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Cultură

Viola di Grado es una gótica

Y su novela mola mucho.

Foto: Alejandra Nuñez

Cuando estás en la edad del pavo, leer libros oscuros y violentos es lo mejor del mundo. No me refiero a mierda almibarada y medio gótica en plan Twilight, sino a obras artesanas con ese tono poético y atmosférico escritas entre una neblina depresiva y con un protagonista que se pasa media novela barajando el suicido. The Bell Jar, Blood and Guts in Highschool y Less than Zero son lo mejor que puedes leer cuando tienes 16 tacos porque te confirman lo que ya suponías: que el mundo es un abismo asqueroso, podrido, injusto, lleno de crueldad y decepción y que la gente que te dice lo contrario son autómatas imbéciles que se mienten a ellos mismos. ¿Que me anime? ¡Que te jodan!

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El debut literario de Viola di Grado Sesenta Acrylico, Treinta Lana, retrata la angustia existencialista mejor que mucho de los libros que he leído. Transcurre en una ciudad del norte de Gran Bretaña durante un interminable invierno, y cuenta la historia de la crisis mental de una post-adolescente tras la muerte de su padre. Suena divertido, ¿eh? No hace  falta abundar en los trastornos alimentarios, la automutilación y el sexo interracial que llena el resto del libro.

Si me permitís ir de crítico un segundo, os diré que, aunque el tema es completamente emo, está escrito en una prosa desnuda que nunca parece indulgente y empaquetado en tropos surrealistas y absurdos propios de alguien que ha interiorizado el post-modernismo sin tener que recurrir a clichés “nocilleros”. Básicamente, es el tipo de libro que me hubiera gustado leer a los 16 y escribir a los 21, así que me hizo mucha ilusión conocer a su autora.

De las muchas críticas que he leído de la novela, ninguna hace referencia a lo más obvio de todo: que Viola es una gótica. En las fotos de prensa viste casi exclusivamente de negro, le va la barra de labios del mismo color y está más claro que la piel de un albino mareado que vive un poco "alejada" de los demás. A mí, aclaro, todo esto me parece de puta madre. Personalmente estoy hasta la polla de escritores que visten decathlon y que lamen el culo a los periodistas a cambio de un poco de publicidad.

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Vice: Tu libro está bien. ¿Te gustó escribirlo?

Viola di Grado:Sí.

¿Cuánto tiempo te tomó?

Mmm… unos meses, no sé. Menos de un año.

¿Dónde estabas cuando lo escribiste?

Lo empecé en Leeds, después estuve en Italia por un tiempo y después en China. Ya sabes…

No dejas muy bien Leeds en el libro. ¿No te gustó?

No, de hecho me gusta. Por eso la transformé en algún tipo de ciudad apocalíptica, porque la verdad es que me gusta mucho y creo que la literatura tiene que basarse en la transfiguración. Quería convertir Leeds en otra cosa, sólo eso.

Hay cierta desconexión entre cómo usas nombres de calles y sitios reales, pero al mismo tiempo no es una novela realista.

Si, ese era mi objetivo. Es decir, quería que fuera surrealista e hiperrealista a la vez.

Eso es muy ambicioso. ¿Tenías planeado un arco narrativo antes de empezar a escribir?

No, se desarrolló mientras escribía.

¿Y tu nueva novela? La vas a organizar con un hilo narrativo más definido o la vas a escribir de la misma forma? ¿Estás más enfocada en darle una estructura?

¿Y por qué debería estarlo? Es decir, yo tenía presente cierta estructura mientras escribía esta novela. Esta novela está muy estructurada, de hecho. Sólo porque no la estructuré en una libreta, no quiere decir que no la estructurara mientras la escribía porque iba de una parte a otra. Hice un trabaje enorme, no es como si fuera un monólogo interior o algo así, era muy consciente de ello y lo trabajé matemáticamente.

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Pero en cuanto a la trama, en este libro al menos, parece ser que ésta queda en un segundo plano.

Sí, eso es verdad pero no es porque no esté estructurado, es porque yo creo en tramas simbólicas no en tramas efectivas. Así que veía la trama como una parte pequeña de una trama simbólica más grande, más importante.

Vaya… ¿Cuál dirías que es esa trama simbólica?

En realidad hay muchas. Hay la de “agüeros” y también…

¿La de qué?

