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Las 5 cosas que salvarán esta edición de GH VIP

"Gran Hermano VIP" acaba de volver, pero ya tenemos claros cuáles van a ser los hits de esta edición.

Transcurrida una semana y media desde el arranque del programa, es buen momento para hacer balance y lanzar las primeras impresiones de lo que está dando de sí la nueva edición "Gran Hermano VIP". Con los realities siempre es apresurado volcar conclusiones con tan poco tiempo de margen: los personajes aún están en fase de aclimatación, el público no acaba de tener claras las preferencias y el propio programa tantea el terreno para dar con las teclas más adecuadas para conseguir la audiencia soñada. Aun así, en VICE queremos jugar a la ruleta rusa televisiva, queremos mojarnos. He aquí nuestras cinco apuestas, predicciones o puntos clave de lo que nos espera en días venideros.

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Los parches

Por parche entendemos Terelu Campos, que ha sido la gran estrella de esta edición. Algo inaudito: el mejor concursante ha sido aquel que no era concursante de inicio, sino un apaño que llegó con el programa ya empezado y se ha ido por la puerta grande cumpliendo con el encargo que le realizaron. Terelu se ha puesto como el quico, se ha tirado eructos, ha defecado como si no hubiera mañana, ha roncado y no ha tenido el menor reparo en salir por pantalla con los rulos puestos. Es decir: si el share no acompaña en los próximos días, no hay duda que el programa repetirá la jugada con quien haga falta, que es lo mismo que decir que el casting que tú mismo has preparado no te transmite toda la confianza necesaria.

Rollo bollo

No hace falta ser Einstein ni un alienígena llegado del futuro para adivinar que en este GHVIP habrá tema y muy probablemente lésbico. Lo sabía el programa cuando fichó a Daniela Blume, que lo llevaba escrito en la frente: "si me ponéis a una tía cañón prometo darlo todo hasta que haya edredoning lésbico". Y el equipo de casting vio la luz: Elettra Lamborghini ya dejó claro en "Super Shore" que lo de calentar el plato y no comérselo —el efecto microondas, según definición de ella misma— no tenía tanto que ver con su actitud vital como con el hecho de que los tipos de la casa, muñecos de goma hinchados hasta el tuétano y con menos pelos en el cuerpo que un delfín, no le despertaban la libido. En cambio, con Blume al tercer día ya se ha visto feeling y algo más que jugueteos tontos.

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Toño, el villano sin luces

El programa y el propio grupo de concursantes se han encargado de convertir a Toño Sanchís en el malo de la película. Bien. Va en el sueldo: tratándose del personaje con más caché del lote, qué menos que asumir el rol de villano y quedar como un cabronazo sin escrúpulos. A fin de cuentas ya es el papel que juega en su día a día, y a ojos de los españoles es un supuesto ladrón que ha estafado hasta a su madre. ¿Cuál es el problema? Que habitualmente los malos de las películas son tan o más brillantes que los héroes. Y Toño Sanchís es tirando a justito. No da para más. Lo ves en la casa tratando de congraciarse con Tutto, el falso productor de reggaetón, para trazar un plan maestro y te sientes totalmente desarmado. La ternura se llama Toño Sanchís: antes de que diga una sola palabra ya le has visto las intenciones y tiene tanto talento para improvisar como Miguel Ángel Silvestre. En efecto: Toño es el primer villano de la historia que da más pena que miedo.

El sector demente

Es una apuesta a tiro fijo: en la versión VIP de GH nunca puede faltar la cuota de desequilibrados, de personajes que por circunstancias de la vida han quedado algo trastocados. Este año la suerte ha recaído en el sector femenino, porque con Emma Ozores e Irma Soriano el programa ha jugado bien sus cartas. Y ambas por razones bastante diferentes. Con Ozores uno apenas tiene dudas: cuando ves a la hija del emblemático cómico español hablando sola, haciendo ejercicios extraños, saltando como una niña de cinco años, enseñándonos el culo sin darse cuenta, tienes claro que ni el mejor método Stanislavsky sería capaz de falsear semejante demostración de falta de cordura. Solo le faltaría un ejército de gatos a su alrededor para tener la imagen perfectamente definida del personaje.

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Con Soriano, en cambio, asoman muchas más dudas: en sus lloros desconsolados, en sus idas y venidas y en sus desvaríos hay mucho teatrillo barato. Su chaladura es de primero de reality: viene con la lección demasiado bien aprendida, y el espectador, que tiene el culo pelado en estos temas, le ha visto el plumero. Mi esperanza con Soriano es otra: que ese teatrillo inicial acabe convirtiéndose en pura realidad a medida que pasen los días, surjan los conflictos y empeore su estado anímico.

Bolsa de trabajo

En todo caso, lo mejor de GHVIP es su perfil decadente. Ya en la anterior edición empezó a consolidarse este concepto de reality que se convierte en una suerte de INEM de famosos desesperados por reinsertarse laboralmente. A Carlos Lozano, por ejemplo, la aventura le salió más o menos bien: de no aparecer en pantalla durante años a presentar "Granjero busca esposa" hay un ligero trecho que en buena parte debe su éxito al reality. Y, evidentemente, como Lozano hay unos cuantos presentadores en el crepúsculo de su carrera que confían en una buena participación en el concurso para disponer de otra oportunidad en la pequeña pantalla.

Irma Soriano y, sobre todo, Alonso Caparrós son los grandes exponentes de esta nueva corriente. Personaje de pasado algo confuso, el ex conductor de "Furor" ha decidido apostarlo todo al VIP: el futuro de su carrera depende de su capacidad para hacernos olvidar a Carlos Lozano y ganarse la confianza de los responsables de Mediaset. No es nuevo en esto y sabe lo que tiene que hacer: Alonso, estamos en tus manos.