Está bien… sí. Sí es un escándalo y asusta que la figura de una mujer como Kim Kardashian entre a la portada de Forbes. Pero seamos cruda y objetivamente justos: no se equivocaron. Lejos del escándalo y la doble moral, Kim Kardashian se lo merece. Digo doble moral porque estamos acostumbrados a enaltecer valores éticos frecuentemente inalcanzables para el voraz empleado promedio, quien no dudaría en hacer y dejarse hacer lo necesario para conseguir status y poder adquisitivo, mientras condena con un dedo sumamente acusatorio a los poderosos que lo hacen. Parece que todo eso se siente mejor si el condenado en cuestión es una mujer.Una foto publicada por Kim Kardashian West (@kimkardashian) el 11 de Jul de 2016 a la(s) 8:16 PDT
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¡Qué tiempos nos tocó vivir! Mientras Detroit representa el primer brote del apocalipsis económico, luego de la caída del modelo fordista; una imagen, la figura de una mujer cuyo cuerpo representa en todos los sentidos el concepto de “acumulación” (pero con muchísmo estilo), aparece como ejemplo en la portada del opinión leader de los empresarios. Ojo, lastimosamente Kim Kardashian no es sólo una empresaria exitosa, es una de las más importantes culturemakers en este momento. Con sus emojis y sus reality shows está, nos guste o no, urdiendo costumbres culturales. Nosotros podemos odiarla, o puede que nos encante todo lo que hace, no importa lo que pensemos. La reina de las selfies encarna una nueva manera de comunicarnos. ¿Ven por qué hay que ponerle atención?Kim Kardashian lleva ya un buen rato mandando un mensaje (peligrosísimo para el heteropatriarcado y el conservadurismo decimonónico) dirigido a todas las mujeres: se puede ser brillante y ser la mujer más deseada. Una mujer puede facturar millones y estar súper operada. Una mujer puede instaurar globalmente el contouring como el último método de maquillaje mientras se hace millonaria con un videojuego de celular. Señoras: es posible ser una mujer admirada en la cama y fuera de ella, pero todo eso se siente más rico cuando la cama es tuya. Vamos, estamos hablando de la mujer que puso a Kanye West en el papel de segundón… “sin saber hacer nada”. Toma eso, Beyoncè.