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Cultură

Manel Fontdevila, adelante con el humor

Hojeamos el cuaderno de bocetos de un artistazo de paisano.

A mediados de los años 90 fue parte contratante del fanzine Mr. Brainy diez más tarde dirigió la revista El Jueves, en cuyas páginas sigue publicando las exitosas tribulaciones de La parejitay la serie Para ti, que eres joven, con Albert Monteys. Es autor de álbumes como Rosenda y otros momentos pop,Mantecatos o el rubicón tremendo Súper Puta, y desde 2007 firma un chiste diario para Público.

Manel Fontdevila (Manresa, 1965) es capaz del trazo confortable de los gigantes y del tono exacto entre la befa y el ciprés, aunque leerle es siempre bálsamo colectivo y alegría particular. Un artistazo de paisano.

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Los chicos de ¡Caramba!, que están petándolo en internet, han tenido la ocurrencia feliz de editarle Reunión, una libreta de anotaciones, en deliciosa edición facsimilar, que recoge su pensamiento en tiempo real, lo mismo un chiste en ciernes gestado durante un consejo de redacción de El Jueves, que una debilidad en el metro, yendo de camino.

Vice: Un cuaderno de bocetos o anotaciones siempre tiene algo de entretela; ¿cuál es tu sensación al verlo publicado?

Manel Fontdevila:Un poco rara. Precisamente por esa calidad de entretela, publicarlo también tiene su punto de exhibicionismo, y en el fondo soy pudoroso como el que más. Pertenezco a ese tipo de autor que se crea personajes de sí mismo para poder decidir qué cuenta y qué no, y así esconderse detrás del personaje, qué hábil. Pero aquí, como decía la canción, no controlo mi forma de bailar. De todas formas, hay que apuntar que esta libreta, por muchos apuntes de escritura automática que contenga, se hacía en el contexto de una reunión, con lo cual lo que deje traslucir tendrá más que ver con mi proceso de trabajo, con ese afán raro de estar buscando siempre un chiste, que con otra cosa. Supongo.En la forma, la cosa es más rara aún: no había originales, envié tres libretas al editor y me envió de vuelta otra, del mismo tamaño, aspecto y con buena parte de sus contenidos. La impresión, pues, es de que estoy hojeando mi propia libreta en la que alguien ha desordenado, o reordenado, las páginas.

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El humorista gráfico está obligado a ejercer de analista; ¿agota instrumentalizar la realidad todo el tiempo?

De hecho, la mayor parte del trabajo está ahí, en que apetezca, a pesar de que muchas veces el material base no es precisamente una fiesta. Y bueno, uno intenta entender algo, o señalar con el dedo, o cuestionarse cosas, y compartirlo con los demás. En este sentido, el humor debe canalizar todo el proceso, el humor es lo que dispara una respuesta. La falta de respeto, destruir pedestales, incluso un poco de buen y viejo punk. Finalmente, las cosas que pasan son las personas que las provocan. También las que las sufren, claro. Yo no entiendo el dibujante que hace un chiste sobre un terremoto, ¿qué vas a decir sobre un terremoto? Ah, la compasión, solidaridad con las víctimas, llora el planeta, ¡no a los terremotos!… Sí, vale, pero en mi casa el chiste no empieza hasta el día siguiente, cuando van las autoridades a dar el paseíllo, cuando va la persona humana a rematar la faena. Uno mira las personas intentando entender algo de lo que pasa, pero no es posible, la gente tiende a superarse. En esencia tenemos un repertorio limitado, pero luego hay mucho freestyle, mucho loco, constantemente. Hay que estar atentos. Son tierra para trabajar. Y después del humor está la forma, la representación gráfica, el, digamos, camino para llegar. Entre una cosa y la otra, hombre, siempre puedes tener un día más coñazo que los demás, pero se entretiene uno bastante.

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Como botellas de oxígeno, a ti te surgen otros libros bien locos como Súper Puta.

Ah, Súper Puta salió y destruyó toda mi visión de la historieta, ja, ja. No es un libro loco, es, por lo menos para mí, una biblia o, mejor aún, un libro de instrucciones. He hecho alguna cosa más en este sentido, aunque cuando disfruto realmente es cuando consigo integrar, de alguna manera, el espíritu de ese libro a mi trabajo más habitual. Cuando intuyo que he logrado hacer algo que me ha sorprendido a mí mismo. No algo nuevo, por supuesto, pero sí algo libre de prejuicios, imprevisto, una conexión rara, un diagrama, un orden de lectura poco habitual. Sin salir de lo que es un producto ortodoxo, el humor de prensa. El chiste ya es una distorsión en el conjunto del periódico; a partir de aquí, ¿por qué no reforzar el efecto introduciendo otra distorsión en el propio chiste? De vez en cuando sale y funciona, y te da mucha vidilla, por lo menos hasta el día siguiente…

No sé si el humor político y de actualidad debe ejercerse como una bandera conciliadora, como un echar los perros, como humilde botella al mar de los sargazos… ¿Cómo lo abordas tú?

