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Cultură

Algunas personas nos contaron lo peor que le han hecho a sus padres

La paternidad es el trabajo más difícil del mundo incluso si tu hijo no trata de sabotearte en cada oportunidad que tiene.
Foto por aaronbelford inc vía Stocksy

Nuestros padres hicieron su mejor esfuerzo con nosotros. Por supuesto, la mayoría de nuestras infancias no fueron como las pinturas de Norman Rockwell pero al menos salimos ilesos, ¿no? Además, no es que seamos unos angelitos. La paternidad es el trabajo más difícil del mundo incluso si tu hijo no trata de sabotearte en cada oportunidad que tiene.

Le pedimos a algunas personas que nos contaran lo peor que le han hecho a sus padres. Algunos todavía se sienten culpables por su comportamiento adolescente, como decir mentiras y salirse a escondidas. Sin embargo, las travesuras de otros hicieron que el niño de Mi pobre diablillo parezca miembro de la familia Von Trapps.

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Fingir que quería suicidarme

Fue en 1º de secundaria y pasé de pesar 45 kg a pesar 70 en cuatro meses más o menos. Todos los chicos populares con los que salía empezaron a molestarme y atacarme cada semana. Una noche, dejaron un mensaje de voz amenazando con matarme si iba a la escuela al día siguiente. Esto, claro, después de grafitear en la pared de la escuela "Alex es un atún" con esvásticas por todo el edificio.

Lo borré antes de que mi mamá lo escuchara. Ella había me había causado más problemas por haber ido a reclamar y yo lo último que quería era que empeoraran las cosas. Entonces, al día siguiente le dije que no quería ir a la escuela porque quería suicidarme. Y como no me creyó, tomé un cuchillo y amenacé con hacerme daño. Por supuesto, trató de evitarlo y la amenacé con él solamente para que viera que era en serio. Cuando por fin me creyó, me llevó tranquilamente a la sala de siquiatría y los convencí de que me internaran un mes.

Esa no fue la única vez que fingí. Para cuando cumplí 14 años, ya me habían internado más de 13 veces en el siquiátrico. Hasta hace poco me enteré de que mi mamá vendió el departamento para cubrir todos mis gastos médicos. Dijo que pagó más de 2 millones de pesos y que desde entonces tiene que rentar porque nunca se recuperó de ese golpe financiero. —Alex, 27

Convencer a mi mamá de que era un intruso que se había metido a la casa

Mi práctica de fútbol de la preparatoria se canceló por la lluvia. Cuando terminaron las clases me fui corriendo al autobús, cosa que nunca hago durante la temporada y llegué a casa antes que toda mi familia. Dejé mi mochila en mi recámara y fui directo al baño.

Después escuché que se abría la puerta de enfrente. Era mi mamá que venía del trabajo. Me di cuenta de que no había evidencia de que yo o alguien más de la familia estaba en casa. Así que hice lo que cualquier adolescente hormonal haría en mi situación: apagué la luz y esperé en silencio hasta que la escuché caminar frente a la puerta del baño y grité como un mono aullador rabioso que se mete anfetaminas.

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De alguna forma, mi mamá gritó todavía más fuerte. Se fue corriendo a su cuarto y escuché que algo cayó al piso. Después me di cuenta de que estaba buscando el revolver de mi papá. Pero salí rápido para que viera que era yo y ella respondió con una serie de groserías que normalmente usaría un marinero.

Lo que se cayó fue una bolsa de dulces y como había líquido sobre el piso, asumí que también se había roto una botella. Limpié todo y cuando estaba tirando la basura, mi mamá por fin salió de su recámara. Estaba roja y temblando, lo más cerca que un humano puede estar de sacar humo por las orejas. Trató de calmarse y dijo "¿Cómo te atreves? No puedes… tú, pedazo de mierda, ¡hiciste que me hiciera pipí!". Tardé unos minutos en darme cuenta que no se había roto ninguna botella. Michael, 30

Drogar a mi mamá

Mi amiga se quedó a dormir en cada y queríamos salir y fumar mota con una amiga más grande que nos iba a recoger. Ninguna de las dos sabía manejar y ni siquiera teníamos edad para sacar un permiso. Por lo tanto, si llegaba alguien por nosotros en auto, se iba a dar cuenta que era más grande y no nos iba a dejar ir. Así que preparé chocolate caliente y puse una pastilla para dormir en la taza de mi mamá. Pero no quería tomar chocolate caliente a las 9PM y, como nunca hago ese tipo de cosas, debió parecerle muy sospechoso. No funcionó. Pero esa no fue la única vez que la drogué.

