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Haciendo memoria, el primer ejemplo que recuerdo de esta obsesión por el gore dermatológico fue con un caballo. El animal tenía un absceso enorme en una pata y los granjeros capturaron el momento de la punción con las cámaras de sus teléfonos móviles .El caballo se removió un poco mientras un líquido amarillento y rojizo supuraba de la pata a medida que iban haciendo presión en torno a la pústula.
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Tengo la impresión de que la mayoría de los que ven estos vídeos obtienen cierto alivio mezclado con un asco desmesurado. En muchos aspectos, reventar un grano tiene todo el drama de las mejores películas de terror: el enjambre de criaturas ocultas bajo la cama (de piel), los desafortunados adolescentes, armados con lo que tenían más a mano (pinzas, palillos y similares) para hacer frente a esa caverna purulenta en sus dermis, cubiertos de una sustancia blanquecina que seguramente acabará manchando la ropa de las víctimas. Un baile repugnante de toallitas húmedas, pústulas y risas y gritos. Ya no se hacen pelis así.Ese es el atractivo de la Dra. Sandra Lee: no solo es una excelente profesional y ayuda a la gente, sino que es una cineasta a la altura de Spielberg que alimenta a las masas con lo que piden: vídeos de infecciones cutáneas horribles extraídas en un entorno clínico. La suciedad derrotada por la asepsia. ¡Maravilloso!@joe_bishTraducción por Mario Abad.