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La pura puntita

Habitantes de la noche

Una novela sobre las vicisitudes de entregar tus noches a un diario.

Traemos adelantos de los libros que te van a ensartar en las mesas de novedades.

Habitantes de la noche,de Roger Vilar, es una novela sobre la perturbadora vida de un reportero nocturno de la Ciudad de México, bien atascado de antipresivos. O sea, algo muy similar a lo que ya eres, o a lo que quieres ser cuando termines la escuela. Te traemos un adelanto.

La luz era parte de la noche y la noche era una gelatina que unía los cuerpos de transeúntes, coches, pordioseros y mujeres lúbricas. Se tendían puentes pegajosos entre el borracho pestilente que dormía en una esquina y la niña de pechos nacientes que soñaba con un amor puro. Cualquier desviación de una calle o del tiempo podría ocasionar un encuentro entre la perdición y la inocencia. En algunos de aquellos coches lujosos, camuflados por la noche, transcurrían, seguramente, sicarios que sólo funcionaban con el olor de la sangre. Las drogas los transportaban a otros mundos, donde ellos no podían conectar su pasado, su infancia, su antigua pureza, con sus movimientos del presente. Actuaban como si su conciencia estuviera en un lugar y su torso, sus brazos, piernas en otro. Los cuerpos actuaban, asesinaban, cortaban cabezas con cuchillos y sierras eléctricas, pero sus mentes lo veían como si transcurriera a una distancia enorme, como algo mecánico, como los movimientos de una película por la que se ha pagado.

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Ribalta no ingería ninguna droga ilegal, pero, gracias a los psicofármacos que tomaba, también vivía a una fría distancia los crímenes. De esta manera podía ver los asesinatos y violaciones sólo como su fuente de trabajo. Un baleado, un herido, un sobreviviente, eran tan sólo una nota de las páginas interiores del periódico. Cinco decapitados, en cambio, o treinta, o cuarenta, o cincuenta, eran portada, y mientras más portadas tuviera un reportero, mayores posibilidades había de que le aumentaran el sueldo.

¿Y qué haría si le aumentaban el sueldo? Pocas cosas emocionaban a Ribalta. ¿Invitaría a alguna bella mujer a cenar? No le atraía mucho la idea. Su vida sentimental estaba como detenida en un cielo plomizo, para donde quiera que avanzara encontraba aquella tonalidad fría. Sin embargo, se había adaptado a vivir así. En su existencia gris a veces llovía, a veces relampagueaba, en otras ocasiones caía nieve, pero nunca salía el sol. La opacidad en que vivía se transmutaba en una serie de acciones repetitivas. Nunca intentaba salir de aquel círculo, pero algunas nubes grises le gustaban más que otras. Una de las preferidas era, por ejemplo, el reportaje del hombre perro, que había publicado semanas atrás. Él le había puesto ese mote y ya todos los medios lo nombraban así.

CAPTURAN AL “HOMBRE PERRO”

POR SECUESTRADOR

Él y su amante gay robaron un bebé y después

lo mataron

El “monstruo” fue criado en una perrera por su tío

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Ayer en la tarde agentes de la Procuraduría General de la República capturaron a Félix González, mejor conocido como “El hombre perro”, quien secuestró y asesinó a Julián García, un bebé de tres meses de edad. Junto con el plagiario fue capturado su cómplice y amante, Evaristo Gómez, un ex recluso.

“El hombre perro” aprovechó su profesión de enfermero para lograr un contrato en la casa de los García. Al ver que era una familia solvente decidió, junto con su amante, Evaristo, robar al bebé de tres meses dentro de una maleta de utensilios médicos y luego pedir un rescate.

Los amantes se refugiaron en una covacha del basurero Poniente Norte, donde Evaristo tenía amigos. Al abrir la maleta vieron que el bebé había muerto asfixiado, aún así, la pareja de facinerosos decidió pedir cinco millones de pesos como rescate, mismos que la familia García no pudo reunir, por lo cual dio cuenta a las autoridades.

Cuando Félix fue capturado por la PGR actuó, literalmente, como un perro. Esto tiene sus causas en el pasado del criminal. Investigaciones de las autoridades arrojaron que cuando Félix González era niño, en Veracruz, quedó huérfano y fue regalado a un tío que se dedicaba a la crianza de perros. Este hombre tenía la curiosa idea de que los niños no se educan, si no que se amaestran como los perros, por lo que redujo a su sobrino, durante cinco años, a la jaula de los labradores y los dálmatas.

El niño aprendió a caminar en cuatro patas, pero siendo ya grande, de diez años, se le lanzó a la garganta a su tío y lo mató. Una cuadrilla de soldados lo encontró vagando en las selvas de Veracruz, lo capturaron y lo entregaron al padre Atanasio, quien lo crió como persona, le enseñó a caminar en dos patas y le dio la carrera de enfermero. Sin embargo, cuando los agentes de la PGR entraron armados a la casucha donde “El hombre perro” estaba siendo poseído por su amante Evaristo, el primero, presa del pánico, tuvo una regresión, y ladrando en cuatro patas se lanzó contra los policías.

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