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EPN: diciembre me gustó pa’ que te vayas

¿Qué tiene que pasar legalmente para que el presidente de México dimita?

​Ilustración por Alfonso Ochoa.

​Escojan el equipo de futbol que quieran. Todos cambian de director técnico si éste no da resultados o no cumple lo acordado. No importa que, por ejemplo, las Chivas del Guadalajara no se comporten como un equipo en la cancha. Usan uniforme de futbol, en la mayoría de las veces le hacen caso al árbitro, generalmente respetan al rival y juegan en una cancha con límites definidos, físicos o establecidos por reglas. Lo mismo pasa en la política que, sin ser un juego, tiene reglas.

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En una democracia es perfectamente legítimo exigir la renuncia o la destitución del presidente. Como en el ejemplo inicial, México no es una democracia, pero las reglas de la política lo son. Dentro de las reglas cabe la posibilidad de exigir la renuncia del presidente y al hacerlo no se adopta una conducta desestabilizadora.

Por el contrario, en la Constitución está prevista la sustitución del presidente y ahí se define con claridad los pasos a seguir. Creo que el motor de la democracia está en las personas que teniendo ideas políticas distintas a las de la mayoría, intentan convencer a otras de llevarlas a cabo. Históricamente cuando los consensos políticos duran muchos años, estamos hablando de gobiernos autoritarios o de dictaduras. Sin equipos rivales no habría partidos de futbol.

El juego y sus reglas

Las reglas de la política están en nuestra Constitución. Las principales las encontramos al principio (artículos del 1 al 24 principalmente). Es claro que desaparecer a estudiantes no está permitido y quienes lo hagan salen de la política y entran a un terreno en el que la única regla es la del más violento.

La democracia es por lo tanto el modelo que tenemos (artículo 40). Ese sistema supone que la gente es quien toma decisiones y elige, de entre varias propuestas, a quienes las ejecutarán por un tiempo determinado (artículo 41).

Quien lea lo anterior seguro va a sonreír y de inmediato me calificará de iluso. Yo les daría la razón. Creo que cuando los funcionarios protestan (artículo 87) "… guardar y hacer guardar la Constitución" se lo toman tan en serio y la guardan pero en un cajón. Entonces, ¿por qué es importante insistir en un texto que no se cumple?

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Los dos requisitos de la democracia

De la democracia hay muchas definiciones. Nuestra Constitución dice que los cargos públicos se obtienen por el voto de la mayoría de las personas. Los ocupan quienes son designados para ejecutar las propuestas. Pero hay cosas que la simple mayoría no puede modificar.

Para cambiar la Constitución (artículo 135), para nombrar a integrantes de la Suprema Corte de Justicia (artículo 96) del Instituto Nacional Electoral (artículo 41) o nombrar presidente interino (artículo 84) por poner sólo tres ejemplos, la regla no es la mayoría simple, sino una mayoría calificada (dos terceras partes). Incluso a esa mayoría le está impedido (artículo 1) quitar derechos humanos o resolver que ya no habría elecciones libres, por ejemplo.

Esto quiere decir que nuestra democracia tiene dos requisitos: 1) La toma de las decisiones por una mayoría y, 2) El respeto a las ideas y los derechos de todas las personas, incluyendo a los que disienten. Si falta uno de esos factores no hay democracia. Hace ​más de un año escribí​ que si quieres conocer el nivel democrático en un país observa cómo tratan a los opositores, en México los encarcelan, reprimen, torturan e incluso los desaparecen.

La prueba del autoritarismo

Haciendo una analogía, Peña Nieto es el director técnico de un equipo de futbol que cree que las reglas que aplican son las de la lucha libre y además es muy mal entrenador.

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La evidencia de que Enrique Peña Nieto no cree en la democracia y por el contrario está convencido del autoritarismo son, entre otras cosas, sus propias palabras (y sus gestos): sus mismas​ palabras cuando se refiera a las protestas por nuestros 43 normalistas: "Protestas que a veces no está claro su objetivo. Pareciera que respondieran a un interés de generar desestabilización, de generar desorden social y, sobre todo, de atentar contra el proyecto de Nación que hemos venido impulsando".

