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Música

Jugué ajedrez con GZA del Wu-Tang Clan

Sabía que logar que el rapero jugara conmigo sería difícil pero, como en el ajedrez, todo en la vida no es más que una serie de movimientos. Sólo tenía que hacer los correctos.

Todas las fotos por Peter Larson.

Hay pocas certezas en la vida, y una de ellas es el hecho de que Wu-Tang Clan es el mejor grupo de rap que existe. La gran influencia que tienen y los logros extraordinarios de cada miembro del grupo (RZA, GZA, Method Man, Raekwon, Ghostface Killah y Ol’ Dirty Bastard, por mencionar algunos) les han dado un lugar especial en la historia de la música.

Como saben los fans, Wu-Tang es un universo por sí mismo. Sus influencias idiosincráticas (la Nación del cinco por ciento, el kung fu, el vegetarianismo, etc.) les han dado un estilo distintivo (hasta podría decirse que una filosofía). Una de esas influencias es el ancestral juego de ajedrez. Incluso en su primer álbum, Enter the Wu-Tang: 36 Chambers, tenían una canción llamada “Da Mystery of Chessboxin”, la primera de muchas que mostraba su pasión por comparar el ajedrez con la vida.

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El miembro más antiguo del grupo, y su “cabeza espiritual”, es GZA. Él fue el primer miembro de Wu-Tang en firmar un contrato con una disquera. Lo hizo en 1988 bajo el nombre de El Genio. El nombre tiene una razón de ser: GZA es una fuente inagotable de intelecto. En su tiempo libre convive con físicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, da conferencias acerca del Universo en la universidad McGill y promociona Science Genius, una asociación que busca enseñar ciencia a los niños. También es uno de los mejores jugadores de ajedrez del Clan.

Hay muchas pruebas de la afición de GZA por el juego. En 2005 lanzaron Grandmasters, un álbum completo dedicado al juego. Todas las canciones tienen un título relacionado al ajedrez: “Advanced Pawns” (avanza peón) o “Queen’s Gambit” (gambito de Dama). Pero GZA, como un verdadero samurái, le oculta al público sus habilidades. (No existe ningún video de él jugando ajedrez y prefiere jugar sólo con miembros del Clan).

Mi odisea personal con el ajedrez comenzó el 23 de abril, el día que me dieron uno como regalo de cumpleaños. Me interesé en “el juego de los reyes” después de verlo en una de mis películas favoritas, Shottas, la clásica película jamaiquina de mafiosos. En una escena, los dos mafiosos principales juegan ajedrez mientras beben y fuman. “No es un juego de hablar, es un juego de matar”, dice uno de ellos justo antes de recibir una llamada en la que le informan que la policía mató a su hermano “Blacka”.

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Descubrí que tenía habilidad para el juego y en poco tiempo ya derrotaba a todos los que enfrentaba. Todo, desde cortar con mi ex novia hasta mis intentos por encontrar una nueva novia, se podía simplificar en una serie de movimientos de ajedrez.

Cuando empecé a mejorar en el ajedrez, escuché que GZA venía a Cleveland a finales de agosto para encabezar el festival musical de Lakewood. Como nerd del rap y gran maestro en potencia que soy, no podía perderme la oportunidad de jugar con God Zig-Zag-Zig Allah (GZA). Sabía que logar que el rapero jugara conmigo sería difícil pero, como en el ajedrez, todo en la vida no es más que una serie de movimientos. Sólo tenía que hacer los correctos.

El ajedrez se gana con jaque mate, que es cuando el rey ya no puede moverse. Tenía que atrapar a GZA, el rey de este juego. Sin embargo, frente a mí había una barrera de caballos y alfiles (su agente de prensa y su manager) que lo rodeaban. Aunque yo también contaba con una pieza poderosa. Tenía a la reina, Kelly Flamos, la organizadora del festival musical de Lakewood. Ella estaba de mi lado desde el principio.

Jugué con mucho ingenio. El agente de prensa no respondía mis correos y notifiqué al manager lo que estaba ocurriendo. Eso es un movimiento de ajedrez (hacer que las piezas se enfrenten). Kelly, mi reina, también intervenía de vez en cuando para ayudarme a avanzar.

Finalmente logré que GZA aceptara jugar conmigo. Pero su equipo impuso sus propios términos. La partida tenía que ser en el Hotel Intercontinental de Cleveland, donde se hospedaba GZA. Además, como un favor para Kelly, tenía que recoger a GZA en el aeropuerto y llevarlo al hotel. Después de la partida de ajedrez, tenía que llevarlo directo al festival de música. Claro, dije que sí. Lo había logrado.

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Como preparación para mi oponente, fui a la biblioteca pública de Lakewood y pedí prestados casi todos los libros sobre ajedrez que tenían. Me impuse una estricta rutina diaria ajedrez. No había ningún registro de la manera en que GZA juega ajedrez, así que estudie sus álbumes (Grandmasters y Liquid Swords) con la esperanza de aprender un poco de su estrategia a través de su música. También entrené físicamente: nadé 60 vueltas para que mi cuerpo no se rindiera durante la partida. Levanté pesas para que mis manos no se rompieran cuando GZA las estrechara.

Como Wu-Tang está lleno de espiritualidad y mitología, sabía que para tener una oportunidad, tenía que estar al mismo nivel espiritual que GZA. Me abstuve de comer carne, al igual que GZA. Medité y recé casi todos los días. Un día antes de la partida, ayuné y sólo consumí líquidos para purgar mi espíritu y limpiar mi cuerpo. Esa noche, me senté junto al lago Erie para meditar mientras observaba la oscuridad del agua y todo lo que me rodeaba. Mi estómago gruñó y mi corazón se aceleró. Estaba listo.

