La red católica de clínicas en contra del aborto

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Violenta CDMX

La red católica de clínicas en contra del aborto

"Las consecuencias te van a lastimar siempre. Si decides deshacerte de tu hijo, vas a cargar toda tu vida con su asesinato. En el fondo de ti, ¿qué quieres hacer? ¿Lo quieres matar?"

Fotos por Ernesto Álvarez.

"Las consecuencias te van a lastimar siempre. Si decides deshacerte de tu hijo, vas a cargar toda tu vida con su asesinato. ¿Cuantos abortos quieres tener? Ya llevas tres errores: haber elegido un compañero que no va a estar contigo siempre; el segundo error, embarazarte y el más grave, matar al bebé. En el fondo de ti, ¿qué quieres hacer? ¿Lo quieres matar?", me preguntó la asesora de una clínica para embarazos no deseados.

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Cuando se abrió la puerta de la pequeña casa azul en la colonia Anzures, todo fue muy sencillo, como si nos hubieran estado esperando. Una mujer nos preguntó si teníamos cita y aunque no era así, nos invitó a pasar. Nos pidió que esperáramos en un sillón, también celeste y desapareció de la escena para siempre. Después de unos minutos llegó la encargada de la asesoría, se sentó a un lado, me llamó miamor y me invitó a pasar al consultorio. Solas. Mi acompañante quedó atrás, en la sala de espera.

Desde el pasillo se pueden ver tres o cuatro pequeños cuartos iguales. Adentro: una camilla, un equipo de ultrasonido, una mesa y dos sillas, una de cada lado. Una tele, de las viejas que tienen caja, domina buena parte de la mesa. La mujer señaló la silla frente a la tele, que apunta directamente a la cara cuando una se sienta.

La asesora parece una enfermera veterana, puntillosa y cuidada, detrás de los lentes de armazón grueso. Llenó un formulario, donde incluyó la religión profeso y el día aproximado en que quedé embarazada. Después echó mano a una cajita con pequeñas figuras de fetos de distintos tamaños que expuso frente a mi cara. Reproducciones con pequeñas manos y pies. Me mostró el que correspondía a las semanas de gestación que llevo. La señora sonrió. El primer momento de la conversación fue acelerado y derivó pronto en un video que me dejó viendo a solas en el cuarto. Con la camilla a las espaldas.

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"Te dejo para que lo veas y revises de acuerdo con tus principios, ¿crees que está bien matar a alguien?", dijo la asesora, a quien llamaré Miriam, al salir de la habitación. El video marca postura desde la segunda o tercera palabra que se escucha, cuando anuncia que la vida comienza desde la "concepción". Éste es el criterio que se ha utilizado para criminalizar el aborto. El caso más claro es Veracruz, dónde grupos ligados a la iglesia promueven una modificación en el artículo 4 de la Constitución de ese estado, que indique que "la vida se protegerá desde la concepción". El día que la norma se discutió en el congreso local, en mayo de este año, el vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, José Manuel Suazo Reyes, convocó a una movilización para "abrazar el congreso y defender la vida".

El video repasa de manera algo escolar el proceso de gestación de un niño, intercalando relatos de mujeres con música de violines de fondo, hasta llegar a mostrar en pantalla un legrado. Ésta es la técnica que acompaña la ingesta de las pastillas que causan el sangrado, en la que se raspa la pared del útero. Las pastillas no aparecen en el video ni ninguna explicación al respecto.

"Podemos observar ahí un piecito que está saliendo, de tal manera que el bebé no puede salir completo, ha sido desmembrado, sus partes han sido destrozadas. Aquí encontramos partes del bebé, que tendrá que ser acomodado, parte por parte de su cuerpecito, para comprobar que todas las partes han sido extraídas".

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Las sospechas que el video despierta, se confirmaron cuando Miriam volvió y retomó la charla: "Las consecuencias te van a lastimar siempre. ¿Qué quieres hacer? ¿Lo quieres matar?"

Al Centro de Ayuda para la Mujer Latinoamericana (CAM) se puede llegar por una referencia obtenida en algún servicio de salud público o por internet. Una googleada básica lleva a la página interrumpir-embarazo.com, que indica el nombre y la dirección de la pequeña casa azul celeste, ubicada en la calle Bahía de la Magdalena, en la colonia Anzures. También gestionan las páginas aborto-mexico.com y decide-ile.com.

DeSíde también es manejada por el CAM y se presenta como una organización "dedicada a la atención integral de mujeres con embarazo no deseado, sobre todo si han pensado en interrumpirlo con fármacos".

