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Cultură

La bioenergía no puede competir con nuestro amor por la carne

Después de leer esto, nuestra coordinadora editorial se sintió fatal por comer carne.

Imagen vía What's Happening.

Los combustibles de biomasa son considerados una solución real a las emisiones de carbono, y en teoría, esto tiene sentido: si cultivas cosas como pastos para producir biodiesel, el carbono que se libera al quemar el combustible es bióxido de carbono que había sido succionado del aire, en lugar de ese “nuevo” carbono que liberan los combustibles fósiles. Básicamente, la producción de bioenergía es mucho más limpia que los combustibles fósiles, y algunas empresas emergentes como Cool Planet incluso aseguran pueden fabricar combustibles con un valor neto negativo de carbono liberado.

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Por supuesto, mientras el mercado de los recursos renovables crece, algunos fabricantes de biocombustibles de siguiente generación siguen enfrentando problemas al momento de comercializar sus productos. La bioenergía sigue siendo un sector pequeño en el mercado, y por mejor que suene (los biocombustibles, por ejemplo, son una solución más simple para hacer autos más limpios que desarrollar nuevas baterías) se enfrenta a una gran interrogante: ¿Cómo, mientras nuestra población continúa creciendo, hacemos para cultivar más hectáreas para bioenergía cuando necesitamos tierras para comida?

Esa es la pregunta que plantean los investigadores de la Universidad de Exeter, Tom Powell y Tim Lenton en un artículo publicado en Energy and Environmental Science. Su conclusión no nos sorprende: a nivel global, ya existe una fuerte presión por incrementar la eficiencia de la agricultura y la producción de comida, en especial mientras las poblaciones de los países del BRIC se vuelven más adineradas y exigen más productos cárnicos, productos que requieren de una explotación mucho más intensiva de los recursos y de la tierra.

La producción de ganado requiere de muchísima tierra y energía. Vía Natural Resources Canada.

La producción de carne realmente exige un uso más intensivo de la tierra. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha resaltado que la producción de ganado emite más bióxido de carbono que todo el transporte a nivel mundial. La FAO también señala que el sector ganadero es el sector con el crecimiento más acelerado dentro de la agricultura, y ha dicho que:

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Con el aumento de la prosperidad, la gente está consumiendo más carne y productos lácteos cada año. Se espera que la producción de carne a nivel global llegue a más del doble, de 229 millones de toneladas entre 1999 y 2001 a 465 millones de toneladas en 2050, mientras que la producción de leche, se estima subirá de 580 a 1043 millones de toneladas.

La población humana es más que el triple que la de hace 85 años, de dos mil millones en 1927 a siete mil millones hoy en día. Esas son muchas bocas que alimentar, y datos citados por Powell y Lenton aseguran que la explotación agrícola abarca ya el 40 por ciento de la “superficie terrestre productiva a nivel mundial”. Esa cifra es incluso más alta en Estados Unidos; un artículo en el American Journal of Clinical Nutrition por David y Marcia Pimentel asegura que “El sistema de producción alimentaria de Estados Unidos consume aproximadamente el 50 por ciento de las tierras, 80 por ciento del agua dulce, y 17 por ciento de la energía fósil utilizada en el país”.

Mientras tanto, Powell y Lenton escriben que existe un amplio potencial para mejorar en la producción de ganado, el sector más ineficiente de la agricultura:

Es claro que la eficiencia de la producción de comida tiene enormes implicaciones para el futuro de la relación entre los humanos y la Tierra. La producción actual de pastizales y forraje representa el 60 por ciento de la cosecha de biomasa alimentaria y el 78 por ciento del uso agrícola de la tierra. Ya que el sector ganadero es el elemento menos eficiente en el sistema alimentario, abarca la extensión más grande de tierra, consume la porción más grande de PNB, y genera el mayor número de deshechos, los cambios en este sector tendrían el impacto más significativo.

