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Música

No todos los metaleros de Líbano son satánicos

Y es hora de que empiecen a limpiar su buen nombre.

Parece que esta bizarra amalgama cultural entre el dubstep, breakcore, IDM y el metal ha llegado hasta los iPods de los anarquistas negros y los suburbios estadunidenses, y a los edificios dilapidados del campo libanés. Ya era hora, ¿cierto?

Hace un par de semanas, unas 250 personas asistieron a Massacore, un rave de Halloween, para bailar al ritmo del breakcore internacional con nombres que sólo se escuchan en el mundo del breakcore (cosas como Drumcorps, Rotator y Goretech), un poco de dubstep y las bandas de metal libanesas, Blaakyum y Kimaera.

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Fui a entrevistar a algunos de los artistas y a deleitarme con este espectáculo tan único que es un concierto breakcore/metal en el campo en Medio Oriente, pero, fuera de un slam muy tranquilo de ocho personas y del vodka ridículamente barato, no hubo mucho que reportar. Había una vibra de “día familiar en el campo”, con máscaras de gas en lugar de chupones y un espectáculo metalero en lugar de un lectura de poesía con jazz en el fondo.

La policía libanesa camuflajeada con rifles M-16 llegó en algún momento de la noche para poner fin a los pequeños conflictos que se estaban cocinando. Pero una vez que todos se dieron cuenta que sólo habían llegado para pedir a los organizadores que le bajaran el volumen a su desmadre, todo continuó como si nada.

A pesar de la baja asistencia debido a que hubo otro festival ese mismo día, para muchos el evento fue todo un éxito. Un éxito tranquilo, pero cuando la escena es tan pequeña como lo es en Líbano, es de esperarse. Al día siguiente, sin embargo, esa plácida tranquilidad fue transformada por los medios libaneses en una reunión ilegal de satanistas, con equipos de cámara batallando por encontrar un pentagrama mal dibujado en el lugar del evento y una estampa de la bebida energética Monster, lo que ponía en evidencia que este lugar había estado infestado de las mentes más diabólicas del Hades.

Luego de este reportaje, un programa en MTV libanés comentó que el festival había sido una pantalla de humo para una noche de rituales satánicos. El anfitrión Joe Maalouf, (un hombre que en su momento expuso a varios homosexuales libaneses en televisión, lo que hizo que la única asociación LBGT en el país lo tachara para siempre) escupía la misma retórica religiosa que hace que Glenn Beck suene como Christopher Hitchens en el prólogo de un libro de Richard Dawkins. Después realizó una entrevista muy sospechosa con un güey llamado Eddie, quien aseguró haber estado en el festival, y quien reveló más cosas completamente creíbles sobre la verdadera naturaleza de la noche.

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El primer reportaje en afirmar que Massacore fue un escenario para rituales satánicos.

El vocalista principal de Blaakyum, Bassem Deaibess, vio el reportaje y se comunicó al programa para defender el concierto, antes de que Maalouf lo criticara por haber tocado en lo que según él solía ser un monasterio (lo cual es falso), después aseguro que el público estaba drogado y que el slam era subversivo, peligroso y satánico.

Obviamente estas afirmaciones rayaban en la locura, pero dado que el evento había sido patrocinado por grandes marcas como Monster, Poliakov y Kun Hadi, una ong que se enfoca en el problema de los conductores ebrios en Líbano, es evidente que Maalouf tenía algún tipo de agenda religiosa, una urgente necesidad de elevar sus ratings, o que es un completo idiota.

El evento fue cien por ciento legal, tenía los permisos necesarios de la municipalidad y contaba con un equipo de seguridad. No sé qué clase de secta satánica le abre los brazos a una ong, pero estoy seguro que Anton LaVey se retorcería en su tumba de terciopelo si se enterara.

Cuando hablé con uno de los organizadores del concierto, me dijo: “El lugar donde se llevó a cabo el evento es un pueblo pequeño y la gente ahí no es tan intelectual ni versada como aquellos de las grandes ciudades. Lo que pasó fue que tres personas del pueblo compraron boletos para el evento sin saber en lo que se metían, y probablemente quedaron horrorizados por este tipo de música que nunca habían escuchado.

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"Lo primero que hicieron fue contar una versión exagerada de lo que habían visto, y es de donde vienen todos los rumores satánicos. Los padres de familia se molestaron, se reunieron en el lugar del evento y llamaron a la policía, quienes me contactaron. Les di toda la información que tenía y todo se resolvió sin problemas”.

Por más risible y ridícula que suena la situación, tiene un trasfondo muy siniestro: durante mi tiempo en Líbano, he visto muchas cacerías de brujas contra la pequeña comunidad alternativa. Entre 1996 y 2010, 700 personas fueron detenidas, agredidas y forzadas a cortarse el pelo por presiones de grupos políticos y religiosos.

Pero esta fue la gota que derramó ese vaso lleno de abusos. Los organizadores, artistas locales y miembros de la comunidad se han unido para tomar acciones, y han contactado a los medios locales y otros miembros de la sociedad que simpatizan con ellos para alzar la voz.

"Me han encerrado y me han golpeado cinco veces en los últimos 15 años, sólo por tener el pelo largo", me dijo un miembro del grupo, “y estoy harto”.

Elia Mssawir, una de las voceras más activas de la comunidad metalera en Líbanom, dijo: “Creemos que este problema llegó en el momento indicado, pues es tiempo de que la gente entienda de una vez por todas que los metaleros no adoramos a Satanás. Esta música está generando una cultura nueva en nuestra sociedad, pero con suerte la gente empezará a comprendernos dentro de poco. Necesitan sentarse con los metaleros, escuchar sobre la cultura y darse cuenta que dedicamos gran parte de nuestro tiempo a ayudar a nuestro país y a las comunidades”.

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Una semana después, las estaciones de televisión que habían atacado a los asistentes al concierto ofrecieron una disculpa pública por haber inventado cosas. Este pequeño triunfo ya había tardado mucho en llegar a Líbano, un país que con frecuencia se doblega ante las necesidades de fundamentalistas religiosos. De hecho, este tipo de movilidad social por parte de una comunidad tan pequeña asediada por la discriminación, es algo sobre lo que las subculturas en Occidente deberían tomar nota, para empezar a cambiar todos esos problemas sociales de los que se quejan en sus canciones.

Sigue a Oz en Twitter: @OzKaterji

Fotos por Alex Potter

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