La pesadilla inmobiliaria del mes: 600 euros por 18 metros y una escalera

La pesadilla inmobiliaria del mes es una sección en la que denunciamos los abusos más flagrantes y los pisos más sorprendentes del mercado inmobiliario en España. Si te has topado con algún palacio similar, escríbenos a esredaccion@vice.com.

Tener un piso en Madrid y querer alquilarlo debe ser una sensación parecida a cuando se tiene un bebé, que aunque haya nacido con barba cerrada te parece el más guapo del mundo. Al fin y al cabo es tuyo. La gran diferencia seguramente radica en que un hijo te cuesta 20 o 25 años de inversión, mientras que tener un piso para alquilar es al contrario, hay que invertir un poquito cada 20 o 25 años.

Este planteamiento genera un problema, y es que un niño al que su madre le repite todos los días lo guapo que es puede terminar creyéndoselo, sin embargo un apartamento de 18 metros cuadrados tiene mal arreglo.

Un habitáculo de semejantes dimensiones puede valerte para guardar las bicis, dejar la leña en invierno o guardar dinero negro (no mucho, eso si), pero nunca para alquilarlo como algo con encanto.

El anuncio que hoy nos ocupa va un poco por ahí, el dueño le pone intención, se le ve con buen fondo, pero no cuela. Ese lugar parece una pantalla de las difíciles del Super Mario Bros.

¿Qué es?: Un trastero reformado con toque setentero al que le han metido unas cuantas tuberías para que te puedas duchar y lavar lo cacharros.
¿Dónde está?: En plena glorieta de Quevedo, uno de los mejores lugares de Madrid para vivir, y también uno de los más caros.
¿Qué se puede hacer por ahí?: Pues coges la calle Fuencarral hacia abajo y puedes comprar de todo, otra cosa es que tengas dónde guardarlo en casa.
¿Cuánto vale esto?: Atención. 600 euros al mes, con uno más de fianza y unos gastos fijos de 50 al mes que incluyen agua, luz, wifi, calefacción y limpieza de las zonas comunes. Te hacen tarifa plana.

Hagamos la recreación de una eventual visita. Nos abre la puerta el dueño y nos invita a pasar con un gentil "bienvenido, esto es el salón". El primer reto es evitar caer en la hipnosis al fijar la vista en la pared que hay enfrente, allí nos recibe una batería de figuras geométricas de diversos colores que te deja el cerebro hecho papilla, rápidamente hay que mirar a otro lado.

Solventado ese problema, lo más normal sería decirle al dueño "pero qué salón ni qué salón, si no hay sofá por ningún lado". Es una verdad universal, sin sofá no hay salón. Y posiblemente tampoco existan los domingos.

Si los portales inmobiliarios tuvieran Trending Topics y pudiésemos consultar las palabras más utilizadas, en Madrid ganaría con mucha diferencia el término "altillo".

El altillo en la época de mis padres era la parte de arriba del armario donde se guardaba la ropa de invierno, las mantas y las revistas acartonadas, pero ahora, en nuestra época, es un dormitorio. Y en este caso, además, es sencillamente una obra maestra.

Imagino al casero de este piso acercándose a las obras del estadio Wanda Metropolitano y diciendo: "¿Os sobran unos cuantos hierros? Es para una cosa…". Luego llamó a su primo que trabaja en una ferretería de Moratalaz y como si de los altos hornos de Bilbao se tratase, lograron crear una estructura claramente inspirada en el Centro Pompidou de París.

Una vez acabada la estructura faltaba una sola cosa: la manera de acceder a ella. Y ahí les pasó con la escalera lo típico de cuando escribes algo en un trozo de papel pequeño, te vas quedando sin espacio y tienes que ir haciendo la letra cada vez más diminuta. Pues igual pero con peldaños de acero. "Primo, el último escalón me ha quedado un pelín más alto…pero yo creo que en las fotos va a ser inapreciable eh", y así todo el rato.

"Hemos colocado una Smart TV accesible para ver tanto desde el salón como desde la cama", dice el anunciante en una frase que en cualquier otra vivienda del planeta sería todo un hito de la decoración. En este caso pierde algo de fuerza si tenemos en cuenta que el salón y la cama ocupan el mismo espacio, pero es un detallito sin mucha importancia. Y si no mirad lo bien que se ve la televisión en esta foto que adjunta el propio anuncio.

El remate final es un premio por haber llegado a este último párrafo y que por supuesto no se menciona en el anuncio. Desde VICE nos atrevemos a asegurar que el baño no tiene lavabo, así que el cepillo de dientes tendrá que ir al lado del Fairy y el estropajo. Pero como dice el dueño "recomiendo ver".