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Por lo tanto, necesitamos más tierras para comida, pero también necesitamos conservar el mayor porcentaje de tierras naturales para mitigar el desequilibrio del ciclo del carbono. ¿Pero si necesitamos tierras para cultivos y sumideros de carbón, dónde encontramos espacio para cultivos bioenergéticos? Powell y Lenton lo llaman el “trilema”:

Sin embargo, estos objetivos de conservación de los ecosistemas y la producción de comida son quizá más importantes que resolver el problema climático, lo que no deja con un ‘trilema’: ya utilizamos las plantas para producir alimento a nivel global, y cultivar biomasa para combustibles (con o sin captura y almacenaje de carbono) puede llevar a un conflicto con la producción de comida. Además, reemplazar los ecosistemas naturales con plantaciones de biomasa para ayudar a resolver el problema climático y así preservar los ecosistemas naturales sería un círculo vicioso.

Este par propone algunos escenarios que podrían llevar a la reducción de emisiones y/o la viabilidad de los cultivos bioenergéticos, y varios otros que no. Pero el meollo del asunto es éste: la producción agrícola emite más bióxido de carbono que la naturaleza, y es muy probable que tengamos que convertir más tierras a uso agrícola conforme la población crezca. Esto no es un ataque contra la agricultura; necesitamos comida, y la falta de ésta produciría más problemas en el corto plazo que el cambio climático.

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Las alternativas cárnicas podrían reducir el uso de tierra, pero hasta que realmente podamos clonar un corte, pocas personas harán el cambio. Vía Next Big Future.

Aun así, nuestras opciones son cambiar nuestras dietas a comidas menos intensivas (i.e. menos carne) o hacer los procesos más eficientes. La primera opción no es particularmente viable dado el aumento en el poder adquisitivo de la población global y lo deliciosa que es la carne. (Por supuesto, existe el potencial de carnes falsas de calidad como las que financia Biz Stone). Este uútimo es un escenario más real, como dicen Powell y Lenton:

Nuestros resultados muestran claramente que con el incremento actual en el consumo de carne y los ineficientes sistemas agrícolas, tendremos una catástrofe en nuestros ecosistemas naturales, lo que acabaría con la gran mayoría de ellos. También haría que el uso futuro de la tierra sea un contribuyente principal a las emisiones de dióxido de carbono (CO2)… Sólo en nuestros escenarios de alta eficiencia agrícola podremos pasar de tierras emisoras a sumideros de carbono. Nuestro escenario de alta eficiencia y abundante carne es quizá los más cercano a lo que ha sucedido en los últimos 12 años, y gran parte del aumento global en el consumo de carnes destinado al consumo de cerdo y aves en lugar de res, y las emisiones de CO2 debidas al cambio de uso de suelo de 1.8 petagramos de carbono por año en la década pasada contrarrestadas ligeramente por la reforestación.

En resumen, en años recientes hemos mejorado la eficiencia agrícola así como ingerido productos cárnicos más eficientes, al tiempo que rehabilitamos las áreas naturales, todo con el fin de neutralizar nuestras emisiones de carbono. (Sin embargo, seguimos estando lejos). Pero, dejando de lado las implicaciones climáticas más generales, cuando ya estamos buscando como maximizar la eficiencia de nuestras tierras, y seguro necesitaremos más en el futuro, ¿cómo encontramos el espacio para cultivar biocombustibles?

Conforme aumente la demanda energética en Estados Unidos, es muy probable que la producción de bioenergía se incremente también, pero seguirá sin ser un elemento clave en el panorama energético. Esta increíble gráfica interactiva del Laboratorio Nacional de Energía Renovable lo dice todo; incluso si las energías renovables representan cada vez más de la energía de Estados Unidos, las proyecciones apuntan a un incremento menor, pero respetable, para 2050. Pero incluso entonces, el sector bioenergético sería poco significativo frente al mercado de los combustibles fósiles. ¿Podrán los biocombustibles, tan geniales como son, reemplazar a los combustibles fósiles? Mientras tengamos que comer, no lo creo.