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Tres años después, y después de llevar a un sacerdote para que bendijera el set antes de empezar a rodar, James Wan estrena la segunda parte de El Conjuro, esta vez inspirado en un caso que ocurrió en Londres, Inglaterra. La película cuenta la historia de Peggy Hodgson y sus cuatro hijos, quienes entre 1977 y 1979 recibieron mucha atención por parte de la prensa británica después de reportar que en su casa pasaban cosas inexplicables y se escuchaban voces demoníacas.
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El Padre Gabriele Amorth, un sacerdote italiano y el exorcista oficial del Vaticano, fue uno de los críticos del nuevo ritual de exorcismo. En una entrevista al diario italiano 30 Giorni asegura que el nuevo ritual es un arma sin filo, pues prohíbe realizar exorcismos cuando hay posesiones ocasionadas por maleficios, que, según él, es la causa en el 90 por ciento de los casos. Además, el padre Amorth también asegura que el nuevo ritual prohíbe hacer exorcismos cuando no se está seguro de que hay una presencia demoníaca. Y eso, según él, sólo puede saberse cuando ya se está atendiendo el poseído. Para él, el ritual modificado es una farsa producto de un grupo de integrantes de la Iglesia que no tienen ninguna experiencia en exorcismos y que no tuvieron en cuenta las recomendaciones y peticiones de los exorcistas alrededor del mundo.
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