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Comida

Intenté comer 20,000 calorías en un día

Intentar comer durante 18 horas seguidas no es tan delicioso ni fácil como imaginé en un principio.

El autor luchando por mantener la comida dentro de la boca.

Hace unos meses empecé una dieta para subir de peso sin llenar mi cuerpo de basura y me he pasado todo ese tiempo desayunando, comiendo y cenando lo mismo. Cuando digo lo mismo quiero decir exactamente lo mismo, sin ningún tipo de variación: mismas cantidades, mismos ingredientes y mismos platos. Seguramente la gente de la oficina me vea como un loco con el refrigerador lleno de alubias, espinacas y papas cocidas que meto a granel en el tupper. Todo es así menos en los cheat days, esos días en los que te puedes saltar la dieta —normalmente una vez o dos a la semana— para no volverte loco. En esos días, la gente normalmente hace cosas sencillas, como comerse un buen asado, desayunar churros o, como hace un amigo mío, comprar dulces en todas las maquinitas de comida que ve.

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Pero después de tantos meses viviendo en la mayor indigencia culinaria posible, un amigo me enseño esto:

Si no tienes ganas de ver el video, lo resumo: es un tipo que come 20,000 calorías en un solo día de la forma más guarra y sabrosa posible. Veinte mil calorías son las calorías que una persona normal comería en más o menos dos semanas, así que estamos hablando de mucha, mucha comida y no especialmente buena para el organismo.

El caso es que cuando llevas tanto tiempo mirando apáticamente a tu papilla de avena y plátano, que te ofrezcan meterte lo que te de la gana durante un día entero como parte de la dieta es algo a lo que no le vas a decir que no, además probar los límites de mi resistencia física y mental es algo que me encanta, así que fui a comprar todo lo que necesitaba para hacer el reto sin salir de casa para pasar un día comiendo. Estas fueron mis compras:

En la foto se ven: 2.5 kg de helado de vainilla, 2 masas de pizza, todos los quesos posibles, nueces, varias cajas de Oreo, algunas verduras —que finalmente no me comí— mucho pan, harina, mermelada, mantequilla de cacahuete, huevos. Faltarían el aceite y la leche —que ya los tenía en casa— y algunas barritas y bebidas energéticas que me compré luego, porque aunque no llenen ni estén especialmente buenas, entran fácilmente cuando ya no puedes más.

7:30 – 11:00. Madrugar para comer y volver a dormir

Todos sabemos de memoria que el desayuno es la comida más importante del día. Así que me preparé una cantidad brutal de comida. Ya me habían avisado que el desayuno era la única comida del día de la que iba a disfrutar realmente y que además era la que tenía que aprovechar más ya que tendría mucha hambre —no había cenado el día anterior— y tendría espacio para meter sin problemas entre 3,000 y 4,000 calorías.

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Me levanté temprano y preparé dos platos de pan francés —una barra de pan por cada plato, seis huevos, 300 gr. de aceite y leche—, tres crepas —cuatro huevos más, leche y harina— que luego llené con queso, helado y mermelada respectivamente, y una jarra de licuado de Oreo, helado y leche. Después de la segunda crepa me di cuenta que esto no iba a ser tan fácil y delicioso como parecía y después del primer plato de pan francés mi cuerpo dijo basta. Intenté bajarlo todo con el batido. No creo que fuera la mejor opción.

Después de esto estuve un par de horas luchando contra mi cuerpo para obligarlo a comer o al menos a hacer algo que sirviese para quemar algo de lo que me acababa de meter y hacer espacio para lo siguiente, pero fue imposible. A las 11 mi cuerpo se apagó y me quedé dormido hasta las 2 de la tarde.

14:00 – 15:00. Ir al gimnasio para poder comer más

Cualquier persona normal no iría al gimnasio el mismo día que planea comerse las calorías que podrían solucionar el hambre en África. Pero para qué engañarnos, nadie normal se propondría hacer esta estupidez. Yo me informé antes y la verdad era que todo el mundo entrenaba —y bastante duro además— el día que decidían asaltar su organismo con tantas calorías, no solo para bajar toda la mierda que se acababan de meter sino para aprovechar al máximo todo ese extra de energía que tenían en ese momento. Así que yo hice lo mismo y —sorprendentemente— no morí en el intento, ni tampoco vomité, pero sí me llevé una acidez brutal y un buen dolor de caballo.