Lo que estas páginas no dicen es que los Centros de Ayuda para la Mujer son parte de una red latinoamericana, presente en buena parte del continente, "comprometida a defender la vida humana desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, de conformidad al Magisterio de la Iglesia Católica Apostólica y Romana", como ellos mismos se presentan.

En la casita de la colonia Anzures hay algunas señales. En la sala de espera puedes encontrar algunos ejemplares de la revista Desde la Fe, que edita la Arquidiócesis de México, o las pequeñas cruces que le asoman a la asesora por la manga y le cuelgan de la pulsera en la mano derecha.

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"El modelo de control de la cristiandad que liga la sexualidad y la reproducción busca uniformar a las personas y no entiende el mundo plural y diverso, que comenzó a gestarse en la historia de la humanidad desde el Renacimiento", explica desde dentro de la institución, el Fray Julián CruzAlta, teólogo mexicano y fundador de la organización Católicas por el Derecho a Decidir.

La disociación que esas posturas generan entre la dirigencia y el grueso de la comunidad católica son manifiestos, dice CruzAlta. "Insisten en que cuando el mundo entre en crisis lo único que no habrá cambiado es la Iglesia, que tendrá la seguridad de la verdad eterna, pero entre los católicos practicantes se opina todo lo contrario". Según datos de su organización, el 74 por ciento de las personas católicas consultadas aceptarían que la Iglesia permita el aborto ante algunas circunstancias; el 89 por ciento opina que ante un embarazo de riesgo se debe proteger la vida de la mujer antes que las creencias religiosas y el 57 por ciento entiende que convertirse en madre es una decisión de la mujer.

"Como las opiniones de la Iglesia ya no logran convencer directamente a su propia gente, apelan a cosas muy internas de las personas, desatan miedos y fantasmas pero sobre todo, ya no son ellos los que hablan, sino los laicos. Enuncian esas doctrinas pero desde el derecho o la medicina, existen incluso 'analistas católicos'. Ya no hablan los obispos ni los curas", dice CruzAlta.

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El mundo católico se divide en el clero y los laicos. El clero lo conforman todos aquellos que tienen un cargo en la estructura, que tienen el "ministerio sacerdotal". En el tope están los obispos. Un obispo en un territorio conforma una diócesis, que escalan por antigüedad al rango de arquidiócesis. En México, hay 130 obispos, que dos veces al año se reúnen en la Conferencia del Episcopado. Los laicos son todos los demás.

En febrero de 2014, un mes antes de que se aprobara la regulación del aborto en el país, 27 organizaciones de laicos lanzaron en conjunto la página Vida que da vida, la cual ofrece "apoyo a mujeres embarazadas en situación de vulnerabilidad", entre las que aparece el CAM y también Mater Filius. Ahí es dónde Miriam manda a las chicas que logra convencer de que desistan de su idea de abortar.

Sobre los portones color chocolate se pueden ver algunas cámaras de vigilancia. La dirección indica la calle Tekax 19, en la colonia Héroes de Padierna, hacia el sur de la Ciudad de México. Desde el año 2003, Mater Filius gestiona casas hogar en México. Tiene sucursales en el Estado de México, Monterrey, así como en Nebraska y Dallas, en Estados Unidos.

La del sur de la ciudad es una casa amplia, con jardín, flores y dos pisos. En la entrada hay un escritorio, donde nos recibieron. Lo primero que nos informó la encargada de la casa, a quien llamaré Luz, es que a partir del ingreso a la casa, no se puede salir de ahí hasta el quinto domingo. Ese día, las chicas internadas en la casa tienen libre hasta las ocho de la noche. La que llega a las nueve de la noche, tiene una falta y la que llega a las diez de la noche, se va a las siete de la mañana del día siguiente.

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También pueden recibir visitar el domingo, pero únicamente en el área del jardín que está a la vista de las cámaras. Quien visita puede traer comida, pero las chicas, futuras madres, no puede compartir la comida de la casa. Tampoco puede entrar ninguna visita. Si necesitan el baño, pueden utilizar únicamente el que está a espaldas de Luz, que platica con sus manos entrelazadas sobre la mesa. Cara ancha y ojeras de siglos, resaltan en ella las uñas de acrílico pintadas de dorado y pedrería.

"La casa se maneja por faltas, que ganas si no obedeces o si faltas el respeto a las trabajadoras, a las voluntarias o a mí, que soy la encargada de la casa. Yo estoy aquí las 24 horas al día, las llevo al doctor, les digo qué está bien, les digo qué está mal y les doy los horarios. Todos los días tienen algo distinto que hacer, así para el fin de semana ya limpiaron toda la casa", me dijo.

