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El director Larry Clark muestra su lado sensible

Un rebelde como Larry Clark en realidad nunca crece, pero ya tiene 72 años y su trabajo comienza a mostrar signos de una secreta madurez. Nos reunimos con él para platicar de sus películas y sus planes futuros.

Retrato por Michael Marcelle.

Un rebelde como Larry Clark en realidad nunca crece, pero ya tiene 72 años y su trabajo comienza a mostrar signos de una secreta madurez. La película más reciente de Clark, Marfa Girl, la cual fue estrenada en su página web en 2012 antes de ser distribuida para cines el año pasado, es una historia de madurez del adolescente Adam, un mexicoamericano que vive en el desolado pueblo fronterizo de Marfa, Texas. La película tiene la brutalidad de sexo y drogas sus primeros clásicos Kids y Bully, pero también trata temas como la espiritualidad, la pertenencia y la paternidad con una ternura extraña a su trabajo anterior. Un poco antes del relanzamiento de la película, me reuní con Clark cerca de su casa en Tribeca para discutir el cambio que representa y si es que tiene planes para una secuela.

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VICE: ¿Qué ocasionó que Marfa Girl llegara a los cines tras su estreno en línea?
Larry Clark: Mi idea era poner a Marfa Girl directamente en línea sin tener que recurrir a los productores y distribuidores —los estafadores, como les llamo—. La puse en mi página web y estuvo en línea durante un año. Le fue bien, pero supongo que es difícil convencer a la gente de que carguen 5.99 dólares (casi noventa pesos) a sus tarjetas de crédito por algo que ven en el sitio de una persona. Fue un experimento y estoy contento de haberlo hecho, pero no planeo tener más lanzamientos grandes en línea; probablemente sólo lance pequeños proyectos que he hecho por diversión. Como sea, la gente consultó con mi productor, Adam Sherman, la posibilidad de un lanzamiento en cines, así que eso estamos haciendo. Desde que la película salió, regresé a Texas para filmar Marfa Girl 2, así que en algún momento no muy lejano seremos capaces de realizar secuelas de algunas películas.

Te has mantenido bastante activo desde el lanzamiento de Marfa Girl y has vendido cientos de tus fotografías de archivo. ¿Qué más has estado haciendo?
Acabo de regresar de París, en donde hice una película francesa llamada The Smell of Us, la cual trata de dos skaters que se prostituyen. Estuve un año en París y para mí fue interesante hacer una película en una lengua diferente con reparto y personal francés. No hablo nada de francés, pero estuvo bien, ya que el idioma y la emoción de la película son como de película en inglés, creo. Había tenido la idea de hacer una película francesa desde hace mucho tiempo, y cuando conocí a Mathieu [Landis, el guionista] en París en 2010, desarrollamos juntos el proyecto durante más de un año. Originalmente era una especie de autobiografía suya, pero a media filmación yo me deshice el guión y decidí cambiarlo. Así que supongo que ya no se trata de su historia. Tenemos un libro que está a punto de salir que va a incluir el guión y fotogramas de la película. Así que si sabes leer francés, puedes leer el guión y te darás cuenta de que la película es completamente diferente.

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¿Qué te atrajo de hacer películas en Marfa? En tu película presentas una ciudad desolada, pero Marfa tiene reputación de congregar artistas jóvenes.
Cuando fui por primera vez, estaba de visita con mi amigo Cristopher Wool, el gran pintor estadunidense, y simplemente quedé fascinado por la ciudad. No hay nada allí. No hay empleos; la ambición de los niños es poder largarse de Marfa. Realmente está en medio de la nada y, a pesar de que esté a 112.65 kilómetros de la frontera, hay cientos de policías fronterizos que no tienen nada más que hacer que chingar a los locales; además, están deteniendo a hispanos nacidos y criados allí. Así que en realidad hay un aspecto racial en la ciudad. Mientras estuve allí mantuve un diario en donde escribí una especie de guión. Día a día me la pasaba inventando cómo sería la película al mismo tiempo que la filmaba, siguiendo siempre mis instintos. Tuve algunas ideas básicas, por lo que pude agendar a los actores y al personal, pero me la pasaba agregando ideas mientras la película iba progresando. Me la pasé volviendo a los malos más malos, como en esa escena en la que él abusa sexualmente de Adam, se las conté a los actores veinte minutos antes de la grabación. Ellos como que tenían que seguir la corriente. Perdí a varios miembros del personal a causa de ello.

Esa parte de la película fue bastante inesperada para mí. ¿Qué te hizo meterla en la película?
Hubo un policía en Oklahoma que atrapó a uno de mis amigos cuando yo era niño y dijo que lo dejaría ir si dejaba que el policía le hiciera un blow. ¡Entonces el policía le dio sexo oral al niño y después lo dejó ir! Yo quería hacer que Tom estuviera lo más perturbado que se pudiera, así que pensé en todos los locos que he conocido y en todo lo loco que ha sucedido y lo puse todo en este personaje, así que fue algo divertido de hacer para mí. Fue toda una vida de historias que logré juntar y meter en estos personajes.

En general tu trabajo siempre se ha enfocado en ciertos temas, de los cuales destacan la adolescencia y los jóvenes. ¿Por qué nunca has tenido a un protagonista adulto, incluso a uno en sus veintes?
Como yo lo veo, El olor nuestro es una historia acerca de todas las edades, pero aún así está contada desde la perspectiva de la juventud. Simplemente es lo que siempre he hecho. Para mí es un pozo sin fondo. Es mi propio territorio. No parece que alguien más lo esté haciendo tan bien como yo.

¿Cuáles son las diferencias más grandes entre los adolescentes franceses y los estadunidenses?
Hay un montón de hijitos de mami, así que son más débiles en ese sentido. Me caen bastante bien, pero existe cierta dureza de la que carecen.

¿Hoy en día sientes algo diferente por los jóvenes que cuando comenzaste a hacer arte acerca de ellos?
Sí, seguro. Creo que tengo mucha más intuición, por supuesto. Pienso que para mí las consecuencias son mucho más evidentes ahora. Sea lo que sea que uno haga en su vida, siempre habrá consecuencias. Las veo más como un hombre viejo. Creo que sé qué es lo que va a suceder; puedo predecir qué le pasará a la gente, lo cual es bastante desconcertante. Esa es en parte la razón por la que siempre quise regresar [a Marfa] para hacer una segunda parte, e incluso una tercera. Son los mismos personajes, la misma historia. Simplemente siento que quedaron demasiadas preguntas sin respuesta al final de la película. Así que fue interesante regresar y recoger los cabos sueltos y ver qué podría suceder después.