Una vez preparé brownies con mota para mi novio y mi mamá me pidió uno (sin saber lo que contenían. Le di su brownie y le envolví otros dos para que se los llevara al trabajo. Creo que hasta le dio uno a su jefe. Debo dejar de drogar a mi mamá.—Yeri, 26

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Fingir heridas

Cuando tenía 11 años, siempre que no quería hacer algo o me aburría, fingía que estaba herido. Durante una práctica de futbol, vi cómo uno de los niños que estaban jugando se lastimó y se lo llevaron en una ambulancia. Me gustó toda la conmoción que provocó y la semana siguiente fingí que se me dislocó un hombro por un golpe muy fuerte y todos se la creyeron. La ambulancia salió y yo estaba feliz de recibir tanta atención y de no tener que practicar ese día. Lógicamente, en el hospital le dijeron a mis padres que no tenía nada y que sólo era necesario ponerme un poco de hielo.

Unos meses después, cuando estaba jugando en la calle, fingí que me caí de la bicicleta y me quedé tirando en la calle hasta que un señor estacionó su auto y corrió a buscar a mi mamá. Usaron números viejos de National Geographic para entablillar mi pierna y el hospital otra vez descubrió que en realidad no me había fracturado el fémur. Seguí con mi acto y anduve en muletas por un rato para que fuera más convincente. Ahora, como adulto, me doy cuenta de todo lo que tuvieron que gastar mis padres por mis caprichos. George, 31

Huir de casa

Mi mamá siempre fue muy sobreprotectora conmigo. Incluso después de que cumplí 18, cuando salía, me llamaba cada dos horas para preguntarme si estaba bien.

Hasta que un día dije "A la mierda" y decidí tomar mi Mercedes (registrado a nombre de mi mamá) y desaparecer. En realidad solamente me fui a quedar en casa de algunos amigos. A las tres semanas, mi mamá se estaba volviendo loca y ya había llamado prácticamente a todas las personas que conozco. En ese entonces yo todavía iba a la universidad pero como no se sabía mi horario, llegó e hizo una escena para que saliera a enfrentarla. Después se puso a gritar que tenía que ir a rehabilitación (algo muy gracioso porque en ese entonces ni siquiera había probado una sola droga). Ese día también me quitó las llaves del auto. En la noche, tiré mi celular y me fui de gira con una banda. Regresé a casa tres meses después. Ahora me doy cuenta que todo lo que hice fue una ridiculez.— Jamie, 25

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Romper las costillas de mi mamá

En mi adolescencia me llevaba muy mal con mi mamá. Creo que es algo común entre madres e hijas. Un día, cuando tenía 15 años, estábamos peleando por algo muy trivial en el auto. Ella se detuvo en plena autopista y me dijo que me bajara. Y lo hice. Después caminé a la gasolinera más cercana y le hablé a un amigo para que me llevara a casa —no sin antes darme un poco de alcohol—.

Estaba tan mareada y enojada que en cuanto abrí la puerta, tuve un altercado físico con mi mamá y empujé su pequeño cuerpo de 40 kg contra la puerta. El golpe fue tan fuerte que se le fracturaron casi todas las costillas. Ella me dio la vida y yo le hice eso. Ahora, 12 años después, nos reímos de ese incidente. Tuve mucha suerte porque no me dejó de amar y no llamó a la policía. Molly, 27

Hacerle creer que me hago tatuajes feos

Tengo muchos tatuajes y siempre le hago bromas pesadas a mi mamá, que vive al otro lado del país. Tomo una foto y la edito con Photoshop para que parezca que me acabo de hacer un tatuaje horrible. Una vez la hice creer que me había tatuado el perro de Fievel va al Oeste. Pat, 28

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