Mascarillas de mecos

“¡Goey, el semen es buenísimo para la piel!” Creo que todos lo hemos escuchado alguna vez. Si se meten a internet van a encontrar pinchemil artículos que dicen que “hay estudios que demuestran que el semen…” quita y previene arrugas, hidrata, nutre, cierra los poros, quita los barros, enflaca y hace que pedorrees arcoíris. La cosa es que, curiosamente, nadie cita los mentados estudios.

No todos esos artículos están escritos por hombres pero, como muchos de ustedes, yo también creo que es una leyenda urbana inventada para que los dejemos venirse en nuestra cara (o igual por una morra a la que le daba culo admitir que le ponía un montón). Nomás que, como Descartes no es ningún pendejo y él decía que conviene dudar de todo al menos una vez en la vida, me avoqué a hacer una investigación para ver qué pedo con eso. (Ustedes perdonarán que no sea una investigación de campo pero ahorita no les manejo un donante).

Según Wikipedia, más del 90 por cierto del volumen del esperma es líquido seminal, que funciona como medio de transporte de los espermatozoides y es lo que, supuestamente, funciona como tratamiento de belleza porque contiene cosas como fructosa, potasio, zinc, ácido cítrico, sodio, calcio y demás.

Pero a ver, si el güey que les quiere encremar la carita lleva una dieta de chela y garnacha, sólo toca una botella de agua cuando trae una cruz que ni La pasión de Cristo y lo único verde a lo que le entra es mota, ¿neta creen que sus mecos van a estar cargados de nutrientes? Y eso sin contar la posibilidad de que tenga alguna enfermedad de transmisión sexual, porque si les salpica los ojos (siempre pasa) están en riesgo de infectarse.

Por eso Lyn May dice que escoge puro semental de primera, sanote, joven y bien alimentado para hacer su crema de leche de chorizo, una mezcla que ella misma usa para verse joven y bella… La verdad no sé si deberíamos confiar en sus consejos de belleza, pero bueh.

La vedette de leyenda no es la única que vende esta clase de productos, también está un cirujano plástico de Colombia llamado Martín Carrillo —quien, por cierto, fue demandado por una de esas sabrosuras encarnadas que conducen chous de tele a quien le inyectó el culo con biopolímeros (por favor vayan calando el grado de “autoridad” que pueden tener estos personajes)—. Este man inventó una crema a la que le puso “Egyptian Rejuvenation” (porque dicen que Cleopatra usaba mascarillas de mecos cada noche y tenía un esclavo destinado específicamente a ser ordeñado), que es básicamente semen con miel y promete efectos similares a los del bótox así como la tonificación de chichis y nalgas (ajá, alguien vio un chingo de porno) cuando se aplica en las noches de luna creciente (no es choro).

‘Ora, además de los nutrientes que ya les dije, los mecos tienen espermidina y espermina, dos moléculas que cumplen funciones antioxidantes en las células. A los empresarios noruegos de Bioforskning les brillaron los ojitos al leer esa palabra tan en boga (“antioxidantes”) y de plano, patentaron la spermina, una versión sintética de esa molécula, y sacaron una línea de productos con ese ingrediente.

Antes que nada, vamos a aclarar que esos antioxidantes están en chingos de células animales y vegetales, nomás que como la primera vez que las encontraron fue en esperma, los creativos del departamento de La Ciencia les pusieron “espermina” y “espermidina”. La otra cosa que hay que tener presente es que los antioxidantes operan a nivel celular y no se ha comprobado una relación directa entre el rejuvenecimiento y su aplicación tópica.

O sea que, pa’cabar pronto, no hay ni un pinchi estudio que compruebe que los mecos te hacen ver más joven y chulo pero, ¿qué pasó con hacer las cosas por el puro pinche gusto (gratuidad, que le dicen)?

Yo sé que hay banda a la que neta no le pone recibir una descarga en la jeta y, muy probablemente, sea porque tiene una connotación de humillación. El bukkake (la práctica japonesa, acogida por el porno, en donde varios compas se vienen en la cara de una chica), por ejemplo, nace como un castigo a las morras infieles, y una gran cantidad de cumshots en el porno son todo menos edificantes para la receptora (no he visto suficiente porno gay como para echar un veredicto). Aunque eso no significa que una encremadita siempre sea humillante, ni que la humillación a huevo te mate la erección.

Ahí es donde a cada quién le toca decidir qué quiere hacer y qué no. La apertura sexual no significa hacerlo todo, significa estar dispuesto a probar y topar qué es lo que te gusta más allá de lo que diga tu pareja, tus compas, las monjas de tu escuela y, ya saben, las buenas costumbres (lo que sea que eso signifique). Así que por favor, mis caritas de popó, no se la traguen entera nomás porque ven que “un estudio indica…”, atrévanse a pensar y decidir ustedes solos, que ya están peluditos.

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