FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

La noche en blanco no es alta cultura

En Bogotá desde hace un año se realiza un evento que une arte, tecnología y calle. Buscamos a los curadores de varias galerías para que nos dieran sus opiniones sobre esta noche y las respuestas que obtuvimos, solo nos dejaron más preguntas.

Foto por: Natalia Gónima.

Tecnología, luz, arte, comida, conciertos, teatro, malabarismo, originalidad. Fue eso lo que vivió Bogotá el sábado 27 de septiembre. Estamos hablando de La Noche en Blanco. Una propuesta cultural innovadora que nació en París en el 2002 y anda arrasando en grandes capitales del mundo como Berlín, Roma, Ámsterdam, entre otras. Hace un año llegó a Colombia y ya va por su segunda versión.

Publicidad

Como la primera edición, la segunda también tuvo lugar en Teusaquillo. Las personas se tomaron las calles y se pusieron a disposición del público bicicletas para los que preferían vivir la experiencia de otra manera. Desperdigados por las calles se encontraban personajes de logística entregando mapas, en los que se señalizaba cada obra con un número y una breve descripción de lo que cada artista estaría presentando esa noche. Al principio parecía todo ordenado, pero a medida que la velada callejera avanzaba era evidente que muchos no sabían hacia dónde iban y llegar a cada sitio era más difícil de lo que se pensaba. La conclusión: somos pésimos haciendo y leyendo mapas.

Los medios de comunicación recomendaron el evento en las redes sociales como el plan de la noche. Pero no hubo ninguna crítica posterior contundente. Los espectadores también opinaron, algunos invitando, agradeciendo y uno que otro quejándose durante y despúes del evento.

Este evento se creó en París hace más de una década por iniciativa de Bertrand Delanoë, un alcade bien recordado en la Ciudad de la Luz. National Geographic la considera como una velada de explosión artística y una de las citas más importantes del arte contemporáneo en Europa. La propuesta ya se ha extendido a más de 40 ciudades y en cada una de estas ha causado furor. Aunque cada uno sea un circuito desconectado, todos tienen como común denominador los espacios públicos como eje de creaciones artísticas.

Publicidad

En la segunda versión bogotana se presentaron doce artistas que fueron seleccionados en la convocatoria Arteusaquillo  y la convocatoria Noche en Blanco; tres artistas internacionales provenientes de Alemania, Francia y Venezuela; Alicia de la Torre como invitada especial, diseñadora gráfica y artista plástica especializada en arte corporal, y diversos actos culturales presentados en 33 puntos aliados entre los que se encontraban Casa Tomada, Casa Tinta y El Cubo Café. La curaduría estuvo a cargo de Cecilia Traslaviña, miembro activo de la página web Moebius Animación, Alicia de la Torre y Thierry Harribey, propietario de la galería Neebex de arte contemporáneo.

Los criterios de selección de las obras eran claros, debía ser una obra inédita diseñada para espacio público o privado del sector (Teusaquillo), y que tuviera los siguientes ingredientes esenciales: innovación, lenguaje no convencional, componentes interactivos  y tecnología.

Al final las opiniones del público eran contradictorias. Para algunos al evento le faltó organización, una mejor selección de artistas y algunos otros lo consideraron un carnaval. Para otros, el evento fue simplemente grandioso por el hecho de sacar la gente a la calle y unir una red de artistas.

Pero realmente, ¿qué pasó esa noche en Bogotá?

Buscamos a algunos de los críticos de arte más importantes del país, entre curadores y directores de las galerías más famosas para que nos dieran su opinión y nos respondieran esta inquietud: ¿Qué pasó en La Noche en Blanco? ¿Cumplió con las expectativas?

Publicidad

Entre las personas que consultamos estaban José Ignacio Roca, curador adjunto de la sección latinoamericana de arte en la Tate Modern de Londres; Jaime Cerón, asesor de artes plásticas del Ministerio de Cultura; Jairo Valenzuela, director de Valenzuela y Klenner Galería; Octavio Almansa, director de Galería Casa Cuadrada; Leonor Uribe, directora de Cero Galería; Carolina Rubio, artista plástica y codirectora de arte de LA Galería; Emilio Tarazona, curador de La Otra Bienal de Arte; Claudia Hakim, directora de NC-arte, y Laura Ramirez, performance y VJ.

La respuesta nos sorprendió y más aún nos preocupó: los críticos de arte sabían poco, muy poco, a cerca de La Noche en Blanco. Algunos no tenían conocimiento del evento, otros simplemente no fueron, y unos cuantos nos dieron uno que otro comentario al aire sin ninguna relevancia.

José Ignacio Roca y Emilio Tarazona nos dijeron por Facebook: “Hola, no estaba en esos días, siento no poder ayudar”. Claudia Hakim respondió vía mail: “Desafortunadamente no pude asistir… Invite a varias personas, ojalá lo hayan hecho. Me perece una idea increíble. Espero poder asistir al próximo evento”.

Jaime Cerón, Jairo Valenzuela y Leonor Uribe simplemente nos salieron con un: “No asistí”. Octavio Almansa en vez de responder, nos preguntó ¿Qué es eso? Y Carolina Rubio nos contó: “Sí, sí fui. Me gusta que se abran ese tipo de espacios, pero estuvo muy pobre de propuestas artísticas”.

Publicidad

La conclusión: las respuestas más comunes fueron: “Si sé del evento, pero no asistí”, “¿qué es eso?”, “se me pasó ir”.

Ante este hecho, me pareció apropiado hablar con Alicia de la Torre, una de las encargadas de la curaduría de Arteusaquillo para analizar esta situación. A de la Torre le pareció raro que algunos críticos no conocieran el evento debido a que ha tenido gran difusión en los medios de comunicación, pero entiende por qué algunos no asistieron: “Son obras de una generación distinta y con unos planteamientos totalmente diferentes. Es una nueva propuesta que incluye tecnología. Las personas no están acostumbradas a ver este tipo de manifestaciones en los espacios públicos y no le llama la atención a estos críticos de arte porque ellos están dedicados a cosas más tradicionales”.

Para Alicia este es un evento en evolución, que tiene algunas fallas pero es parte del proceso de aprendizaje y experimentación de los organizadores y colaboradores que están generando este tipo de espacios: “Es normal que se den problemas, pero este intento, es uno muy bueno, el cual trata de generar estos espacios culturales y de acercamiento a la comunidad. A medida que la organización mejore la parte logística y técnica creo que les irá muy bien”.

Laura Ramírez y Carolina Rubio coincidieron en que los puntos que se deberían reconsiderar para próximas versiones son: “Se debe escoger una curaduría con experiencia en video producción y la selección de artistas debe ser más contundente”.

Finalmente entre las diversas voces que dan su opinión sobre el evento, entre los murmullos de las redes sociales, el silencio de los curadores tradicionales y de las expresiones iracundas de los actores que viven en Teusaquillo, a nosotros solo nos quedan las siguientes preguntas alrededor de una noche que parece pasó en blanco.

¿A la elite artística colombiana le interesa juntarse con el arte alternativo? ¿Consideran siquiera el arte interactivo como arte? ¿Es válido presentar el arte fuera de los espacios canónicos? ¿Es necesario un viraje en la mirada curatorial? ¿Es necesario un cambio de guardia en el acto de curar arte contemporáneo que incluye nuevas tecnologías, plataformas e interactividad?