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Mi primer logro sexual fue un orgasmo en pareja. Sí, no nos hagamos tontos. Nos hacemos expertos del tema y de mente muy abierta, pero muchos aquí nunca han tenido un orgasmo en pareja. No se preocupen, pasará. El segundo logro fue tener un orgasmo únicamente a través de la penetración. Yo ya estaba comenzando a pensar que mi vagina estaba defectuosa y que mi clítoris era la única parte funcional, cuando un día, sucedió.Estos dos logros me sugerían insistentemente que el cerebro es el órgano sexual más importante y que al igual que la felicidad, mi plenitud sexual probablemente dependía de mí y no de factores externos, pero supongo que simplemente hay verdades a las que uno prefiere mostrarse necio y escéptico.
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Para empezar, hay que relajarse. Entre más tensos estemos, más propensos seremos a tener un orgasmo mediocre. Después, hay que poner MUCHA atención a las conexiones en nuestro cuerpo y ver qué es lo que mejor funciona para cada quien. Por ejemplo, a mí me funcionaron unas contracciones.Después de haberme visto al espejo, aparentemente excitada, regresé a la cama y decidí repetir la operación; necesitaba averiguar qué estaba pasando en mi cuerpo. Poniendo atención y consciencia a cada detalle, descubrí que el movimiento de mis nalgas, en cierto modo, provocaba una sensación tan placentera en mi cuerpo que éste mandaba una señal a mi cerebro y éste, a su vez, provocaba una contracción vaginal. Era como si mi cerebro y mi cuerpo se estuvieran engañando mutuamente por una buena causa. De pronto, me pregunté: Si pudiera ordenarle a mi cuerpo que reproduzca todas las sensaciones que prueba en un encuentro sexual, ¿podría llegar a tener un orgasmo?Lo volví a intentar, pero esta vez no hice nada más que ordenarle a mi mente que reprodujera sensaciones placenteras. Probé con diversos tipos de contracciones, las combiné entre ellas, jugué con los ritmos, y todo, aparentemente inmóvil. Al inicio, era torpe y no lograba mantener una cadencia, pero poco a poco, mi respiración comenzó a cambiar, algunas gotas de sudor empezaron a humedecerme el rostro y hasta podía escuchar latir a mi corazón. Los síntomas de un orgasmo eran bastante evidentes, aunque, ¡un momento!, también podían ser síntomas de un paro cardíaco. ¿Y si por andar de caliente me estaba provocando un infarto? Empecé a despedirme mentalmente de mis seres queridos; había llegado muy lejos como para detenerme. Era o todo o nada. Podía sentir cómo mis calzones se me pegaban de lo mojados que estaban. "Vente", me dije, "Vente, vente, vente". Ok, no les voy a mentir: me lo tuve que repetir tantas veces que la palabra empezó a perder su significado y empecé a sentirme ridícula, pero valió la pena. De un momento a otro, una ola de placer estaba arrasando con todo mi cuerpo haciendo que todos mis músculos vibraran simultáneamente. Fue increíble. Naturalmente, no veía la hora de repetirlo, pero la experiencia había sido demasiado extenuante como para hacerlo inmediatamente. Estaba cansadísima, el corazón se me iba a salir del pecho y tenía manchas rojas en el cuello, sin mencionar que traía los calzones prácticamente tatuados. Lo volví a hacer el siguiente domingo por la mañana, una que otra tarde después del gimnasio y así eventualmente.