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Cultură

El cine es el arte de los analfabetas

Amat Escalante pasará por Bogotá la última semana de mayo, para participar en el Simposio Internacional de Cine de Autor, así que lo llamé para conversar un rato sobre los efectos de ver 'La naranja mecánica' todos los días durante seis meses, los...

No hay nada que dé más hambre que escuchar a un gordo hablar de comida. Cómo describe los sabores, las mezclas, las texturas. Está hablando de lo que más le gusta y qué hambre nos va dando. Así es hablar de hacer cine con Amat Escalante, director mexicano, ganador en 2013 del premio a mejor director en el Festival de Cine de Cannes con su película “Heli” . Hablar de cine con Amat da hambre de cine. Primero quiso ser actor, pero después se hizo muy tímido y prefirió ser director. A los quince años se salió del colegio y decidió hacer películas, pontificando las palabras de Werner Herzog, que dice que el cine es el arte de los analfabetas. En la cinemateca de una universidad de la ciudad donde vive, Guanajuato, se perdió entre muchas películas y esa fue su educación. Su primer corto lo filmó a los 18 años, lo hizo con su hermano y un par de amigos y se demoró cinco años en terminarlo. Después de ser rechazado en los festivales mexicanos, el festival de cine de Rotterdam lo recibió en su selección oficial, lo que impulsó su carrera.

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El cine de Amat es un cine realista: vemos gente común en situaciones extremas, avanzamos con ellos, los acompañamos. Personas que pueden ser mexicanos indocumentados, que hablan poco y trabajan en construcción, pero que a la hora recibir su pago no se dejan tumbar por el gringo que los contrató. Un par de ellos, jóvenes, quieren asaltar una casa de un suburbio de gringos con un changón recortado, ¿por qué no? Y se meten a la casa de una madre joven, típica gringa separada con un hijo adolescente y rancio. Cuando el hijo se va, la madre, de unos 35 años, se hecha sus pipazos de “crystal”, cosas que pasan. Los mexicanos se meten, la intimidan, le encuentran la pipa y la obligan a seguir trabándose con ellos, no la violan, sino se la chupan… cosas que pasan. Hay  que verse “Bastardos”, su segunda película, para ver cómo se construye un final ultraviolento.

Amat pasará por Bogotá la última semana de mayo, para participar en el Simposio Internacional de Cine de Autor, así que lo llamé para conversar un rato sobre los efectos de ver La naranja mecánica todos los días durante seis meses, los versos de su abuelo y la importancia de la música drone en sus películas.

Escena de 'Heli', 2013.

VICE: Hola Amat, cuéntanos un poquito de tu infancia…

A.E:  Bueno, mi papá es mexicano y mi mamá es de Estados Unidos, se conocieron en Guanajuato, México. De ahí se fueron a viajar a España y yo nací en Barcelona por casualidad. Después regresamos a Guanajuato y allí crecí, aunque iba mucho a Estados Unidos porque mi mamá es de allá. Empecé a ver películas en una universidad en Guanajuato donde está el cineclub más antiguo de México. Lo programaba un señor que se llama Jorge Pantoja que luego se volvió bastante conocido en todo el país por programar películas muy buenas. Tuve la suerte de crecer ahí y ser expuesto a cine interesante y no convencional a temprana edad. Así fue… en alguna etapa quise ser actor, como de los 9 a los 12, pero me volví muy penoso y lentamente, como a los 15 años, me di cuenta que hacer cine era algo que se acercaba más a lo que me inspiraba. Fueron dos películas que me hicieron darme cuenta de lo que quería hacer: La Naranja Mecánica de Stanley Kubrick y El mariachi de Robert Rodríguez. De La Naranja Mecánica me impresionó muchísimo el uso del sonido, la imagen, la actuación, la historia y todo. El mariachi me impresionó mucho porque Robert la hizo con solo 6.000 dólares y pudo contar una historia emocionante. Entonces la combinación de esas dos cosas, una que me hizo ver que cualquiera podía hacer cine si quería, y otra que me hizo ver lo que se podía lograr con el cine, fue la combinación que hizo explotar mi ambición por hacer cine. Vi La naranja mecánica todos los días como por medio año por lo menos, realmente me clavé y me obsesioné con esa película. Luego vinieron otras; desde los 15 años hasta alrededor de los 23 estaba viendo y analizando películas de forma obsesiva. Así fue como aprendí mucho de cine, viendo películas y leyendo libros sobre las películas que veía y sobre los directores que me interesaban, así fue mi educación autodidacta.

