Esta historia aparece en El número del poder y el privilegio. Haz click aquí para suscribirte.En septiembre de 2010, un día me levanté y dejé el trabajo de oficina que me estaba robando el alma para montar una panadería en Nueva York, donde vivía. La panadería se llamaría ‘Ovenly’, un nombre en inglés relacionado con el verbo hornear. Durante los dos primeros años, mi socia Agatha Kulaga y yo hacíamos todo: trabajábamos siete días por semana y nos plantábamos a las cuatro de la mañana en la cocina machacadísima en la zona de Red Hook (Brooklyn) que teníamos alquilada para hornear. Luego repartíamos los pedidos en nuestra Ford Explorer de 1997, aún más machacada si cabe, y pasábamos el resto del día mezclando masas de pan con pistacho y cardamomo y dando forma a los panecillos de grosella, fregando platos, vendiendo, llevando los libros de contabilidad, echando siestas en el coche y encargando los nuevos ingredientes. Como era una profesión nueva para nosotras, cada día era un desafío, una aventura y es que no teníamos ni idea de lo que estábamos haciendo, la verdad. Claro, representamos el clásico ejemplo de lo que es emprender: nadie en la empresa sabe realmente cómo se hace algo hasta que lo hace.
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Pasamos a 2015. Por aquel entonces, ya teníamos dos panaderías (financiadas con algo de dinero que nos prestó un amigo y algunos conocidos de la familia) y teníamos unos 100 clientes de media y un montón de presencia en redes sociales, pero no era suficiente.Agatha y yo planeábamos crear una empresa a nivel estatal así que, aunque pasarnos el día preparando la masa para hacer deliciosas cookies de chocolate tenía sus ventajas (entre otras, habíamos desarrollado los bíceps), queríamos ser pioneras y dominar el mercado. La única forma de lograr ese tipo de expansión era con dinero así que hicimos lo que hacen los emprendedores en nuestra misma situación: pedirle a un montón de personas desconocidas con dinero que nos dieran efectivo. Lo que vino después fue una aventura, por llamarlo de alguna forma: se trata de algo sobre lo que los emprendedores no suelen hablar. Soy consciente de esto porque hablo en muchos eventos y siempre cuento la verdad acerca de lo mucho que nos costó llevar a cabo nuestro negocio, que es mediano. Hablo también de trabajar mucho y gestionar un estrés que puede acabar contigo. Y de los desafíos que supone formar y retener una buena plantilla. También del tipo de capital que ha sido necesario, de momento, para llevar a cabo el proyecto: 19 inversores y 1.400.000 dólares de inversión de capital, incluyendo 59.135 dólares míos, para ser exactos.En cuanto menciono la palabra “dinero”, el público (normalmente formado por emprendedores que están empezando) se revuelve. Me esperan al terminar los eventos boli en mano, con la libreta abierta, con el fin de preguntarme por los detalles de mi experiencia. Muchos me cuentan que ven demasiado opaco el proceso de financiación y es que no saben de dónde sacar el dinero, cómo convencer a los inversores. También, que se sienten abrumados y que quieren saber cómo conseguí el dinero exactamente. Y todas sus preguntas tienen sentido, la verdad. El acceso al capital (préstamos, financiación familiar, inversión de capital, tus ahorros) es una de las principales barreras que debe superar un emprendedor así que es comprensible que los chavales quieran conocer todos los detalles. Antes de empezar mi propia ronda de financiación, también me sentía así. Sabía que el sexo, la raza y el nivel socioeconómico tenían una importancia desproporcionada en las decisiones de inversión pero luego descubrí que la información real sobre cómo recaudar dinero para pequeñas empresas era casi inexistente.