Alguien que piensa que en México hay estabilidad a pesar de lo sucedido en Iguala, que los que protestan desestabilizan y, que no compartir su proyecto es lo más grave ("sobre todo"), en realidad cree en el autoritarismo y por lo tanto no debe presidir una democracia.

El procedimiento de sustitución

Como en el futbol, se supone que es responsabilidad del director técnico coordinar todo para que su equipo le vaya bien y llegado su momento, gane ante equipos rivales. Si eso no pasa, no se esperan a que acabe el torneo y lo despiden para traer a otro en su lugar. Como dijo Alfonso Cuarón: "Habían pro​metido que al vender el país iba a haber seguridad, pero ahora se está vendiendo el país y la seguridad está cada vez peor…"

Es claro que Peña Nieto no se despertará un día y tomará un papel para renunciar. Pero la historia ha demostrado que hay dos factores para que eso suceda: 1) Si un ejecutivo pierde el apoyo de una clara mayoría de la ciudadanía, y 2) Pierde el apoyo de otros países sobre todo de los más poderosos. De ser éste el caso, existen dos caminos: la renuncia o la dictadura.

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El primer factor y más importante depende de nosotros y nuestra capacidad de sostener la indignación. Sólo eso puede detonar que el segundo factor se produzca. En ese escenario: ¿cuál sería el procedimiento para sustituirlo?

Los artículos 83, 84, 85 y 86 de la Constitución preveen diversas hipótesis relacionadas con la licencia, renuncia o la ausencia de quien sea elegido como presidente.

  • El presidente puede solicitar al Congreso licencia hasta por setenta días, tiempo durante el cual el Secretario de Gobernación asumirá provisionalmente el ejecutivo.
  • Si la renuncia o ausencia se da dentro de los dos primeros años del encargo, el Congreso elegirá un presidente interino. En tanto esto sucede el Secretario de Gobernación ocupará provisionalmente la presidencia con algunas limitaciones como la de cambiar al gabinete.
  • La presidencia interina duraría como máximo nueve meses y 27 días, que son la suma de diez días que tiene el Congreso para convocar a elecciones a partir de que elige al presidente interino, de siete a nueve meses después de esto para que se realice la jornada electoral y de 17 días para que el presidente electo asuma el cargo.
  • Si la ausencia o renuncia se ha iniciado el tercer año de gestión el Congreso nombrará un presidente sustituto quien concluirá el predio del cargo previsto y se convocaría a elecciones llegados los tiempos de conclusión del mandato original, es decir, a los seis años. El artículo 86 establece que el cargo de presidente sólo es renunciable por causa grave que califica el Congreso.

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Las hipótesis primera y tercera aplicarían al contexto mexicano. Como vemos quedaría en manos de la cúpula política del país la decisión y aunque no es del todo óptimo finalmente existe un procedimiento y puede ser una ruta a seguir en la actual coyontura.

Regreso al punto de la Constitución y la importancia de insistir en ella. En todo juego de mesa por ejemplo, las reglas se leen antes de empezar y sabemos que nunca falta el amigo o la tía que hace trampa o que aprovechan un descuido para sacar ventaja. Pero siempre dirán que no lo hicieron o que creen que la regla dice otra cosa. Les invito a que recuerden el momento en que son descubiertos. ¿Acaso no niegan la trampa e intentan justificarse con una interpretación de las reglas?

A pesar de su visible incumplimiento finalmente los políticos siempre buscarán decir que la cumplen y con ello pretenderán legitimidad. Si lo van a hacer incluso contra la mayoría que los eligió, no hay que esperarse a la siguiente elección para tener a una persona menos cínica en ese cargo. Democráticamentte podemos buscar su renuncia.

El segundo factor que señalé como ingrediente para que la renuncia se dé, que es la pérdida del apoyo de gobiernos extranjeros, no depende de nosotros. Pero el primero y más importante sí. Cabe hacernos la siguiente pregunta.

¿Queremos seguir en un juego en el que siempre nos toca perder?

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