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15:00 – 19:30 – Sobredosis de pizza

La pizza es posiblemente el alimento más completo creado jamás por el ser humano, insuperado e insuperable. El mayor hito histórico del hombre, la única verdadera maravilla de la humanidad.

Aunque no sé si podría llamar pizza a mi creación. Esa aberración era más bien una masa con todos los quesos que había en la sección de embutidos del súper y nueces sin ningún tipo de proporción, sabores suaves, sabores fuertes, blando, duro, pastoso… No sé cuanto pesaba ese monstruo pero tenía aproximadamente unas cinco mil calorías —sin contar las nueces— y luego hice otra exactamente igual que se quedó en la mesa de la cocina el resto del día. Tenía de todo, demasiado "de todo" porque a partir del segundo trozo mi estómago se cerró y fui incapaz de meterle más comida, por lo que tuve que dilatar la comida durante horas, tumbado en la cama viendo series mientras mi novia me intentaba meter trozos de pizza en la boca.

Con la pizza la cagué utilizando quesos demasiado fuertes y pastosos, el gorgonzola, el roquefort y el queso de cabra, aunque tienen muchísimas calorías y son deliciosos, son difíciles de comer y de procesar y cuando comes mucho hasta su olor te llena. Pero bueno, ya no había vuelta atrás.

19:30 – 24:00. Merienda- Cena

En este punto me había metido alrededor de 8,000 calorías, era imposible llegar a las 20,000 sin vomitar o sin entrar en coma (algo que quería evitar). Para no desanimarme me puse un nuevo objetivo: pasar de las 10,000 calorías. Sé que no suena tan increíble como las 20,000 pero aun así, 10,000 calorías son las calorías que te tienes que meter en una semana, así que no era poca cosa.

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Ya no podía ni mirar la otra pizza. Tampoco tenía huevos a comerme el plato de pan francés que me sobraba y todos mi planes de comer bocadillos de mantequilla de maní, más crepas o cosas por el estilo a lo largo de la tarde se fueron a la mierda; no podía nada más comer más. Con esos platos hubiese llegado a las 20,000 sin problema, pero mi cuerpo estaba saturado, me dolía la cabeza, la panza, las piernas y solo había una posibilidad de superar la barrera de las 10,000 sin morir en el intento: el helado.

Me sobraban más de 2 kilos de helado que había usado para el desayuno así que decidí comerme todo lo que me faltaba. La escena era bastante lamentable —como todas las de ese día— y vendría a ser algo así:

Para acabar de rematar la faena me comí un par de barritas y lo regué todo con Gatorade, que no tiene gas así que no te llena pero te da un chute importante de calorías. Mi suplicio había terminado.

El día después

Al día siguiente mi estómago era una piedra. No digo que me doliera o que la pasara mal, simplemente era una piedra pesada que me hinchaba y me hacía parecer embarazado de cuatro meses. No desayuné ni comí porque me sentía completamente saciado y solo me comí un par de trozos de pizza cuando llegué a casa a las 2 de la madrugada. Durante todo el día me daban ataques de acidez que parecían erupciones volcánicas que me inundaban los intestinos; eso es lo que pasa cuando te pasas comiendo casi 18 horas seguidas. Además había comido tanto azúcar el día anterior que me notaba los dientes raros.

Por mucho que creas conocerte a ti mismo y a lo que puedes llegar, tanto tu cuerpo como tu mente tienen límites. Hay gente que los prueba escalando a pelo en la montaña y hay gente que come 20,000 —e incluso 30,000— calorías en un día. Yo no hago ninguna de las dos cosas, pero la verdad es que nunca está de más saber hasta donde puedes llegar y qué se siente cuando intentas destrozar a tu propio cuerpo con lo que teóricamente sirve para que siga funcionando. Al final, solo me reafirmé en lo que ya dije cuando hablaba de la dieta: la comida está sobrevalorada.