Yo intento plantear un punto de vista, lo que se dice opinar. Al usar el humor como vehículo ya hay implícita una cierta agresión, porque a la gente no nos gusta que se rían de nosotros, y cada vez menos. Aceptamos mejor una crítica dura, una columna de opinión insultante y desagradable, violenta, pero escrita desde la seriedad, desde una indignación racional. Lo del humor es molesto, se entiende como pura falta de respeto. A mí lo iconoclasta me parece muy interesante, porque esa falta de respeto abre cauces: lo que un día te indignó se convierte, al cabo de los años, en una chorrada, un lugar común. Inevitablemente. Entonces, en mi loco mundo, profundizar en esta dirección conseguiría con el tiempo una sensación de libertad cada vez mayor. La falta de respeto como servicio público, ja, ja… ¡es un trabajo de todos!

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¿Pero no crees que la sátira tal vez está algo confinada a publicaciones ad hoc, que tal vez debería invadir la prensa generalista con más naturalidad? En Francia, en la tele, he visto que hay un tío haciéndoles caricaturas a los tertulianos mientras éstos se explayan; no es un recurso muy televisivo, pero ahí está la intención.

Bueno, Francia es un sitio muy raro, en Francia le queman la redacción a Charlie Hebdo, y desde Liberation, incluso desde Le Monde, les prestan parte de su infraestructura para que puedan seguir sacando el semanario puntualmente. Si quemaran la redacción de El Juevesen Barcelona, no me veo yo usando los ordenadores de La Vanguardia, ja, ja. Y además, no somos humor inteligente para unos, ni lo bastante radicales para otros, ni la presencia continuada 30 años en el kiosco significa nada para la mayoría; nos perdemos en debates idiotas, en marear la perdiz. La sátira no le interesa a nadie, ni al poder (que es normal) ni a una especie de intelectualidad, de ente ideológico fosilizado que está ahí enmedio impidiendo que circulen las ideas, que se ventile la casa. Aquí te queman El Jueves, o el TMEO, y te dirían que a La Codornizno la quemaron nunca, por algo sería, aprende de Mingote, que le han hecho marqués y todo. Y la bomba de El Papusno debemos tenerla en cuenta, fue un episodio pintoresco de la Transición, un proceso que se adjetiva como ejemplar. Y así siempre.

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A menudo también parece que se trabajase para conversos. Sería interesante que tu viñeta para Públicoapareciera en La Vanguardia, y la de La Vanguardiaen Público, liar un poco la troca…

De hecho, algo parecido está pasando ya: internet ha puesto todo al alcance de todos y, de repente, descubrir que hay gente con ideas distintas está provocando un ruido horroroso. Hace poco hice para El Juevesun chiste sobre Ortega Cano, victima de un accidente de circulación, en el que, por decirlo así, no actuaba con la delicadeza con que se trataba el tema en otros medios. La reacción en internet fue tremenda, demenciada. Ahí me di cuenta de dos cosas: una, que se ha acabado ya lo de publicar la gamberrada en El Juevescomo un pequeño juego cómplice entre el autor y el lector, estas son las tonterías que decimos en nuestro pequeño mundo, ja, ja: ahora todo puede llegar a cualquier parte, puede ser leído por cualquiera. Lo cual me parece estupendo por lo que dices, porque, como en esos conciertos punkis de los 80, tiene menos valor cagarse en los curas si luego resulta que no hay ningún cura en la sala. Bueno, pues ahora en la sala está todo el mundo. La otra parte, pero, es la del receptor, que a veces no entiende que internet ya no es su pequeña revista favorita, donde todo va a gustarte, donde siempre van a decirte lo que quieres oír. Hay que asumir que hay otras ideas, otras realidades. Parecía un tema ya superado, pero no, sigue ahí.

Hace un par de años te viste involucrado en el secuestro de una revista. Por hacer humor. Fuera están esos casos recientes de Charlie Hebdoo Ali Farzat que mencionas. ¿Cómo se ha de responder a esas coacciones para que no se conviertan en mordazas?

Hombre, lo nuestro fue luchar contra la justicia, que es algo asumible por una persona. La respuesta es seguir adelante, cómo no. Al fin y al cabo, lo legal es una convención, más aún en casos como el nuestro; entonces, hay que seguir cuestionando todo, no hay otra. Lo de Mahoma sería distinto: integristas, fundamentalistas, y encima violentos. Hay que ir con cuidado con esta gente, claro. Uno actuaría con más confianza si notara que hay un apoyo social incuestionable, pero muchos días no lo veo tan claro. Si hago un chiste sobre Mahoma y, en respuesta, alguien quema una embajada en Marruecos, cuando llame a casa la policía no sé si sería para protegerme o para traerme la factura por los daños. Pero bueno, es lo mismo, hay que buscar la manera y seguir adelante. Es parte del trabajo.