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El significado de los resultados electorales en México

Sólo pregúntale a tu taxista.

El miércoles, el Instituto Federal Electoral (IFE) comenzó el recuento de millones de votos emitidos en esta carrera electoral, la cual parece haber favorecido al Partido Revolucionario Institucional (PRI). Enrique Peña Nieto superó al candidato de la izquierda de vieja escuela, Andrés Manuel López Obrador, por unos seis puntos. AMLO busca impugnar el resultado de la elección, como lo hizo en 2006, cuando perdió por menos de un punto. No quiere aceptar la derrota porque eso implica aceptar lo que él y sus seguidores consideran un sistema intrínsecamente corrupto. Sin embargo, es un pacifista y no cree en la violencia ni en el conflicto armado. Y como resultado, el resto de nosotros llevamos días quejándonos, durmiendo y chupando mucho. Lo peor que puede pasar es que AMLO llame a otro plantón en las principales avenidas de la Ciudad de México, y que cierre el Zócalo como lo hizo en 2006. Pero eso sólo lo dañó a su base y permitió que sus enemigos gritaran “¡Se los dijimos!”. El domingo pasado, AMLO arrasó en la Ciudad de México por casi 27 puntos.

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Afuera del IFE, filas de policías con chalecos y gorras verde limón acordonaron el área para proteger al instituto de un grupo de jóvenes manifestantes que siguen en las afueras del lugar, después de un desmadre la noche antes. Tenían los rostros descubiertos y el aspecto de porros. Por la mañana, el movimiento #YoSoy132 tuvo que enviar un comunicado para decir que los manifestantes parados afuera del IFE no eran miembros de su movimiento.

Dentro del IFE, casi toda la prensa extranjera se ha marchado. Eso deja sólo a los burócratas, los reporteros nacionales de siempre, los equipos de televisión y las edecanes. Tome asiento en la enorme sala de conferencias del IFE; donde docenas de computadoras proyectan los votos por estado en pantallas enormes. Los consejeros del IFE entran y toman asiento en un escenario elevado. Los burócratas y lo reporteros discuten entre ellos con una jerga indescifrable. El punto, según entendí, es que con una diferencia de más de tres millones de votos entre Peña y AMLO, no hay mucho que pueda cambiar en este momento sin importar cuanto lo intenten. No importa qué tanta evidencia haya de una compra e influencia de votos. Es el mismo mensaje de siempre una y otra vez: nada va a cambiar aquí, seamos honestos (pero dicho en un idioma que nadie entiende).

Todos los taxistas con los que he hablado en México en las últimas semanas terminan por decirme que creen que la democracia no existe en este país. Para ellos, Peña Nieto se ve y suena como un candidato inventado, un títere, un avatar apuesto para el ominoso grupo de Atlacomulco, uno de los grupos más antiguos y oscuros del PRI.

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El grupo recibe su nombre del pequeño pueblo en el noroeste del estado de México, donde Peña Nieto fue gobernador. Peña creció en Atlacomulco, el cual lleva tiempo siendo un bastión de poder del PRI. Atlacomulco es lugar de origen de una serie de gobernadores del Estado de México, incluyendo a dos de los tíos de Peña. El pariente más reciente en el poder fue el gobernador al que Peña reemplazó, un dinosaurio rodeado de escándalos de nombre Arturo Montiel. Otros de los supuestos miembros del grupo de Atlacomulco, cuyos nombres erizan la piel de aquellos que consideran al PRI una fuerza represora y corrupta, son: Carlos Hank González, una figura considerara por muchos como verdadero mafioso que acuñó una de las frases más conocidos en México: “Un político pobre es un pobre político”, y su hijo, Jorge Hank Rhon, una figura patética pero peligrosa con un zoológico privado de animales exóticos en las Lomas de Tijuana.

También están los supuestos nexos con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, quien sigue siendo el enemigo público número uno en la vida política mexicana. Dicen que el grupo de Atlacomulco no podría haber crecido en los últimos años sin las bendiciones del calvo del PRI, quien tuvo que huir a Irlanda después de su presidencia, porque no había un trato de extradición entre México y ese país. El historial político de Salinas es largo, frío y sangriento. Incluye haberse robado las elecciones en 1988 y un supuesto involucramiento en el asesinato de su posible heredero, Luis Donaldo Colosio, en 1994. También hubo la catastrófica devaluación del peso, y la firma del tratado de libre comercio con Bill Clinton, en muchas formas un desastre para México, seguido por supuesto del levantamiento zapatista en el sureste indígena de México.

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En 2005, Salinas asistió el funeral del padre de Peña. También asistió a la toma de protesta de Peña como gobernador. No sé exactamente cual es la relación entre Peña y Salina, y no estoy seguro de que lleguemos a entenderla, mientras que entendemos que toda la política en México es básicamente un espejo humeante. Todo esto podría no tener ningún significado. Quizá el probable nuevo presidente del país tenga un sexenio limpio, independiente y digno. Sin embargo, durante entrevistas Peña ha descrito su relación con Salinas como “cordial” y “respetuosa”. Eso no es una buena señal.

Sólo pregúntale a tu taxista. Por lo general saben lo que implica Atlacomulco, y creen fervientemente que Peña es sólo el niño de oro del grupo; su majestuosa producción. Una de las personas con las que he hablado en los últimos días se refirió a Peña como “ese muchacho,” nada mas.

Tener un buen demonio y una gran mitología de oscuridad para quejarse es suficiente para entablar una buena conversación. De aquí en adelante es seguro que tendremos seis años de sólido material. El ambiente se siente lúgubre esta semana en México. El día de la elección, fui a una de las llamadas casillas especiales en la TAPO. Estas fueron colocadas para las personas que están fuera de su ubicación oficial para votar. El escenario en las casillas especiales es siempre caótico. Por ley, hay sólo 750 boletas en cada uno, pero por lo general llegan cientos de personas más y exigen agresivamente que se les de una boleta conforme el tiempo avanza.

En la terminal camionera, conocí a una joven ingeniera industrial de Tampico, Tamaulipas, territorio Zeta. Lizeth García Aguilar, de 24 años, me dijo que votó por AMLO. Si AMLO no gana, me dijo, “se va a armar un pedo”.

Pero lo dijo desanimada, con un poco de resignación.

“Allá en Tamaulipas gobierna el PRI, pero realmente esta mal, allá sí se ve mucho narcotráfico, todo eso, y pues no quiero que siga gobernando el PRI,” dijo García, mientras se talla la mancha de tinta púrpura en el pulgar derecho. “Todo esto es una tranza realmente”.