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Cultură

'Yo estoy dentro de todos mis monstruos' - Una entrevista con Dario Argento

Hablamos sobre monstruos buenorros, televisores gigantes y de la muerte de la crítica de cine. Es el hombre más amable que puedas conocer, después de tu abuelo.

Foto por Lele Saveri

Suele haber dos ideas equivocadas sobre Dario Argento —director de producciones como Tenebræy Suspiria— y su obra, incluso entre sus más leales seguidores. La primera de ellas es el concepto que algunos tienen de él como un cineasta posmoderno e irónico, mientras que otros lo califican de director de películas de terror.  El problema radica en que ambas perspectivas contribuyen a crear una imagen tan podrida como los gusanos que pululan por los cadáveres que aparecen en sus películas.

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Lo cierto es que Argento expresa exactamente lo que quiere expresar en todo lo que escribe y dirige, y todo lo que escribe y dirige trasciende el género de terror.

Hace poco conocí a Dario Argento en Viena, durante la proyección de su última película, Drácula 3D [2012]. Hablamos sobre monstruos buenorros, televisores gigantes y de la muerte de la crítica de cine. Es el hombre más amable que puedas conocer, después de tu abuelo.

VICE: En una ocasión te referiste a los efectos gore de tus películas como “festines” en los que todo se exagera hasta un extremo en el que el realismo deja de tener sentido.

Dario Argento:Sí, como una misa o un servicio religioso.

Pero al mismo tiempo hay un punto en que estas secuencias tan impactantes de repente resultan demasiado realistas, como terror empapado de caramelo líquido rojo, y eso te impacta aún más y sin previo aviso. ¿Es una fórmula que empleas en tus películas?

Correcto. Yo creo que se trata de transformar algo espectacular y barroco en algo frío y muy preciso, como una puñalada. Primero, creo una belleza opulenta y luego la asesino de una puñalada.

Si tuviera que compararte con algún otro director, seguramente sería con David Lynch, más que con otros directores de cine de terror clásico. ¿Ves algún paralelismo entre vosotros?

Sí, creo que compartimos similitudes en el aspecto poético. No en las propias películas, porque está claro que son muy distintas, pero nuestra forma de acercarnos al cine es prácticamente la misma, sí. Ambos venimos del surrealismo.

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Al igual que David Lynch, tú también utilizas relatos sobre crímenes, elementos de suspense e historias clásicas de “quién es el asesino”, pero por lo general, tus películas muestran la vida como algo ilógico, casi místico.

Sí, porque me he inspirado mucho en los grandes directores de los inicios del cine, como los expresionistas alemanes y los surrealistas españoles. Luis Buñuel y su grupo han representado una gran influencia.

¿Qué es lo que más te fascina del surrealismo?

Conformó mi visión poética —y me ayudó a crear mis películas—, pero sobre todo, me sirvió de inspiración para escribir. Y no estoy hablando solo de las películas de Buñuel, sino de la técnica de la escritura automática, que consiste en dejarse llevar y que tu cerebro divague. A veces asusta y no eres capaz de entenderlo hasta que lo llevas a la gran pantalla.

Una vez dijiste que siempre tienes miedo cuando escribes, pero nunca cuando diriges tus películas.

Exacto, porque el peligro se halla en la exploración y la creación narrativa, no en la ejecución de las tomas.

¿Qué te impulsa a escribir, en general? ¿Por qué sigues haciéndolo?

Empecé a escribir cuando era un niño. Primero escribí cuentos. Era como una necesidad interior. Supongo que es porque me encanta contar historias. Un día, cogí un guión que mi padre había dejado por casa y lo estudié. Quería aprender lo esencial para poder contar historias en el cine. Luego, en una etapa muy temprana, empecé a escribir mis propios guiones. Ese es el camino que he seguido. Muy directo y muy simple, de hecho.

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¿Nunca te planteaste escribir otra cosa que no fueran películas, como novelas, por ejemplo?

No, no. Me gustan las películas. Las historias de terror romántico y gótico no me interesaban demasiado.