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Veo que llegas al cine desde la sensibilidad, viste la pantalla y te motivó, pero sin rollos ideológicos, sino que te pegaste ahí como un imán…

Sí, yo creo que me perdía en ese mundo que se creaba en la pantalla o en la sala de cine oscura, no sé, eso me emocionaba mucho, esa pérdida, salirse de uno mismo y poder ser otra persona, por eso yo quería actuar. Hacer cine, para mí, es entrar a otros mundos, volverse otra persona, crear estos mundos o una historia particular que me emociona mucho.

Escena de 'Sangre', 2005.

¿Cuándo empiezas a contar tus historias y a escribir pequeños cortometrajes?

Yo me salí de la escuela a los 15 años, y en ese momento dije “quiero hacer cine”, según he visto, muchos cineastas que admiro como Luis Buñuel, Werner Herzog o Fritz Lang no fueron a la escuela y empezaron bastante jóvenes a hacer cine. No vi la necesidad de estudiar para hacer cine, en cambio para ser doctor o algo así es muy probable que tengas que seguir en la escuela, pero no para esto. Yo me salí y empecé a ver películas y a estudiar por mi cuenta. Herzog a los veintipico hizo su primera película y yo quería hacer mi primera película a esa misma edad. Desde los 15 tenía eso claro, y así lo hice, a los 24 preparé Sangre y la filmé a los 24 o 25.

Para llegar a eso ¿te dedicaste a ver películas?

Yo creo que no. O sea, claro que yo tenía una base de cine, pero también por varios años no hablé con nadie. Me aislé después de salirme de la escuela y tuve varios años en los que a veces duraba semanas sin hablar realmente, en ese tiempo no tenía ni televisión. No veía películas todo el tiempo, más bien pensaba en películas. Además era muy introvertido y me gustaba observar y ver y sentir o tratar de imaginarme lo que sentía alguien. Por ejemplo, si iba a una comida o a la casa de un amigo, incluso desde antes de los 15, observaba a la familia, veía cómo interactuaban, cómo comían, cómo veían la televisión mientras comían, etc., e iba absorbiendo todo eso. Esos son los detalles que creo aparecen, o en los que trato de enfocarme en mis películas. Esos detalles de la vida a través de mi mirada, en vez de apoyarme en el cine. El cine es el instrumento digamos, pero lo que trato de llenar en mis películas es lo que yo he visto en mi vida y no tanto en las películas. Por ejemplo, cuando hice Sangre nunca había tenido una relación amorosa, solo hasta después de que la hice tuve mi primera novia. La película trata de una relación, de los celos y de estos conflictos con los que yo, de alguna forma, no había tenido una experiencia directa. Pero yo crecí con dos padres, vi otras relaciones, vi matrimonios. Iba absorbiendo todo eso y creo que eso fue lo que ayudó a que Sangre fuera lo que es, que mis siguientes películas sean lo que son. Por esa sensibilidad para observar y la inquietud de tratar de ponerme en los zapatos de otros, en el lugar de otra persona y ver qué haría con esta situación o con la otra.

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Me dijiste que te alejaste, pero tal vez tu padre o alguien cercano, un mentor, te decía: léete esto que es interesante. ¿Pasó o no pasó?

No realmente. Cuando mis padres se separaron yo tenía 12 años y me fui con mi mamá a Estados Unidos. Creo que eso también fue algo importante porque en Estados Unidos pude estudiar por mi cuenta y pude tener acceso. No era la época de hoy, con internet, en donde puedo bajar cualquier película que se me antoje o leer casi cualquier cosa. Fue entre 1992 y 1995, que era el momento en el que yo estaba ya explorando cosas que me interesaban. Después de salirme de la escuela me fui a vivir dos años a Austin, Texas. Estaba viviendo mi papá ahí y fue cuando tuve la etapa más introspectiva. Trabajaba en lo que pudiera, en restaurantes de comida rápida, en tiendas de video, en tiendas de supermercado. Ahorrando lo que más pudiera. Mi mamá me compró mi primera cámara de video casera cuando yo tenía muchas ganas de empezar a grabar cosas. Luego, con el sueldo de mi primer trabajo, que era en un restaurante de comida rápida me compré una cámara Súper 8 usada. El cheque que me dieron era la cantidad exacta hasta el centavo de lo que costaba esa cámara. De alguna forma fue una señal de que iba por el camino correcto. Me empecé a obsesionar mucho con las cámaras de cine. He tenido muchas cámaras, las compraba y luego las vendía para comprar una mejor, ya no hacen cámaras de cine, pero sé de todas las marcas y de todos los modelos.

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¿Cómo te fue con ese primer corto?

Bastante bien. Tardé muchísimo en terminarlo, así como con Heli. Lo filmé a los 18 años y lo terminé como a los 23 creo.

¿Y lo montaste y conseguiste un distribuidor o alguien que lo mandara a algún festival, o lo mandaste tú?, ¿cómo fue?

