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Identidad

La gente blanca no deja de hacerse pasar por gente negra para sobresalir

El blackfishing, que implica hacerse pasar por una persona negra, es un fenómeno perturbador que daña a las personas de color y les niega oportunidades.

Aproximadamente un año antes de que terminara su amistad con Jessica Krug, el autor Hari Ziyad la invitó a una fiesta en su apartamento en Crown Heights, Nueva York. A menudo las cosas se ponían tensas entre Krug, entonces profesora de historia africana en la Universidad George Washington, y los amigos de Ziyad, muchos de los cuales no creían que ella fuera negra (sospechas que resultaron ser ciertas). Según Ziyad, de 29 años, Krug, que se posicionaba como una abolicionista de la policía originaria del Bronx, se quejaba con frecuencia de que sus amigos negros estaban aburguesados y de que sus creencias políticas no era tan absolutas como la de ella.

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Cuando una canción de Ariana Grande comenzó a sonar en la fiesta, uno de los amigos de Ziyad bromeó: "Esa es mi mujer blanca de color favorita", refiriéndose a la ambigüedad racial fomentada por el autobronceador de la cantante. A Krug no le gustó el comentario. “Dijo algo como, ‘No digas eso. Se apropia de la cultura de los negros y no deberías alentar ese comportamiento’”, recordó Ziyad.

El 3 de septiembre de 2020, Krug, presa del pánico, le llamó a Ziyad para revelarle la verdad: no era una afrolatina del Bronx. Sus padres no eran de Puerto Rico, eran de Kansas. "No creo que en ningún momento haya dicho, 'Soy blanca'", dijo Ziyad.

En un artículo de Medium publicado ese mismo día, Krug expuso su engaño, y dijo que duró durante la mayor parte de su vida adulta. Si bien no explicó por qué decidió delatarse en ese preciso momento, Yomaira C. Figueroa, profesora de estudios de la diáspora global en la Universidad Estatal de Michigan, tuiteó que Krug estaba a punto de ser denunciada por académicos latinos negros.

“Huí de mi pasado como judía blanca en los suburbios de Kansas City adoptando varias identidades que no tenía derecho a reclamar", escribió. Soy una sanguijuela cultural".

“Me sentí muy ofendido”, dice Ziyad. Pero, por otro lado, confirmó lo que ya sospechaba”.

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La historia de Krug, así como la de Rachel Dolezal, exlíder de la rama local de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés), se volvió viral, y se convirtió en protagonista de los debates de Twitter durante unos días; sus excolegas y estudiantes hablaron sobre el impacto de sus mentiras, y del hecho de que aprovechó oportunidades que podrían haberse otorgado a los académicos negros, incluidas subvenciones, becas y un puesto permanente. Si bien la atención general a Dolezal se debió, al menos en parte, al hecho de que parecía ser un caso especial, Krug se une a un coro creciente de impostores desenmascarados; generalmente personas blancas que dicen ser negras o nativas.

El año pasado, la influencer Hilaria Baldwin, la periodista Claudia Lawrence y la cineasta Michelle Latimer fueron acusadas de mentir sobre sus raíces. El fenómeno parece contradictorio ya que las personas de color, generación tras generación, han tenido que posicionarse más cerca de la cultura blanca, incluso haciéndose pasar por ellos, para sobrevivir y salir adelante. Si bien es tentador patologizar a estos impostores considerándolos casos aislados que padecen una enfermedad mental, los expertos creen que eso equivaldría a designar a un chivo expiatorio. Aunque suene paradójico, usar las experiencias de las personas de color como disfraz, en busca de oportunidades, atención o valor cultural, es, de hecho, el colmo del privilegio blanco.

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En 1978, los Premios de Cine y Televisión de Australia invitaron a la leyenda de Hollywood, y nativa de Tasmania, Merle Oberon a participar en su ceremonia. Un extracto del programa presentado en el documental de 2002 The Trouble With Merle muestra a Oberon caminando en el escenario con un vestido blanco suelto, escoltada por dos hombres con esmoquin."Sé que eras muy joven cuando te fuiste de Tasmania, ¿tienes algún recuerdo?" uno de ellos le pregunta. "Lo siento, no tengo", responde, sacudiendo la cabeza y sonriendo.

Oberon murió al año siguiente. No fue hasta que salió la biografía de 1983 Merle: A Biography of Merle Oberon que se reveló que se había pasado la vida fingiendo que había dejado Tasmania para ir a la India con el fin de ser criada por sus aristocráticos padrinos después de la muerte de su padre, un oficial del ejército británico. El público se enteró de que en realidad era parte esrilanquesa, parte maorí, y creció en la pobreza de Bombay. Su padre biológico no estaba en el ejército; su verdadera identidad sigue siendo incierta. Es fácil entender por qué Oberon decidió hacerse pasar por blanca; probablemente era la única forma de que tuviera éxito como actriz de Hollywood en esa época, sin mencionar las otras formas de racismo con las que tuvo que lidiar.

“Era una cuestión de supervivencia. Y al hacerlo, había muchos riesgos. No podías hablar con los miembros de tu familia, tenías que crear una nueva historia de vida ”, dice Whitney Pirtle, profesora de sociología en la Universidad de California en Merced.

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Es una historia familiar, que también se ha contado en forma de ficción. La amada novela de Brit Bennett The Vanishing Half, publicada la primavera pasada, cuenta la historia de dos hermanas gemelas que enfrentan una dolorosa separación cuando una de ellas decide vivir como una mujer blanca.

