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Vice Blog

ALDEA GLOBAL: EL TRISTE CONCURSO DE BELLEZA TIBETANO

Lobsang Wangyal tiene 42 años y se le considera un papa, si no un dios local. Un hombre cuya vida entera gira alrededor de la liberación del Tíbet. También es el fotoperiodista, organizador de eventos, bailarín, presentador y el dibujante más mono que se ha visto jamás. Así que cuando nos invitó a su despacho para hacerle una entrevista, no perdimos la oportunidad.

VICE: Hey, Lobsang, hoy es el último día de la competencia, debes de estar reventado.
Lobsang Wangyal: Es verdad, hoy es la gran final, así que no me quedan muchas fuerzas. Pero si todo va bien, mañana podré relajarme.

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Genial. Antes de hablar del concurso de belleza, podrías hablarnos un poco de tu vida de exiliado.
Es la mayor tragedia de mi vida. Fue muy difícil.

Supongo que naciste en el Tíbet.

No, nací en la India. Mi padre llegó al Tíbet en 1959 y mi madre lo hizo dos años más tarde. Eran muy jóvenes, mi madre debía tener once años y mi padre 15. Se fueron a la India sin entender muy bien qué ocurría. Pensaban quedarse unos años antes de volver al Tíbet, pero entonces ocurrió lo de China, Mongolia, Gran Bretaña… Debieron de sufrir. Yo he vivido siempre aquí, pero no tengo casa, no tengo país, no tengo nada, sólo un sentimiento.

Es triste. ¿Entonces te sientes extranjero en McLeod Ganj?

Totalmente.

Qué pena oírte decir eso. Hablemos de cosas algo más divertidas. Hablemos del concurso. ¿Cómo te vino a la cabeza esa idea de Miss Tíbet?
Oh, ya, sabes, en el mundo moderno en el que vivimos tenemos la tele, la radio, las revistas -oímos hablar de las Miss por aquí y por allá… así que me dije ¿por qué no tener una Miss Tíbet? Empezamos en 2002, y la primera competición fue un éxito internacional, porque el resto del mundo nos vio. Ya ves, es raro, porque nunca pensé que esto pudiese interesarle a la gente. Llamó mucho la atención de los medios -vinieron periodistas de todo el mundo para cubrir el evento.

¿Fue fácil encontrar a gente que quisiera participar?
Fue algo tan novedoso que todo el mundo quería ser Miss Tíbet, ser la más bella, la más encantadora. Si lo piensas, es un título muy honorífico. Así que la primera vez recibimos muchísimas inscripciones. Pero al final, sólo había unas pocas, porque la mayoría se decían: "vaya, tengo que hablar", o "voy a tener que ponerme un traje de baño". De repente se dieron por vencidas. Al año siguiente sólo tuvimos una participante, así que la elegimos sin competición. Desde entonces las cosas han ido mejor. Tenemos entre cuatro y cinco chicas cada año.

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Lógicamente, la llegada de Internet debió haber impuesto un cambio, ¿no?
No mucho, la verdad. La mayoría de la gente es hipócrita en la red. Tienes que entender que son personas muy tradicionales. No tienen ninguna conexión con el mundo exterior. A la gente le impresiona y le entusiasma la idea del concurso, pero no quieren que sus hijas o sus sobrinas participen. Con las nuevas generaciones es distinto. Por ejemplo, yo soy descendiente de la segunda generación. Los tibetanos y yo somos abiertos, y las siguientes generaciones, la tercera y la cuarta, son igual de abiertas. La elección de Miss Tíbet forma parte de sus vidas, así que ya les parece normal. Pero para las personas mayores se dicen: "¿Pero eso qué es? ¿Por qué tenemos una Miss Tíbet?". Las cosas cambiarán, pero llevará su tiempo. Este año hemos tenido seis participantes.

¿Qué podría cambiar en la vida de esas chicas?

Depende de las chicas. Tienen que ser un poco más reactivas. Si cualquiera de ellas espera algo por haber sido elegida Miss Tíbet, lo lleva claro. Algunas quieren escapar de sus vidas, que juzgan demasiado tranquilas, pero también vienen para inspirar a otras chicas. Saben bien que si ganan nunca llegarán a ser Miss Universo -el gobierno chino se ha ocupado de que no podamos formar parte de la competición, se niegan a que hablemos con los organizadores- y saben que nunca desfilarán en París. Además, la ganadora se lleva una buena suma de dinero -alrededor de 35 mil pesos.

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¿Te ha ayudado la India a llevar a cabo la elección de Miss Tíbet?

No. A la gente que les gusta la moda en la India no se les interesa demasiado la moda tibetana, ni su cultura o sus talentos. Son una comunidad muy cerrada. Me gustaría que el mundo nos conociera más, pero con cuatro o cinco chicas a mi lado ¿cómo hacerlo? Tendría que convocar a 20 chicas entre las que elegir. Celebramos el décimo aniversario de la elección y por desgracia nada ha cambiado demasiado.

¿Diez años? Pensaba que habías empezado en 2002.
Sí, pero contando este año ya vamos por la décima edición.

Hmm, va.
Mira, aquí todo es difícil -no sólo encontrar a las participantes. No tenemos organizadores de eventos, por ejemplo, ni productores ni guionistas. Tengo que hacerlo todo yo, lo cubro todo. Intento hacer algo partiendo de cero. Pero alguien tiene que hacerlo.

¿Y a nivel económico quién financia el evento?
No tengo dinero. Después de la competición tendré aproximadamente 80 mil pesos en deudas. Lo pago todo yo, no encuentro patrocinadores y nadie le paga los billetes de avión a los medios. Y la entrada de la competición no cuesta más de diez rupias. Este año han venido muchos miles de personas, pero por ahora no me ha dado más que 17 mil pesos. He hecho un sorteo con 1000 boletos; el primer premio consiste en una cena con Miss Tíbet, pero no he vendido ni uno solo. Como puedes ver, ahora mismo estoy bien jodido.

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¿Y el Dalai Lama no puede ayudarte?

Es alguien siempre muy positivo. Sigue los principios del Camino Medio y siempre dice que "la belleza física es importante, pero no tanto como la interior". Nos apoya, creo que espera repercusiones positivas de este concurso, pero por otro lado no veo qué soporte económico podría aportarnos.

He oído que iba a venir, ¿es cierto?
No, ahora sí que estoy jodido. Décimo aniversario o no, puede que tenga que cancelar la elección. No puedo seguir así.

Texto por IONNIS MUSTAKIS FANARIOTIS y ELEKTRA KOTSONI
Fotos por MIKI ZORIC y MIKE ALRIGHT