Los balones de Chichihualco, el pueblo que cose pelotas de futbol para todo México

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Los balones de Chichihualco, el pueblo que cose pelotas de futbol para todo México

Chichihualco, Guerrero, es un pueblo dedicado a la producción de balones de futbol, donde sus habitantes reciben diez pesos por cada balón cosido a mano.

Vista panorámica del pueblo de Chichihualco, Guerrero, desde la carretera de entrada. Chichihualco se encuentra a escasos kilómetros de Chilpancingo, capital del estado.

Una señora camina por las calles del pueblo. Las paredes pintadas con balones indican las fábricas productoras donde se hacen a mano los famosos balones de Chichihualco.

En la fábrica de Don Arturo Alarcón Ávila una señora pregunta por el precio de un balón.

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Don Arturo Alarcón Ávila trabaja en la fábrica de su padre desde los 13 años. Reconoce que ha visto mejores tiempos antes de que los chinos invadieran el mercado nacional con balones de futbol más baratos. También se jacta que la calidad de los fabricantes de Chichihualco es la razón por la que muchos clientes regresan y prefieren los balones hechos en el pueblo.

Don Arturo prepara el inflado de los balones cosidos por los internos del penal estatal de Chilpancingo. Aunque el corte y el estampado de cada pieza se hace en las fábricas, para el cosido se subcontrata, tanto a familias del pueblo y otras comunidades, como a los internos del penal. A todos se les paga.

Proceso manual de estampado de cada pieza. En muchas ocasiones el distribuidor define qué estampado quiere y a menudo opta por no poner la marca del fabricante. Las preferencias varían pero en general los balones se estampan con logos de equipos nacionales e internacionales.

Don Arturo prepara los hilos que se usarán para coser los balones. Para cada modelo y tamaño de balón se usa una cantidad precortada de hilo que se entrega a las personas que van a coserlos. El desperdicio es mínimo.

Tres generaciones en una casa cosen balones a mano. Muchos de los habitantes en Chichihualco se dedican a la agricultura pero incrementan su economía familiar cosiendo balones. En tiempos de sequía, como este 2015, cuando el campo no produce, coser balones es la única forma de subsistencia.

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Las diferentes porterías grafiteadas en las paredes son testigos de la cultura del futbol más allá de la fabricación de los balones.

Dos chicas y su padre cosen balones en el jardín trasero de su casa. Muchos niños y adolescentes cosen balones cuando terminan sus clases en la escuela.

Las tiras de cuero alrededor del pulgar sirven como protección al estirar los hilos. Aunque el material sintético usado hoy en día es más suave que el cuero que se utilizaba en los balones de antaño, al coserlos aún crea la suficiente resistencia como para que generen cortes en las manos.

Las partes del balón se cosen por su anverso y es importante que el hilo esté muy bien encerado para que quedé asentado, ajustado y no se corra. El recorrido completo de costura se hace a doble hilo. Al final del proceso de costura se deja una rendija de 3 cm para introducir y sellar la recámara de hule.

Una familia en la entrada de su casa cose balones. Por cada balón cosido y entregado reciben diez pesos. El tiempo de cosido por balón puede variar según la pericia de cada persona pero son dos horas, en promedio.

Internos en el Penal Estatal de Chilpancingo, Guerrero, también cosen balones. Aquí la paga por balón es de 8 pesos con 50 centavos por balón. El otro peso con 50 centavos restante se lo queda el que distribuye los balones en la cárcel. Como garantía para poder recibir balones en la cárcel, la persona que los distribuye tiene que poner de su bolsillo como garantía una cantidad monetaria equivalente al volumen recibido.

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Edgar Gabriel Sánchez Carrillo lleva algunos años en el Centro de Readaptación Social (CERESO) de Chilpancingo por tráfico de drogas entre Venezuela y México. En la prisión se dedica a hacer artesanías y distribuir las piezas de los balones que recibe semanalmente de Chichihualco. Está convencido que "los internos que ocupan su mente y cosen balones no crean problemas y no hacen malicias". Para el sistema penitenciario estatal, es aparte del proceso de readaptación social.

Internos en el CERESO de Chilpancingo cosen balones.

Un interno a la entrada de la iglesia en el patio central del penal de Chilpancigo cose balones. En la prisión la cera para los hilos se hace con una mezcla de parafina.

Postal diaria en el pueblo de Chichihualco.

Un joven estampa balones en el taller de Don Alberto Morales. Don Beto abrió el primer taller de balones en 1967 y a partir de ahí muchos aprendieron y fundaron sus propios talleres.