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Sexo

"Concupisciencia"

¿Tu pareja cuestiona tu virilidad, estrecha tu dominio y empequeñece tu poder?

Con esta nota iniciamos una nueva sección en A tranquear el zorro: “Concupisciencia”. En ella pretendemos sacar información de todas esas materias que ustedes odiaban en la preparatoria y encontrar su utilidad sexual (ya sea para el coito en sí, o para servir de consuelo porque él no llamó más por teléfono o porque todas quieren ser sólo tus amigas. Hay bases biológicas y económicas en ello, dice la ciencia). Empecemos con la biología.

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1. ¿Te sientes solo, impotente, poco exitoso, crees que le das a tu pareja más de lo que ella te da? Ahí está la ciencia para reconfortarte. Hay millones de seres vivos que la pasan peor que tú. Es cierto, a veces trabajas mucho y al caer la noche, sólo quieres dormir y ser tratado como un héroe que regresara de la guerra, pero al menos no tienes que producir un esperma que sea 30 veces tu altura. Eso es lo que sucede con la mosca de vinagre, que mide tres milímetros y está obligada a hacer espermatozoides de 85 milímetros de largo. Para hacerte una idea de la proporción: si se tratara de ti, estarías obligado a producir un esperma con la longitud de una ballena azul. ¿Te imaginas el esfuerzo que eso supondría? Así que no te quejes y haz lo tuyo.

2. Chica: ¿odias que esos hombres con los que pasas algunas noches anden dejando ropa, libros, algo suyo en tu casa? Eso no es nada. Las abejas machos dejan sus genitales en el interior de la abeja reina y luego caen muertos. Y no estamos hablando en sentido figurado. Se supone que las abejas reinas sólo pueden copular durante el vuelo, de modo que cuando salen a cielo abierto llegan a congregar a unos 25 mil machos que quieren tirárselas (los científicos han reproducido esa experiencia viajando en el metrobús a hora pico). Dado ese nivel de competencia, una abeja macho tiene unas amplísimas posibilidades de morir virgen –tanto como los autores de esta columna– y por ese motivo, dejan sus genitales en el interior de la hembra con la intención de que sirvan como tapón y ningún otro macho copule con ella. Y tú que llamas “celoso” a tu novio.

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3. Sí, amigo, sé lo que estás pensando en este momento: gastas demasiado en regalos. No eres el único. La araña cazadora Pisaura mirabilis no sólo acude a la cita con su chica con un regalo, sino que lo lleva envuelto en seda. Muy bien envuelto, por cierto. El tiempo de la cópula del que dispone la araña es el tiempo que tiene la chica para quitar la envoltura y consumir el regalo (que suele ser comida, así de imaginativos son los hombres de todas las especies). Regalos de envoltura barroca suponen cópulas más largas (ahora entendemos todo). Y bueno, baste decir que numerosas especies recurren al intercambio de sexo por comida, especialmente de tres formas: a) un macho posee un territorio en donde haya el alimento que las hembras necesiten y, astutamente, cobra el consumo mínimo; b) el chico caza alguna presa de poca monta para compartir con la amada en una cena romántica; c) el macho secreta analmente el banquete de su pareja (gente de “2 chicks 1 cup”: no inventaron nada).

4. Muchacho: ¿con frecuencia te asaltan pensamientos de que tu pareja cuestiona tu virilidad, estrecha tu dominio, empequeñece tu poder y no has dudado en llamarla “castradora”? Vaya que eres un exagerado. Agradece al menos que no seas una babosa banana. Se trata de una especie hermafrodita que tiene una única oportunidad de actuar como macho (como la mayoría de los hombres de nuestra generación). Al igual que algunos actores del cine porno, la babosa banana posee un pene complejo de tal modo que en algún momento del coito, dicho artefacto queda atascado en el aparato sexual de su pareja. ¿La solución? Alguno de los involucrados en la cópula cercena el pene de un mordisco y ya libre de su miembro, la babosa “castrada” adopta su condición de hembra para el resto de su vida. ¿Qué decías?

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Por supuesto que toda esta información no la sacamos del Discovery Channel. De hecho, ni siquiera tenemos televisión. La obtuvimos leyendo un libro en verdad delicioso y con el que puedes estar seguro de que no eres el único promiscuo en un radio de 100 metros a la redonda (hay mucho insecto haciendo travesuras por ahí): Consultorio sexual para todas las especies de Olivia (“And I love her”) Judson. Búsquenlo, está a la venta en el Remate de Libros del Auditorio (los autores de A tranquear… aceptamos que somos pobres, ¿por qué creen ustedes que seguimos siendo célibes?).

@eduardohuchin

Anteriormente en A tranquear el zorro:

¿Arte o porno?

Consultorio textual