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Las normas de la asociación establecen claramente que el oyente nunca puede terminar la llamada, así que traté por todos los medios de desviar la conversación hacia otros derroteros y evitar ir en círculos. Cuando eso ocurre, se nos aconseja que induzcamos al interlocutor a colgar con frases como: «Si estás de acuerdo, quizá lo mejor es que lo dejemos aquí por ahora». La gente tiende a prolongar las conversaciones unos minutos más o pidiendo hablar con otro voluntario, pese a que todos guardamos el más estricto anonimato.Mi segunda llamada también fue muy extraña: un hombre que no podía soportar el hecho de que su hija se estuviera haciendo mayor. Más tarde averigüé que se debía a que la niña se negó a que su padre siguiera abusando de ella. Son situaciones complicadas, porque supuestamente estamos ahí para escuchar a gente de todo tipo. En estos casos, se nos permite preguntarles si son conscientes de que lo que están haciendo está penado por la ley, pero eso es todo. No podemos adoptar aptitudes moralistas ni arremeter contra el interlocutor, sea cual sea la gravedad de sus actos.No podemos adoptar aptitudes moralistas ni arremeter contra el interlocutor, sea cual sea la gravedad de sus actos.
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