Si tuvieras que sintetizar la historia del cine en un único género, ¿cuál sería?

No sabría decirte, porque me gustan las películas de todo tipo. Estoy al corriente de todo lo que sucede en el mundo del cine. De hecho, estoy de acuerdo con Jean-Luc Godard, que dice que cada escena, independientemente de lo horrible que sea, tiene ese momento especial en que la cámara se aparta de los convencionalismos y los actores dan rienda suelta a su talento y, en pocas palabras, se produce la magia. Es bueno ver de todo, porque todo tiene importancia y significado. Ese es mi concepto del cine.

Hablando de magia, hace muy poco se ha estrenado en Blu-ray tu obra maestra, 4 moscas sobre terciopelo gris, lo cual también resulta mágico en sí mismo.

Sí, he visto la película en Blu-ray; es una obra de arte, la verdad. Estoy muy satisfecho de que se haya vuelto a lanzar al mercado, teniendo en cuenta la historia de la distribución de la película y que se había esfumado por completo del mercado.

¿Qué opinión te merece el Blu-ray y el home cinema? ¿Crees que se complementan bien con tus películas?

¡Creo que es genial! Es importante que las películas estén en circulación y que la gente las vea, da igual que sea en casa o en la gran pantalla. De hecho, ahora los televisores también son grandes pantallas.

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Entonces, ¿tú no eres de esos puristas que opina que no se puede disfrutar de la experiencia completa si no es viendo la película en el cine?

No, no es mi caso.

Foto por Hanna Pribitzer / Filmfestival

En una entrevista anterior de VICE, señalaste que la crítica de cine es un arte en vías de extinción que está siendo sustituido por simples reseñas que se limitan a dar cuenta de la trama y el reparto. ¿Por qué crees que está ocurriendo?

En efecto, la crítica ha pasado a ser sinónimo de reseña y no sé por qué. Quizá sea porque los periódicos y los medios de comunicación actuales tienen estilos totalmente diferentes y escriben reseñas más breves. La mayoría de los que las escriben no son más que periodistas que van al cine. Ya no se busca capturar la esencia de una producción o de un director y ofrecer un trasfondo teórico para su obra. Pero bueno, por mí no hay problema.

¿No te entristece?

Bueno, quizá el público de hoy en día es capaz de entender mejor las películas por sí mismo, ya que tiene un mayor bagaje que otras generaciones. Posiblemente se hayan hartado de que les digan lo que deben pensar sobre ciertas obras de arte.

¿Qué importancia das a la opinión de tus seguidores? ¿Eres de los que contenta al público o prefieres transmitir tu visión artística?

La verdad es que nunca pienso en mi público cuando escribo o dirijo. Me centro en la historia, y a veces se da la coincidencia de que a ellos les gusta lo mismo que a mí.

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Como fan, me gusta especialmente tu trabajo en la serie de televisión Maestros del terror. Tu primer episodio, “Jenifer”, trata sobre una sensual ninfa con la cara desfigurada que arrastra a un hombre a la autodestrucción. La habré visto unas cuatro o cinco veces, cada vez con amigos diferentes, y todos se quedan horrorizados con la escena en que Jenifer devora a un niño pequeño.

¡Muy bien! La gente dice que todo está inventado, pero esto demuestra que aún hay cosas que uno puede hacer para llegar al público si se hacen correctamente. De hecho, esas escenas impactantes son muy sencillas, aparecen con mucha naturalidad a la hora de escribir guiones porque yo estoy dentro de todos mis monstruos.

¿Cómo fue la experiencia de trabajar en Maestros del terror, siendo una producción para televisión en la que, además, tenías que trabajar con otro equipo?

