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Dejen de preocuparse por la mordida de Luis Suárez

Fue un acto de locura, un acto de violencia cómica, pero no fue peor que las peligrosas barridas, pisotones y cabezazos.

Luis Suárez (foto vía).

Las mordeduras son el indisputable recordatorio de que los humanos somos lo que desearíamos no ser: animales. Morder es cosa que hacen los mapaches, las ratas y los rabiosos, un inconveniente que deben soportar para alimentarse. El intento de Luis Suárez por arrancarle un pedazo de brazo a Branislav Ivanovic el día de ayer fue bizarro y muy divertido, pero también fue un vergonzoso recordatorio para muchos de que tenemos necesidades y apetitos primales. Extrañamente, también me hizo pensar sobre Platón y su aseveración de que el alma se dividía en tres partes: la razón, el espíritu y el apetito. La razón era la parte más grandiosa y eran poco los hombres cuya alma era controlada por la razón.

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La gran mayoría, decía Platón, estaban controlados por el apetito. Se revolcaba en su suciedad, tenían sexo con miembros del sexo opuesto, merodeaban en busca de aceitunas para acompañar su carne de cordero mal destazado. No eran a lo que debía aspirar la humanidad. Nunca encontrarían la verdad sobre la vida. Eran la clase de personas que, si jugaran futbol (un juego del que tristemente no disfrutaron en la vieja Atenas) habrían recurrido a sus dientes para atacar a su oponente.

Nos gusta imaginar que hemos avanzado mucho desde el siglo V en Atenas; imaginar que, contra toda evidencia, nuestras acciones hoy en día son guiadas por la razón. Podrá ser una razón terrible o equivocada, pero razón igual. No somos animales. No mordemos. Así que cuando Suárez encajó sus dientes en el brazo de Ivanovic el domingo por la tarde, el mundo estalló como si nos invadieran las fuerzas del mal. En Sky, el ex jugador del Liverpool, Graeme Souness, miraba atónito la escena, como la mordida de Suárez fuera la cúspide de la crueldad humana; una mancha permanente en la reputación del magnífico club al que dedicó sus mejores años.

La mordida Suárez/Ivanovic en toda su gloria y en cámara lenta.

“Está poniendo en juego su permanencia en el Liverpool… Este club es un club de futbol mundialmente reconocido… pero esto dejará al Liverpool muy mal parado, en especial en esta semana”, dijo Souness, refiriéndose a la reciente muerte de la incansable Anne Williams, así como las explosiones durante el maratón de Boston (los dueños del Liverpool tienen fuertes lazos con la ciudad).

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La idea parece ser que la mordida de Suárez fue algo particularmente lamentable pues llegó durante una semana en la que ocurrieron hechos terribles. Como si la mordida de Ivanovic fuera un grave insulto para los ciudadanos de Boston. Como si sus acciones desquiciadas en el campo fueran su manera de pintarle dedo a las víctimas del desastre de Hillsborough. Varios periódicos y llamadas parecían  estar de acuerdo. La línea, “esta semana, entre todas las posibles” se repetía son asombro y asco. Pero la mordida no tuvo nada que ver con la muerte de una activista de Hillsborough ni con la detonación de explosivos en una ciudad a miles de kilómetros de Liverpool.

Fue un acto de locura, un acto de violencia cómica, pero no fue peor que las peligrosas barridas, pisotones y cabezazos (cosas mucho más dolorosas y peligrosas para una carrera) que ocurren en todos los partidos. Lo que lo hizo parecer algo peor fue su naturaleza animal, el uso de dientes en lugar de puños y tacos. Después de todo, un lobo puede morder, pero sólo un noble puede enterrar sus tacos en la pierna de otro hombre y, en el proceso, aplicar suficiente fuerza para romperle el hueso.

Souness, dada la oportunidad de ejercer algo de razón desde la distancia, nunca reflexionó sobre el hecho de que, como jugador, había sido acusado de las más horrendas barridas. Más chistoso aún, cuando era director del Galatasaray incitó a un amotinamiento al entrar corriendo al área de sus archirrivales Fenerbahce y clavar la bandera de su equipo en el círculo central.

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La primera vez que Suárez mordió a un jugador en la cancha, en 2010 jugando para el club holandés, Ajax.

No cabe duda que Suárez debe ser castigado durante algunos partidos, pero todos deben dejar de pretender que el Liverpool considerará venderlo. Si no lo vendieron luego de que lo declaran culpable de insultar racialmente a Patrice Evra, no lo van a vender por esto. Además, ¿qué clase de mensaje enviarían con eso? ¿Qué el Liverpool tolera el racismo pero no las mordeduras? Discriminar a alguien por su color de piel está bien, pero morder a un hombre te convierte en un animal salvaje que necesita ser puesto a dormir.

Me imagino a los dueños del Liverpool, Fenway Sports Group, contactando al director Brendan Rodgers para decirle que tiene que llevar a Suárez al veterinario y acabar con su sufrimiento. Rodgers, a regañadientes, acepta, y le dice al cachorro de Luis que lo llevará por una vacuna, antes de ver como el equipo médico del Liverpool, lenta y respetuosamente, pone a su tirador estrella a dormir. Después Rodgers regresa con sus jugadores para decirles que su compañero vive ahora en una granja en las afueras de la ciudad, donde tiene muchos amigos y hay otros animales con los que puede jugar y morderse. Entonces, Jamie Carragher mira a Rodgers lleno de esperanza: “¿Lo volveremos a ver, Jefe?” “No, hijo, no lo podemos visitar", respondería Rodgers, con lágrimas en los ojos. "Pero me pidió que les dijera que está muy feliz”.

Esta semana, Branislav Ivanovic se levantará para salir a entrenar como siempre. No presentará cargos y probablemente tampoco se vacune contra el tétanos. Una mordida no es nada peor que una barrida; no acaba con la carrera de alguien, y definitivamente no es peor que recurrir al racismo para antagonizar a tu oponente. Suárez no es ningún santo, lo sabemos. El futbol que él juega es una guerra; guiado por la filosofía uruguaya de la garra, para Suárez todo está permitido. Es tan competitivo que hará lo que sea necesario para llevar la delantera; morder es sólo una parte de eso. No está bien y es un poco preocupante, pero también es entretenido y gracioso. Además, Suárez (quien no será vendido) ya recibió una multa y ha pedido que su pago vaya al grupo de apoyo de la familia Hillsborough, así que eso debería tranquilizar a todos aquellos que ven una conexión directa entre la mordida y el desastre de Hillsborough de hace 23 años.

Junto a uno de los artículos que leí contra Suárez el día de hoy, aparecía un anuncio para una playera con la cita de Eric Cantona: “Cuando una gaviota sigue al arrastrero, es porque piensa que se arrojarán sardinas al mar”. Cantona dijo esto en respuesta a la reacción de la prensa por su salto contra la multitud y por darle una patada de kung fu a un fan. Los abominables crímenes futbolísticos de hoy, serán recordados como simples momentos de locura.

Sigue a Oscar en Twitter: @oscarrickettnow