El sol se metió y luego volvió a salir en el lago Erie. Mi auto (un Toyota Highlander de diez años) estaba muy sucio como para recoger a GZA en él, así que me fui directo a casa de mis padres a pedirle prestado a mi mamá su pequeño Prius. Mi madre, una pequeña mujer taiwanesa, se paró en la puerta y me dijo adiós con la mano. Se quedó ahí hasta que me alejé lo suficiente para desaparecer de su vista.

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Fui al aeropuerto y me paré al final de la escalera donde se recoge el equipaje con un cartel casero que decía “GZA”. Un rato después, GZA y su manager, Kay, (después me enteré que es hermano de Raekwon) bajaron y vinieron hacia mí.

GZA tiene 48 años pero se ve muy bien. Aún lo reconocen en el aeropuerto y siempre saluda a todos los que gritan “¡Wu-Tang!” Su voz es grave y agradable. Parece que siempre está sonriendo. Su atuendo se veía normal desde lejos (tenis, jeans, chamarra) pero, cuando lo vi más de cerca, me di cuenta que todo era de Gucci. También me di cuenta de que su mochila tenía un diseño lujoso color gris en forma de ajedrez.

La estrella de rap y su manager se subieron en la parte de atrás del Prius de mi mamá y nos fuimos hacia Cleveland. Cuando llegamos al hotel, GZA ordenó una bebida, acomodó el tablero y nos sentamos juntos. Dos amigos míos fueron a ver. El manager de GZA se quedó de pie con los brazos cruzados.

Miré a GZA. Se sentó derecho, colocó sus manos sobre sus rodillas y me miró a los ojos. La comisura de sus labios se curveaba para formar una sonrisa. “¿Estás listo?”, me preguntó.

Asentí con la cabeza e hice mi primera jugada: moví el peón del Rey a dos cuadros. GZA movió el peón de su Reina. La batalla había comenzado.

Por un rato, los únicos sonidos fueron los que producían al mover las piezas de madera. De vez en cuando había una pausa para concentrarnos. “Ah, ¿quieres volarme el dedo meñique?” decía y rápidamente hacía una jugada en respuesta a lo que yo había hecho. Sin embargo, cuando llegamos a la mitad del juego, las cosas iban muy parejas. El centro aún estaba disponible; nadie tenía una ventaja considerable. Comencé a sentirlo: mi entrenamiento estaba dando resultado.

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De pronto, noté un jaque mate muy fácil. Si movía mi Reina a la séptima fila, podía dejar en jaque a GZA en dos jugadas. El tiempo pasaba más lento. Tuve consciencia de lo rápido que latía mi corazón. Miré a GZA. Él estaba estudiando el tablero. ¿Sería posible? Moví a mi Reina.

¡Bum! Quitó a la Dama del tablero y la reemplazó con uno de sus caballos. No había visto que tenía un caballo protegiendo ese lugar. Un error de novatos. Me rendí. GZA se recargó en sus silla. “Ya cambió todo, ¿no?”, dijo y se rio entre dientes.

Aguanté unos minutos más después de eso pero ya todo había terminado. Un jugador de ese calibre no consigue una ventaja tan grande y la deja ir. No me puso en jaque (logré evadirlo un rato). Sólo decidimos volver a jugar. Me había vencido limpiamente.

La segunda partida fue mucho más amistosa. GZA empezó a platicarme anécdotas viejas de Wu-Tang.

“Podía jugar esto por horas, hermano, horas”, me dijo. “Una vez jugué 78 partidas con Masta Killah. Creo que nos tomó 12 horas. Toda la noche. Fumando y tomando. Tomamos una siesta de dos horas y continuamos”.

GZA también me contó historias sobre la mitología del Asia oriental por las que es tan famoso Wu-Tang. “¿Has oído la historia de cómo un rey indio conoció el ajedrez?” me preguntó. “El rey ofreció darle lo que quisiera al hombre que le mostró el juego. Ese hombre sólo le pidió granos de trigo. Quería un grano por cada casillero del tablero pero duplicando la cantidad por cada casillero. Es decir, 1, 2, 4 granos de trigo hasta completar los 64 casilleros. Cuando los matemáticos lo entendieron, se dieron cuenta de que esa cantidad de trigo sería suficiente para darle la vuelta al mundo unas tres o cuatro veces”.

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“Esto demuestra lo profundo que es el juego”, dijo asombrado. “Porque, cuando lo leí, creí que el hombre era estúpido. Después lo analicé en mi mente. Cuando llegué a la cuarta fila del tablero, ya estaba contando miles de millones. Es tan profundo como el Universo, ¿no?”.

Al final de la partida, nos dimos la mano. “Fue un placer”, dijo. “Suerte para la próxima”.

Después, llevé a GZA y a su manager al festival musical de Lakewood. Aunque me fue bien en la entrevista y en el juego, me sentía triste (odio perder). Me sentía como un novato en las eliminatorias de la NBA derrotado en la primera ronda. Llegar a las eliminatorias está muy bien pero yo quería ganar.

Regresé a casa y vi sobre mi buró el libro Cómo convertirte en un gran maestro en 55 pasos. Era el único libro que saqué de la biblioteca que no terminé de leer. Con el sonido del festival musical a lo lejos, me senté en mi cama, abrí el libro y comencé a leer.

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