Agüeros. ¿Te has leído el libro?

Si, he leído el libro. ¿Agüero? ¿De adivinos o algo así?

No, ¡adivinos no! A-g-u-j-e-r-o-s.

Ah, ¡agujeros!

También está la trama de las nubes y casi todas son sólo lenguajes [sic]. Como idiomas de circuitos cerrados que no se comunican. Todo trata de la no comunicación.

¿Te cuesta comunicarte con la gente?

¿A mí? No es que me cueste, es que no le veo el sentido. Opino que, como dijeron los filósofos chinos, el lenguaje sólo habla de nosotros mismos y no del mundo. Eso es lo que creo.

¿Durante la dinastía Qi no había la idea de que si haces menos tienes más poder? Como cuando les mandaron a los emperadores no hacer nada, no dar ninguna orden…

Sí, eso es muy taoísta. Tiene más que ver con el hecho de que las palabras conllevan tantas convenciones y connotaciones de las que no eres consciente cuando las expresas. En realidad estás hablando de muchas cosas de las que ni te das cuenta. Comunicarse es básicamente imposible porque estás verbalizando tu visión de las cosas y no cómo son realmente, así que compartir de verdad no existe… es un circuito cerrado, ¿entiendes?

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Puede ser. Entonces… ¿tú crees que no hay ninguna manera de romper ese circuito cerrado? ¿Quieres decir que en una conversación como ésta lo único que hacemos es hablar de nosotros mismos?

Sí. Eso es verdad.

Y no hay manera de “cruzar” del uno al otro. Pero digo yo que de eso se trata conversar, ¿no? ¿O es sólo una ilusión?

Sí, por eso escribir es diferente. Los Chinos creían que escribir es lo que “despliega” la verdad, lo que desvela la verdad… desvela lo que no se manifiesta así que… así que la realidad esta aquí, por todos lados, pero queda oscurecida en la comunicación verbal. En cambio, al escribir sale a la superficie.

Supongo que se parece a la idea de García Lorca según la cual el símbolo es la misma cosa que representa.

Mmm… de algún modo. Bueno, el símbolo representa muchas cosas al mismo tiempo, ahí radica su belleza. Hay mucho más potencial, porque yo puedo decidir lo que significa pero después el lector tiene toda la libertad de encontrarle otro significado y por eso es tan hermoso. Así que por eso creo en los símbolos. Porque quiero vivir como puertas abiertas y cajas abiertas. La novela no tiene que ser algo fijo como un cuadro, tiene que ser algo que cada vez que se lee puedas encontrarle algo nuevo. Quería que fuera algo muy dinámico y siempre en movimiento.

Hay toda una escuela de crítica literaria post feminista sobre el hecho de escribir en el cuerpo femenino, y en el libro Camelia está muy metida en el rollo de la escarificación. Se corta las piernas y se hace un tatuaje. ¿Eso de dónde viene?

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Bueno, a ver, en mi novela todo va del lenguaje. Lo que hace Camelia es identificarse más y más a través del lenguaje. De esa manera vuelve a la vida. Vuelve a estudiar chino y a través de los caracteres chinos, de algún modo, se transforma en lenguaje… cuando se enamora de ese tío chino, el que le enseña el idioma, la escena en la que intenta hacer el amor con él está intentando pintar caracteres chinos en su cuerpo y así el amor también se expresa a través del lenguaje y del dolor. Así es como se enfrenta a su dolor. Porque antes escribía en el cuerpo de otra persona para manifestar el amor y ahora escribe en su propio cuerpo para manifestar ese dolor. Básicamente, se corresponden. El lenguaje es el cuerpo.

Todo esto es muuuy conceptual. Yo me refería más bien a tu experiencia.

Ah, ¿mi experiencia? Yo no tengo ninguna experiencia en cortarme.

¿No? Me parecía que las razones por las que tuviste que usarlo como técnica narrativa eran similares a las razones por las que la gente se corta…

Sólo porque una imagine una cosa no quiere decir que sea autobiográfico.

Yo no lo descartaría tan fácilmente. Cortarse es una cosa de adolescentes, y creo que lo has representado muy bien. De hecho, el libro entero parece tratar de la experiencia del adolescente.

En absoluto.

[largo silencio]

Ah ok… Gracias Viola, un placer.

Gracias a ti.