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Música

Fasenuova: fuertes vientos de componente norte

Fasenuova se ven haciendo ruido cuando sean viejos.

Los asturianos Ernesto Avelino y Roberto Lobo son Fasenuova y lo han sido durante más de seis años, aunque los avezados prospectores de sonidos electrónicos en su vertiente incomodidad y estridencia conocían tiempo atrás al dúo por sus anteriores apelativos, Hegemonía y Goodbye. Remontándonos más, localizamos a Ernesto en las filas de Ética Makinal, colectivo de Mieres que a mediados de los 80 se mantuvo activo en los campos de la música y la performance, publicando tres cassettes por su cuenta y temas sueltos en incunables, hoy muy buscadas cintas de la época como Rhythmetik y Necronomicon 4. Sirva esta presentación para aclarar que Fasenuova, bien que el público en general haya sabido de sus penetrantes, hirientes zumbidos a raíz de la publicación de un álbum (A la quinta hoguera, 2011) en Discos Humeantes, un sello de filiación punk, no son ni mucho menos recién llegados. Con estas credenciales, resulta un tanto extraño ver actuar a Fasenuova a las seis de la tarde, a pleno sol, en un escenario de cara al mar; el sonido que despliega el grupo –estático y concentrado Roberto; intenso, cinético Ernesto– lo asocio a los locales minúsculos, a la luz artificial, a las distancias cortas, a los publicos de conversos, a la complicidad y a los gatos pardos. Tal vez algo esté cambiando y música de este tipo tenga más aceptación ahora que dos décadas atrás, como puede que nada haya cambiado y que, simplemente, el público de festivales asuma sin parpadear aquello que le pongan delante. Sea lo que sea, ha favorecido a Fasenuova su evolución natural: de las graníticas moles semiimprovisadas de sus inicios a sus actuales temas, más estructurados, a los que cabe calificar de canciones. “Antes todo era más free”, me cuenta Roberto después de la actuación. “[los temas] Eran como sitios por los que pasábamos. Empezar a apuntar los controles del sintetizador, poder repetir las canciones, eso marcó”. Ernesto añade: “Si hubiéramos seguido por ahí, algo tan legítimo como cualquier otra cosa, seríamos un grupo de música experimental pura y dura. Estuvimos a punto de ser un grupo que sólo tocase en galerías de arte, pero por nuestra forma de ver las cosas y por la música que nos fue saliendo, no fue así”. Y Roberto concluye: “En vez de seguir la vía del arte contemporáneo, lo llevamos todo hacia la música… convencional, para entendernos”. De los conciertos para diez personas a un festival mayoritario, de la freeform a la concisión, del arte al rock’n’roll: Fasenuova, en propias palabras de Ernesto, “estamos en el medio y en los márgenes de todo”. Roberto se muestra de acuerdo: “Antes de este disco, la gente decía que éramos muy rockeros para los electrónicos y muy electrónicos para los rockeros, a caballo de todo. Y ahora, que gustamos a los rockeros y a los electrónicos. Ahí estamos”. La música de Fasenuova, que se define en una urgente combinación de minimal synth y power electronics –aquí Roberto disiente: “minimal synth no mucho, power electronics sí”– entronca efectivamente con la de Suicide, y más tarde la de Whitehouse, por la vía directa del rock’n’roll. “Entendido de una manera muy abierta”, dice Ernesto. “Salió así, pero también lo pretendimos. Hacer Whitehouse es fácil, enchufas manguera y pegas gritos como un loco, pero nosotros no queríamos eso. Estábamos influenciados por ellos, por Throbbing Gristle y Esplendor Geométrico, pero también Elvis Presley nos ha gustado toda la vida. Decidimos buscar nuestro propio camino y nuestras propias músicas con un poco de aquí y de allá”. En medio de todo. Según Ernesto, parte de su público se ve claramente que es de rock’n’roll, y otra parte viene del noise y la escena industrial de los 80. Si añadimos el haber sacado disco en un sello de punk y una aceptación modesta, pero aun así insólita para un grupo de sus características, es lícito pensar que Fasenuova ha aparecido para cubrir un hueco que nadie sospechaba siquiera que existiese. “No sé, nunca se nos ha pasado por la cabeza cubrir ningún hueco. Hay muy poco público para este tipo de músicas”, dice Ernesto. Con todo, “Si no hubiésemos dado conciertos para diez o quince personas, no habríamos llegado después a otras quince, otras veinte… Mucha gente que había aquí ya nos había visto en otros sitios. Hemos hecho giras por España en las que nos iban a ver diez personas, y algunas de ellas, que nos vieron en 2009 ó 2008, alguna incluso en 2006, estaban aquí. Es una carrera continuada, una línea temporal”.

Es evidente que tocar en vivo les ha dado frutos a Fasenuova. Y a diferencia de muchos proyectos electrónicos, cuyo hábitat es el laboratorio, el escenario, la interacción con la gente, es algo que a los dos les encanta. “El contacto con el público es estimulante”, me confirma Ernesto. “Es como entrar en otra realidad. Para nosotros es un espacio de libertad, algo distinto a todo lo que hay en nuestra vida. Un concierto es casi como entrar en otra dimensión”. Roberto: “Los conciertos más divertidos son aquellos en los que hay una empatía directa. Algo más cercano, en una sala, en primera línea. Y nos ocurre muchas veces: gente gritando, volviéndose loca…” Me cuenta a continuación que en su primer concierto conjunto, allá hacia el año 2000, la reacción fue muy distinta: “Íbamos a tocar y se marchó todo el mundo. Salían, volvían a entrar, nos hacían unas fotos y salían otra vez”. Ernesto interviene: “Pero nos estimulaba y no nos impidió seguir. Igual lo buscábamos… Al principio reaccionábamos contra la escena que teníamos alrededor, que era la del rock clásico de chumpa-chumpa. Muchos de los que lo hacían eran amigos nuestros y todavía lo son, pero nosotros queríamos otra cosa. Éramos beligerantes con el ruido”. Doce años, el deseo de seguir sigue incólume. Roberto: “Nos vemos mayores y seniles haciendo esto. Como decía Ernesto: para nosotros, el escenario es el espacio de libertad por excelencia. Y la creación es otro campo de libertad. Por el momento las canciones nos salen solas. Puede llegar el día en que no nos salgan, y entonces habría que replantearse todo esto”. Pero ese momento está aún por llegar. Y no se le ve en el horizonte.

Lo más reciente de Fasenuova es un disco titulado Ella está llena de gracia. Edita Truco Espárrago.