Cuando llegué a los Estados Unidos, el productor me dijo, “Adelante, haz lo que quieras. Queremos captar tu verdadera naturaleza”. Así que tenía total libertad y trabajé con mucho entusiasmo. No recibí ningún tipo de presión. La historia está inspirada por un cómic de los años 70. Cuando Steven Weber, el actor principal, vino a preguntarme por la relación de su personaje con Jenifer, le dije: “tú imagínate alguien como ella en la vida real, ¿Qué harías? Por supuesto, te enamorarías de ella. Pensarías que todo lo que hace está bien. Un monstruo así se hace querer”.

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Anoche, después de escuchar la banda sonora de Suspiria, me di cuenta de que la música de Goblin ya es bastante siniestra por sí misma, sin imágenes. Su presencia es muy dominante y no ayuda a generar el ambiente de la película. ¿Por qué escogiste una música tan dominante para la película?

Porque esta cinta es muy especial y extraña. Necesitaba algo que amplificara esa característica, no una banda sonora que simplemente fluyera con las imágenes. Antes de la posproducción hablé mucho con el grupo y trabajamos juntos en la dirección de la película. Me encanta esa banda sonora, creo sin duda que es la mejor de todas mis películas.

Has vuelto a trabajar con los Goblin en más ocasiones.

Sí, su música es fantástica, aunque sigo pensando que su mejor trabajo lo hicieron en Suspiria.

Durante los últimos cinco años se han estado oyendo rumores de un posible remake de Suspiria.

Creo que se han hecho muchos guiones, pero parece que ninguno ha funcionado. Los han ido abandonando por el camino.

¿Nadie se puso en contacto contigo a ese respecto?

No, nadie. Ni productores, ni directores, nadie. ¡La verdad es que me enteré por internet! Pero creo que es mejor así, no quiero formar parte de eso.

El mes pasado se celebró el 24 aniversario de la muerte de Mario Bava, el otro gran director giallo. ¿Hasta qué punto influyó Bava en tu obra?

Éramos como una gran familia. Su hijo, Lamberto Bava, era mi ayudante y Mario mismo hizo los efectos especiales de Inferno. Siempre estuvimos muy unidos, porque nos gustaban los mismos autores, las mismas películas. Naturalmente, él tomó una dirección muy distinta. Siempre he pensado que sus producciones eran demasiado irónicas y fantasiosas.

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El género de terror en general ha pasado a ser algo posmoderno y bastante irónico. Ya no expresa…

…grandes emociones, sí.

Dices que la esperanza para este género está en Asia.

Sí, hay producciones en Corea del Sur, Japón y Tailandia que tienen mucha fuerza, a pesar de su escasa distribución —algunas de ellas solo pueden verse en internet—. El cine de terror también está pisando fuerte en Latinoamérica, especialmente en Argentina.

¿Qué es lo que Asia y Latinoamérica están haciendo mejor que Hollywood?

Allí el terror es todo psicológico. Te llega, se te mete bajo la piel, en la cabeza. Hay algo en sus historias que se instala en una parte de ti que no sabías que existía, y eso te asusta.

¿Qué hay de Europa? ¿Hay alguna película que recuerdes y que recomendarías?

Me encantó Amer, de Hélène Cattet y Bruno Forzani. Muy interesante. España también prometía, pero por falta de patrocinio el cine de terror en ese país está desapareciendo.

Tu última producción, Drácula 3D, se enmarca en una mitología muy rica —a diferencia de Phenomena o Suspiria—, en la que creas un universo nuevo y original. ¿Por qué decidiste crear una historia con tanta tradición?

A veces es divertido ver los clásicos desde cierta distancia y con mi perspectiva. Ya lo hice con El Fantasma de la Ópera y Macbeth, producciones en las que recurrí a las mitologías establecidas. También resulta fascinante, un soplo de aire fresco, hacer que tus personajes y relatos se desvíen del original.

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¿Cuál es la mejor pregunta que nadie te ha hecho nunca?

Probablemente sea por qué hago películas.

¿Y cuál es la respuesta?

Pues supongo que la razón por la que nadie me hace esa pregunta es porque me resulta muy difícil dar una respuesta, incluso después de tantos años.

Así que seguirás adelante hasta que lo averigües.

¡Sí, exactamente!

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