El passing, la capacidad de una persona para ser vista como miembro de un grupo social distinto al suyo, ha ofrecido a las personas de color "un conjunto de privilegios, recursos y oportunidades para viajar, educarse, elegir su pareja conyugal”, según Pirtle. “Pero era extremadamente peligroso. Si te atrapaban, te quitaban tu sustento y potencialmente la vida”.

Si bien no está claro exactamente cuánto tiempo lleva existiendo el blackfishing, se pueden encontrar varios ejemplos en Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido, que se remontan a principios del siglo XX. Sin embargo, las redes sociales han jugado un papel importante en centrar la atención sobre estos impostores, siendo Dolezal el ejemplo más famoso.

Según Pirtle, algunas investigaciones muestran que la cantidad de estudiantes blancos que no marcan la casilla 'raza' cuando solicitan ingresar a la universidad está aumentando, quizás porque algunos creen que identificarse como blancos podría ser una desventaja.

Mientras tanto, las provincias del este de Canadá y algunos estados de EE. UU. han visto un aumento en la cantidad de personas que se identifican como métis y cherokee en los registros del censo. Según el autor y profesor canadiense Darryl Leroux, quien escribió el libro Distorted Descent: White Claims to Indigenous Identity, la tendencia al "cambio racial" es el resultado de los descendientes de blancos franceses que "se autoindigenizan", es decir, que reclaman una ascendencia indígena, sobre la base de que tuvieron una hace cientos de años.

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En este sentido, algunos de los ejemplos más espectaculares de esta estafa involucran a personas blancas que se hacen pasar por nativos, incluido Grey Owl, uno de los primeros conservacionistas de Canadá, que mintió sobre sus orígenes después de llegar a Canadá en 1906, así como al famoso autor Joseph Boyden. Durante su campaña presidencial, Elizabeth Warren se disculpó por identificarse como nativa americana durante décadas y luego utilizó una prueba de ADN en lugar de la ciudadanía tribal para justificar estas afirmaciones. En ese momento, Kim TallBear, profesor de estudios sobre nativos americanos en la Universidad de Alberta, explicó que los gobiernos tribales "no usan pruebas de ascendencia genética, sino otras formas de relaciones biológicas y políticas para definir nuestras ciudadanías".

En el caso de Michelle Latimer, luego de que la directora fuera acusada de afirmar falsamente ser "de ascendencia algonquin, métis y francesa, de Kitigan Zibi Anishinabeg (Maniwaki)", se retiró de Trickster, la serie aclamada que dirigía con la Canadian Broadcasting Corporation, que contaba con un elenco y un equipo indígena. La CBC decidió cancelar la segunda temporada, que estaba basada en una trilogía de novelas del autor Eden Robinson. (Nota: en 2017, Latimer fue la showrunner de la serie RISE de VICELAND sobre activismo en comunidades indígenas).

Cuando estalló el escándalo en diciembre, la directora Tamara Bell de los haida (nación indígena) propuso que Canadá aprobara una ley que estipulara una multa o pena de cárcel para las personas que cambian su identidad étnica si son sorprendidas in fraganti obteniendo premios y subsidios haciéndose pasar por nativos falsamente.

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"Desafortunadamente, Canadá a menudo se hace de la vista gorda ante el robo y la explotación de la identidad indígena, que se ha convertido en un problema generalizado", dijo Bell en una conferencia de prensa en enero.

mujer sentada en una parada de autobús

Para Jonathan Rosa, profesor de educación de estudios comparativos en raza y etnia en la Universidad de Stanford, uno de los problemas más generales con el blackfishing es la mercantilización de la etnia y la diversidad. Cuando las instituciones se enfrentan a una prevalencia de empleados blancos, el instinto las impulsa a contratar a más personas de comunidades de color. Pero, según Rosa, esta es "la forma más superficial" de abordar el problema, y no ocuparse de las razones estructurales de su exclusión. “También crea una serie de problemas como estas formas de fraude”, añade.

Según Maryann Erigha, profesora de sociología y estudios afroamericanos en la Universidad de Georgia, aunque algunas personas pueden encontrar confuso que una persona blanca elija identificarse como parte de un grupo marginado, hay un "beneficio cultural" en eso. “La gente suele decir que está de moda ser negro, que está de moda ser nativo”, dice. Y supongo que no es una apropiación si eres un impostor, si la gente no sabe que no eres de ese grupo".

Pero tanto el colorismo (la estratificación por tono de piel), como la falta de tratamiento por el trauma del racismo son, en parte, lo que permite que algunos de estos impostores tengan éxito en sus esfuerzos, dice. “Pueden terminar en la parte superior del grupo".

Ziyad no ha hablado con Krug desde que le reveló que es blanca. Piensa que ella "quería lastimar a la gente negra", inconscientemente o no, y lo logró. Dijo que insultó a las editoras negras de su libro Black Boy Out of Time: A Memoir, lo alentó a mantenerse alejado de sus amigos, y se peleaba con gente blanca en público esperando que sus amigos negros la defendieran y criticó que Ziyad fuera a terapia, describiéndolo como "individualista". Ahora ya no quiere saber de ella.

“Creo que toda esta experiencia fue sobre la gente negra y los límites que se nos permite tener dentro de nuestras comunidades, y creo que aprendí lo que necesitaba aprender sobre eso”, dice. Ahora me siento mucho más cómodo con mi intuición. Pero eso no elimina el daño que nos han causado".

Sigue a Manisha Krishnan en Twitter.