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VICE Sports

Ex futbolistas británicos y el narco

Con tantos jóvenes futbolistas en la cárcel debido a las drogas, parece ser que si alguien no empieza a preocuparse por estos chicos, muchos más seguirán siendo encarcelados y olvidados.
Max Daly
London, GB

Paquetes de cocaína (pertenecientes a un narcotraficante colombiano, no a un ex futbolista). Foto, cortesía de la DEA vía

Hay algunas similitudes importantes entre el narcotráfico y el futbol profesional. Están los acuerdos bajo el agua, las transferencias monetarias internacionales y la dependencia en importaciones extranjeras. Los grandes futbolistas deben entender el arte de dar patadas, pero también de presionar en la cancha y evitar intercepciones potencialmente peligrosas.

Pero donde el futbol y el narcotráfico se encuentran cara a cara es en las cárceles británicas. De los 147 ex futbolistas profesionales que se encuentran en las cárceles, 128 de ellos —el 87 por ciento— están ahí por crímenes relacionados a las drogas.

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Éstas no son estrellas cuya carrera esté terminando. La mayoría de los profesionales que hoy en día cuelgan los tenis tienen demasiado dinero como para comprar un suburbio, así que obviamente no hay razón para hablar de alguna aspiración reprimida tipo Escobar. Éstos son jugadores —la gran mayoría menores de 25 años— cuyo contrato ha terminado y que no están dentro por posesión de drogas. Todos ellos están en la cárcel por haber sido atrapados vendiendo drogas fuertes.

No hace mucho, la maniobra clásica del ex futbolista que recurría al crimen para evitar tener un trabajo normal –ya sabes, como poner una clínica deportiva o un bar– era involucrarse en alguna especie de estafa o inversión tramposa, generalmente al lado de un ex compañero de escuela o un hermano turbio. Esto sigue sucediendo y puede ser muy lucrativo, especialmente si tu objetivo son los otros jugadores.

La mayoría de los futbolistas se retiran a temprana edad y se involucran en nuevas carreras. Algunos terminarán desempleados. Pero para algunos jugadores expulsados de sus clubs –aquellos que esperaban ganar cientos de millones al retirarse– un atajo puede ser algo bastante tentador.

Así fue para Michael Kinsella, un ex portero sub 15 del Liverpool FC con el mundo a sus pies. Sin embargo, su prometedora carrera nunca despegó. A meses de que el director John Aldridge lo expulsara del Tranmere Rovers a sus 20 años, Kinsella empezó a vender cocaína en las calles de Liverpool. En 2007, la policía hizo una redada en su casa y encontró 300 mil libras [más de siete millones de pesos] en cocaína, dos mil [más de 47 mil pesos] en heroína y una lista de dealers. Lo sentenciaron a siete años.

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Su participación en el narcotráfico salió a la luz cuando lo sentenciaron a otros nueve años por ser parte de una red de contrabando internacional con base en Liverpool que importaba cientos de kilogramos de cocaína, éxtasis y heroína a las calles de Merseyside –un condado al norte de Inglaterra– desde Ámsterdam y España. Los detectives identificaron a Kinsella como pieza clave de la red y dijeron que había ganado 1.6 millones de libras [unos 38 millones de pesos].

Ahora que está fuera de la cárcel, Kinsella fundó Onside, una academia educativa y deportiva que apoya a futbolistas jóvenes cuyos contratos han terminado. Le llamé para preguntarle por qué él y otros decidieron empezar a vender drogas cuando sus carreras se fueron en picada.

"Algunos futbolistas siguen para tener buenas carreras fuera de la cancha. Pero vender droga es dinero fácil y rápido", dijo. "Es difícil conseguir trabajo y en cuanto a educación los futbolistas no son lo mejor. Algunos son muy inteligentes, pero otros no. La gente termina metiéndose a eso".

Sin embargo, esto no es algo que le pase a los rechazados del rugby, ¿o sí? "Simplemente los conocen [a la gente que los inicia al narcotráfico], ¿no?" dijo Kinsella. "Son compañeros con los que crecieron jugando futbol –son el mismo tipo de gente. Es un negocio turbio, pero es algo social. Si dices que necesitas lana, hay gente que te puede ayudar. Es así como sucede, incluso si no fuiste futbolista".

