cuenta de que su excompañero de clase y principal enemigo está acaparando toda la atención de la prensa y robándole sus modelos. A veces hay gente de este mundillo que rompe a llorar sin motivo aparente, pero cuando lo hacen los diseñadores es simplemente porque están cansados, porque ya lo han dado todo.

Los diseñadores consagrados

Roberto Cavalli (Foto por Luciano Consolini vía)

Son los tarados cabecillas de las firmas más populares del mundo. Como Will Ferrell en Zoolander, básicamente. Muchos de ellos son italianos. Algunos creen que es muy apropiado celebrar pasarelas de temática "tribal africana" solo con modelos blancas de Europa del Este. Otros tienen un asistente/mascota que los sigue a todas partes, no entiende ni papa de italiano y suele dedicarse a abrirles la puerta y otras cosas peores.

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Se oyen historias de diseñadores que tiran a su perro contra la pared, que compran ropa en tiendas de segunda mano, se las encasquetan a una modelo y la exhiben en la pasarela. O los que se niegan a mirar a los ojos a sus becarios. Una vez alguien me contó que entró en casa de uno de los grandes de la moda y lo encontró desnudo, a cuatro patas, bebiendo leche de un cuenco bajo la mesa del comedor, como si fuera un gato. Luego están los rumores, que son los que mantienen vivo el mundo de la moda.

La gente mayor

En la industria de la moda, obsesionada por la juventud, la gente mayor lo controla todo. Plutócratas abotargados con aspecto de morsa, maestros de la evasión fiscal que manejan todo el cotarro con el único fin de darse autobombo y fomentar la creación de nuevas ideas. Ellos son, básicamente, los que deciden qué vas a encontrar en las tiendas y qué vas a llevar la próxima temporada.

La gente mayor es la dueña de la moda. Las modelos se retiran, las promesas del diseño desaparecen del mercado, los jóvenes talentos se dedican a negocios más lucrativos y los blogueros de moda se cansan, sin más. Todo cambia, pero los pilares de la industria permanecen.

Traducción por Mario Abad.