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La mayoría de artículos y libros sólo reflejaban situaciones en las que la empresa ya había echado andar y es que muchos de los emprendedores con los que hablé eran reticentes a la hora de entrar en detalles. La verdad es que no sabían qué decirme, me decían cosas como: “Tuve que superar mis miedos a la hora de pedir” o “Era insistente hasta el dolor, así que me acabaron dando lo que pedía” o “No he tenido muchos problemas a la hora de conseguir financiación. De hecho fue muy fácil” (de verdad que alguien me dijo esto de verdad). Así que ¿cómo consiguió esta gente conocer o ponerse en contacto con personas con mucho dinero? ¿Cómo aprendieron a lanzarse? ¿Cómo encontraron el abogado y mentores correctos que les asesoraran? No, no me movía de forma ingenua ante los desafíos que me iba a encontrar. Durante años, todo el mundo me dio su opinión sobre mi negocio (en el banco, mi antiguo jefe, el chico que controlaba las plagas, mi padre (sobre todo mi padre): que si iba a fracasar, que hornear era “un hobby divertido” que no tenía la experiencia laboral correcta para ser gerente, que debería empezar por crear una empresa de regalitos… Además de mis experiencias personales como mujer, sabía que era un hecho comprobado que mi sexo era importante para la gente que maneja el dinero. Pero entonces, aparecieron todos esos putos obstáculos.Agatha y yo tuvimos que buscar a través de la inversión de capital en primer lugar porque no teníamos hipotecas que refinanciar a cambio de efectivo, no teníamos ingresos personales que invertir o activos que usar para reducir la deuda. Antes de enviar nuestro plan económico, Agatha y yo tuvimos la tentación de pedir un préstamo al banco Chase Bank y a la Administración de Pequeñas Empresas de EE. UU pero nos lo negaron a las dos porque nuestras cuentas no eran fuertes (por desgracia, a los del banco no les hizo gracia que presentara como activo fijo mi colección de cromos de las Garbage Pail Kids y mis Levi’s edición vintage). Nuestra riqueza estaba atada a las acciones que poseíamos de Ovenly y eso no era dinero líquido así que rechazaron nuestra solicitud).En diciembre de 2015, nuestro plan de negocio (que aprendí a redactar pidiéndolo a todos mis conocidos que me enseñaran los suyos y asistiendo a unas jornadas sobre cómo “Aumentar el valor de tu pequeño negocio gastronómico” en la escuela de negocios gastronómicos Food Business School en California) ya estaba en la bandeja de entrada de muchas personas. En sólo dos meses, ya habíamos recaudado la mitad del millón de euros que necesitábamos: cuatro particulares invirtieron, eran personas que nos conocían a Agatha y a mí o supieron del proyecto y les gustó la idea.Cuando recaudamos la primera mitad, sin embargo, no sabíamos a quién más recurrir. Durante meses, estuvimos buscando y rebuscando hasta que 30 días de nuestra fecha límite para cerrar encontramos más dinero. Aunque habíamos intentado encontrar personas que presentaran, teníamos poco acceso a personas de alto nivel económico a través de familiares, amigos, ex compañeros de trabajo o colegas de la industria. Es que esto es así: como no éramos ricas, no conocíamos a gente rica.
OBSTÁCULO Nº 1: NO ERA RICA
OBSTÁCULO Nº 2: NO CONOCÍA A GENTE RICA
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OBSTÁCULO Nº 3: EL TAMAÑO IMPORTA
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OBSTÁCULO Nº 4: ERA UNA MUJER
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EL CIERRE
- Uno de los cuatro primeros inversores que tuvimos resultó ser un señor famoso y con mucha pasta. Así que nos sugirió montar una fiesta de presentación en su casa para así tener más inversores. Muchas de las personas que hasta entonces no nos prestaba atención de repente cambiaron de opinión y nos convocaron a una reunión…
- …Con una señora que era miembro de un círculo de inversoras. Aunque no estaba interesada en el proyecto de Ovenly, le gustamos y nos sugirió que entráramos en el catálogo de inversión de su círculo (donde finalmente conocimos a otras inversoras). En resumen: Veni, vidi, vici y es que recibimos un cuarto de lo que necesitábamos para completar nuestro objetivo, superando a otras 800 empresas.
- Las mujeres que invirtieron a través de ese círculo nos presentaron a sus amigos y a través de ellas sacamos algún pellizco.