Yo filmé ese corto en 1998 y el proceso de terminarlo tomó muchos años, muchas cosas pasaron, y entre ellas vi Japón de Carlos Reygadas que me inspiró mucho. Vi que esa película fue al festival de Rotterdam en Holanda y entonces decidí mandar mi corto Amarrados y para mi sorpresa fue seleccionado. Esa fue una gran motivación para mí, para seguir haciendo cine. Entonces fue a ese festival, y de ahí fue a otros y todo por mi cuenta. Porque no me lo habían aceptado aquí en México, entonces yo había pensado que era un fracaso, pero ya que lo aceptaron allá fue a bastantes más festivales y hasta ganó algunos premios. Ese fue el corto que le enseñé a Carlos Reygadas y él me contrató para trabajar en Batalla en el cielo.

¿Y te gustó la asistencia de dirección que hiciste ahí en Batalla en el cielo?

Sí, me gustó mucho esa experiencia. No era como lo que ahora sé que es un asistente de dirección, pues no fue eso, era como ayudar en todo, es la única cosa que yo he hecho aparte de mis películas. Nunca he trabajado ni en un anuncio, ni en un corto, ni nada.

¿Te gusta la literatura Amat? Pues sí, pero me cuesta mucho leer realmente. Me cuesta, tengo muchos libros que me gustaría leer pero no los leo. Igual tengo una frase de Herzog, a quien considero mi maestro, que dice:  “el cine es el arte de los analfabetas”. Sí tengo muchos libros, pero me cuesta tener la paciencia para poder leerlos. Me acuerdo de haber leído “Momo” de Michael Ende, me acuerdo ya cuando quise empezar a hacer cine un libro muy importante para mi fue uno que se llama “Haciendo películas” de Sidney Lumet que explicaba de una forma muy personal todo el proceso de hacer cine y desde el punto de vista de un director que se despertaba en la mañana, y comía su desayuno a las 5:30 o 6 para luego irse tranquilamente al set y todo eso. Esos libros me ayudaban mucho, también “Mi último suspiro”, de Luis Buñuel también y “Laberinto en la soledad” de Octavio Paz, muy inspirador. Mi abuelo era poeta y tiene muchos libros, se llama Evodio Escalante Vargas y él escribió muchos libros de poesía y recuerdo siempre estar ojeándolo, seguro me influenció bastante. ¿Qué relación tienes con la música, y como se inscribe ella en tu vida y tus películas? Mi padre es pintor y músico, se llama Oscar Escalante, pero también se dedica a la música, al jazz y además hace música experimental con instrumentos que él construye y toca en un grupo que se llama YouDrone en Guanajuato que es bastante ruidoso. Yo también escucho mucha música extrema, música drone, como John Zorn o Jazz Camels, un grupo noruego que, de hecho, hizo música para Heli y Los bastardos, con el grupo japonés Merzbowe. Mi hermano también es músico. Entonces tengo una cercanía con esta música, que tal vez no es música convencional pero sí de sentimiento, el ruido que va avanzando hasta un crescendo y luego explota. Se vuelve casi ritualístico. Es muy similar al cine, en general la música es muy similar al cine, incluso esta música que algunas personas podrían considerar no música me inspira mucho también.

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Hablemos de los géneros, yo sé que eres cinéfilo, ¿qué debe tener una buena película “western”?

Pues un debes tener a un hombre ahí medio silencioso, como misterioso, que no sabes muy bien de dónde viene, debe haber obstáculos, un malo, no sé, que le hagan algo a su mujer tal vez. Similar a Heli supongo.

¿Y recuerdas algunos?

El que más me impactó fue El bueno, el malo y el feo, también The wild bunch, ese me gustó mucho. Sam Peckinpah me gusta mucho y Sergio Leone, esos dos me gustan.

Y de una buena película de terror, me imagino que lo que más admiras es que te asuste ¿o no?

Sí, claro. Fíjate que una de las mejores se llama Angst, es una austriaca que la dirigió Gerald Kargl en 1983 y bueno, si quieren ver algo realmente impactante, esa es la película. Es el film  más fuerte que yo he visto, me parece. Es de terror, pero es un terror que podría pasar en cualquier momento. Otra que es un terror casi cómico  se llama “Donald the Dead”, es del 78, de George Romero y está muy buena. Es de unos zombies que invaden un centro comercial.

Y en documental ¿algún título que recuerdes?

Me inspiró mucho el cine directo, ese movimiento que hubo en los 60 o 70. Los hermanos Maysles que hacían cine donde simplemente filmabas y observabas. Seguían a un sujeto, los observaban, acumulaban imágenes y ya con eso contaban una historia. Ese tipo de cine documental me inspiró mucho.

Amat, gracias por tu tiempo

Bueno, buen día.