Rumania es un país devoto; cerca de 81 por ciento de la población practica el cristianismo ortodoxo. La iglesia ortodoxa tiene tanto poder en Rumania que el gobierno financió la construcción de una megacatedral ortodoxa de 500 millones de euros (10,430 millones de pesos). Un político suizo criticó la obra como un acto "faraonesco" en uno de los países más pobres de Europa.Aunque la construcción sigue incompleta, los líderes religiosos locales en Bucarest decidieron dar un sermón el fin de semana pasado en una plataforma enorme frente a la iglesia para celebrar lo lejos que han llegado y para recaudar todavía más dinero para terminar la construcción. El evento recibió el apoyo de líderes políticos —que han pedido ayuda a la iglesia en sus campañas electorales— y el evento en general fue financiado por el presupuesto cultural de la ciudad.
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Muchos jóvenes de ONGs cristianas asistieron al sermón, la mayoría con vestimentas rumanas tradicionales. Rezaron, celebraron y entablaron debates de temas variados como, por ejemplo, la propagación maligna de la homosexualidad en Occidente. Lo cual es preocupante, por no decir más, en especial en un evento patrocinado por el gobierno de una ciudad en un país miembro de la Unión Europea, organizado por una de las iglesias más influyentes en Europa Oriental.