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"Yo necesitaba dinero y empecé en las calles como todos. Vendía cocaína a los 20 y después de ir un par de veces a la cárcel conoces a gente allí y vas subiendo".

Detrás de cada jugador de la Premier League está la sombra de cientos de niños que no lograron llegar allí. El verdadero dolor del futbol profesional no está con los fans que ven a sus equipos perder, sino con los jóvenes que son rechazados justo cuando creían que habían ganado la lotería futbolera.

La fábrica de futbol británica es en realidad un intenso proceso de reducción; el producto, desafortunadamente, son los sueños rotos de incontables jóvenes. De los más o menos diez mil que logran entrar a las academias de futbol más exclusivas, sólo el 1 por ciento se vuelve profesional.

Incluso aquellos que obtienen becas a los 16 años —a diferencia de Brooklyn Beckham, a quien el Arsenal rechazó en febrero— o aquellos que obtienen un contrato profesional a los 18 no logran llegar mucho más lejos. La mayoría son descartados antes de llegar a los 21.

Todo parece indicar que el hecho de que los futbolistas rechazados le entren al narcotráfico está al alza. Xpro –una organización que apoya la salud y bienestar de ex futbolistas profesionales y que ha reunido las estadísticas de los ex jugadores en la cárcel– estima que hay más de 150 ex futbolistas profesionales de entre 18 y 21 años dentro del sistema correccional británico, la mayoría de los cuales se piensa que están allí por crímenes relacionados a las drogas.

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El director de Xpro, Geoff Scott, es un ex defensa del Stoke City. Ha visitado a más de cien ex futbolistas en cárceles de todo el Reino Unido. Él siente que con todo el dinero que ronda al juego, los clubs y las autoridades del futbol –especialmente la Asociación Profesional de Futbol de Gran Bretaña, la cual tiene un presupuesto educativo de ocho millones de libras [unos 188 millones de pesos] para entrenar a ex jugadores para que tengan carreras nuevas – deberían hacer mucho más para ayudar a los cientos de jugadores de los que los equipos se deshacen cada año.

"Les lavan el cerebro para que crean que todos la van a hacer. Están dentro y alrededor de la parafernalia del éxito –pueden ver Range Rovers y Maseratis; están expuestos a esta cultura", dijo. "Pero luego, desde los quince años, son rechazados, tienen poco apoyo y poca o nada de experiencia de vida. Algunos de 18 años que ganan un millón de libras al año. Cuando los descartan, piensan: '¿Cómo puedo ganar el mismo dinero trabajando lo menos posible?' La mayoría de los jugadores menores de 25 años en la cárcel están allí porque intentaron recuperar la cantidad de dinero que creen que estarían ganando si siguieran jugando. Les dan un paquete de cocaína para que lleven, digamos, de Liverpool a Birmingham, a cambio de 1,500 libras. Ganaron eso en sólo dos horas. La mayoría no piensa ser narcotraficantes: la mentalidad es sólo sobre el dinero. Y luego quieren más y más".

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Una de las personas que Geoff visita es el ex jugador del Everton Michael Branch, quien se pensó que era una revelación del futbol británico. Éste hizo su debut a los 17 años en la temporada 1996-7 al lado de Neville Southall y Andrei Kanchelskis; en esta época el Times le hacía críticas favorables. Diez años después su carrera se fue en pique pasando por temporadas con los Wolves, Bradford y Chester, antes de que finalmente se retirara a los 27. En 2012 fue encarcelado por siete años, ya que la policía fue a su casa y encontró un kilo de cocaína 82 por ciento pura.

De acuerdo con Geoff Scott, Branch tenía poco dinero y por desesperación empezó a vender drogas. Al principio su intención era hacer un solo deal para salir del problema, pero lo siguió haciendo porque era demasiado fácil.