- En algún momento de mayo de 2016, cuando íbamos a cerrar la ronda de financiación, escribí un email a todos los que ya habían invertido pidiendo más dinero, así que la recaudación aumentó. Al final, tardamos siete meses en cerrar 940.000$ de 16 inversores. Durante ese periodo, Agatha y yo pasamos 20 horas semanales haciendo networking, manteniendo reuniones y entregando nuestro plan económico: estas tareas se sumaban a nuestras respectivas funciones diarias como gerente y directora de operaciones, respectivamente.
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Al final alcanzamos nuestro objetivo pero para ello tuvimos que pasar mucho tiempo investigando y hablando con gente del mundo empresarial para asesorarnos. Entonces, ¿por qué tengo la sensación de que en realidad no tenía ni idea de cómo hacerlo? Pues creo que por un par de razones: la primera es que estaba hablando con personas que no tenían los mismos intereses que yo (principalmente eran hombres de raza blanca que no estaban involucrados con la industria de comida porque esa era la clase de gente que conocía cuando buscaba dinero). La segunda razón, no hay mucha información disponible sobre inversiones de capital sin riesgo para las empresas pequeñas. Y en tercer lugar, resulta que a mucha gente no le apetecía contarme lo duro que había sido recaudar dinero.La verdad es que no existe ninguna razón por la que no debiera haber sabido todo esto. Así que, mientras juntaba todas mis ideas en este artículo, me puse en contacto con otros 65 creadores de startups para conocer otras experiencias de financiación y compararlas con la mía. Les pedí que por favor fueran sinceros y transparentes a la hora de contar el proceso de financiación y los obstáculos que se encontraron. Me contestó la mitad esto es, 30. Tenían empresas de industrias diversas (y habían recaudado distintas cantidades que oscilaban entre los 50.000 $ y los 10.000.000 $ pero todos se enfrentaban a un desafío al empezar: la falta de acceso al dinero (capital de deuda, inversión de capital, dinero inteligente, o inversores institucionales). Otros desafíos eran la discriminación (y es que la mitad de las personas que me contestaron, hombres y mujeres, la sufrieron) así como lo difícil y eterno que resultó el proceso de recaudación de fondos. A continuación encontrarás información y consejos que, sumados a mi propia historia, espero que ayuden a lanzar o a hacer crecer tu propia empresa.
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TRUCOS DE EMPRENDEDORES DESDE LAS TRINCHERAS
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SAM BUFFA, FUNDADOR, FELLOW BARBER:“Creo que lo más importante que aprendimos es que es más fácil recaudar dinero para una empresa o idea que no existe que para una empresa que ya factura algo. En el umbral de los 10 o 15 millones de dólares”.CHRISTINA CORVINO, COFUNDADORA, CORVINO SUPPER CLUB & TASTING ROOM:“Mucha gente se pudre en el purgatorio de la planificación, conseguir que todo sea perfecto y no avanza. Pero la verdad es que los que financian ya se deciden a los cinco minutos de empezar. Así funcionan. Así que sal a la calle con tu idea y no pierdas el tiempo. El que no llora, no mama”.JEN KING, COFUNDADOR, LIDDABIT SWEETS:“Es necesario tener confianza en uno mismo para recaudar dinero. Me costaba no cuestionarme todo el rato. Creo que las mujeres nos hacemos pasar por buenas demasiado y también dudamos mucho de nosotras mismas”.DANIEL DELANEY, FUNDADOR, DELANEY CHICKEN:“Diría que mi mayor desafío fue entender cómo transmitir mis problemas y desafíos a los inversores. Siempre quería agradar y me callé muchas veces cuando tenía noticias no del todo buenas que comentar”.NATASHA CASE, COFUNDADORA, COOLHAUS ICE CREAM:“Debes vetar a los inversores tanto como te vetan ellos a ti, incluso más. Es clave que sepas que eres tú el que les llevas la oportunidad de inversión y no puede ser que estén obstaculizando el potencialmente enorme crecimiento o evolución de tu empresa”.