"Cuando fui a visitar a Michael, al principio pensó que yo era policía, ya que nadie del futbol lo había ido a ver", dijo Geoff. "Simplemente lo olvidaron. Él me dijo que estaba haciendo un curso para ser entrenador, pero yo le dije que nadie dejaría que un ex convicto con nexos con las drogas entrenara niños. Él está aprovechando la educación en la cárcel y ahora está calificado en la profesión de su elección".

El narcotráfico nunca está lejos del mundo del futbol profesional. El "tío Bobby" de Steven Gerrard, Robert Gerrard, supuestamente su primo segundo, es uno de los fugitivos más buscados en Gran Bretaña, a quien la policía busca por una supuesta conspiración de tráfico de cocaína de 60 millones de libras [unos 1,400 millones de pesos]. El hermano del ex defensa de la Premier League Zat Knight fue encarcelado por traficar heroína y cocaína en 2008, mientras que el padre de John Terry obtuvo una pena de prisión suspendida después de haber sido visto vendiéndole cocaína a un reportero encubierto en 2010.

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Dejando de lado a la familia y los amigos de la escuela, las grandes cantidades de dinero que ganan los narcotraficantes y algunos jugadores adolescentes significa que terminan siendo vecinos cuando se mudan a los suburbios. No sólo compraran la última Range Rover del mismo vendedor, sino que probablemente también van a los mismos antros y bares elegantes.

Un ex jugador del Premier League, quien escribe anónimamente sobre el mundo del futbol bajo el seudónimo The Secret Footballer (El futbolista secreto), me dijo que los futbolistas jóvenes –algunos de los cuales ganan 5,000 libras [más de cien mil pesos] a la semana– pueden acostumbrarse rápidamente a un estilo de vida antes de caer en picada.

"Muchos jugadores que terminan vendiendo drogas lo ven como la forma más fácil y rápida de ganar el dinero que mantenía el estilo de vida que disfrutaron como futbolistas y que están desesperados por mantener", dijo. "Se puede decir que estos jugadores, quienes en su mayoría ya perdieron todo el dinero que ganaron, son blanco fácil para aquellos más arriba en la pirámide del narcotráfico a la hora de buscar distribuidores que tengan influencia en los jóvenes".

El trayecto de ser único a ser un don nadie y terminar yendo a la cárcel por narcotráfico está muy recorrido. Joel Kitamirike hizo su primera aparición en el Chelsea a los 17 años en un partido europeo al lado de Frank Lampard y John Yerry, antes de que le dieran las gracias. Terminó jugando en Chelmsford City y en 2008 fue sentenciado a 20 meses por vender cocaína y heroína en las calles de Ipswich.

En 2013, el ex jugador del Newcastle Andrew Ferrel que formaba parte de una banda de narcotraficantes fue encarcelado por un total de 44 años después de que la policía le incautara 1.5 millones de libras [más de 35 millones de pesos] en cocaína y anfetamina. Ferrell se unió al Newcastle en 2002, lo expulsaron dos años después y fue bajando de división hasta que le terminaron pagando 250 libras [5,800 pesos] a la semana en el Bedlington Terriers.

El ex jugador de Leicester City sub 18 Ellis Myles-Tebbut, ahora de 21, fue encarcelado el año pasado tras haberle encontrado 30 paquetes de crack y heroína. Su abogado dijo que perdió el rumbo después de que sus "esperanzas profesionales" con el LCFC terminaran y fuera liberado del club sin conseguir un contrato.

Para la gente que se encuentra fuera de la economía formal debido a una falta de educación y oportunidades, el narcotráfico ofrece una atractiva salida. No es difícil ver que un joven futbolista a quien se le ha dado el boleto de oro de una beca en un club o un contrato profesional –sólo para que se la quiten al último minuto– podría estar tentado por la oferta de un nuevo y lucrativo, aunque ilegal, trabajo.

Con tantos jóvenes futbolistas en la cárcel debido a las drogas, parece ser que si alguien no empieza a preocuparse por estos chicos, muchos más seguirán siendo encarcelados y olvidados, conformando el canon moderno de las franquicias futboleras.

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