Las "niñas" que decidieron esperar en este lugar el término de su embarazo, —cuenta Luz que a todas llama "niñas" sin importar que dos de ellas tengan más de 30 años— pasan el día en el quehacer de la casa enorme, deben asistir a los talleres de espiritualidad, catecismo, los martes a misa en la capilla del hogar y cada noche, el rosario. "Las voluntarias también rezan por nosotras porque somos católicas", comentó sincera, por fin, la encargada de la casa.

Luz me ofreció un recorrido por la casa hogar y una vez más excluyeron a mi acompañante, que quedó esperando en la entrada. La planta baja parece un hospital, todo es blanco y hay carteles con horarios. Del lado derecho está la guardería con los niños de las madres y del lado izquierdo la oficina de la directora, adornada con un retrato del Papa. Al fondo del pasillo, una camilla de hospital —por el taller de cuidado de enfermos— y algo que parece ser una sala de recuperación, como de fisioterapia, frente a una fila de computadoras apagadas. No tienen internet.

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Toda la casa tiene cámaras, con excepción de las recámaras y los baños, en los que las madres no pueden estar durante el día. Todo está impecable y neutral, como si ahí no viviera nadie.

De regreso a la entrada, frente al escritorio, la encargada dice que luego de parir, las madres tienen derecho a ocho meses de estadía ahí. Pueden volver a los desayunos de cada primer sábado de mes y acceder a los donativos que precisen de los que se reciben.

Tanto Mater Filius como el CAM funcionan mediante donativos. Reciben desde muebles y ropa, con los que arman ventas económicas para recaudar fondos, hasta camillas y ultrasonidos para sus centros, en el caso de la CAM; y dinero en cuentas de banco que están en sus páginas, en la de Mater Filius.

"La Iglesia también brinda su apoyo, no es que dé directamente los donativos, sino que muchas veces facilitan los edificios en donde se instalan estas organizaciones de laicos, o les alquilan las propiedades que son de la iglesia y a veces ni les cobran renta. También interceden en el mundo de los empresarios para que donen sumas a esas organizaciones. Lo clave a entender de este tipo de relaciones, que son muy católicas, es que los obispos pertenecen a estos círculos de poder, comparten ámbitos, hasta ofician los sacramentos para las familias del poder económico", asegura Fray Julián CruzAlta.

Los ocho meses de estadía en la casa sólo se ganan si la madre mantiene al niño. Si la mujer decide darlo en adopción, "Mater Filius ya no es el lugar para ti". Luz indica que en los diez años que lleva al frente de esa casa, apenas cuatro niños de los 500 que "se han salvado" fueron dados en adopción.

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"No nos interesa que lo den en adopción, queremos que se queden con sus hijos, pero es decisión de ustedes", sentencia. De ser la opción, a las madres las derivan a un tercer anillo de organizaciones, también católicas, como el caso de Vida y Familia —que aparece junto a la CAM en otro portal llamado aborto.cc—. Uno de los requisitos que le piden a las familias que quieren adoptar es que lleven ocho años de casados por civil e iglesia, además de ser católicos practicantes.

El recuerdo vuelve a Miriam, la asesora, y su firme negativa a aceptar cualquier argumento que apoyara el no poder o no querer tener un hijo. "Es cuestión de asumir los errores cometidos", dijo. Uno, Dos y el tercero sería "asesinar a ese niño". Es imposible distinguir quien domina a quien en los juicios de la voluntaria: si es la presión de la doctrina o es la convicción la que guía a Miriam en ese trip persuasivo. Los ojos le brillaban extasiados ante el trabajo bien hecho, convencida de que yo llevo una vida equivocada y que ahora, también creo lo mismo.

Miriam tiene prohibido hablar sobre su vida, pero llevada por una especie de hermandad, relata que su vida acabó siendo todo lo que ella no quería, a pesar de que no se arrepiente. Su marido, sus hijos, su vejez impecable en el saquito blanco tejido y el chaleco gris por encima que la identifica como voluntaria. Ella, que terminó haciendo lo que no quería, hoy predica el mismo camino de la resignación y la penitencia a las que caen del otro lado del mostrador. Apoya las manos sobre el formulario impreso titulado "EXPEDIENTE". La última línea es una valoración que brinda tres opciones a quien aplica la fórmula: continúa con el aborto / lo va a pensar / se salva una vida.

Puede que las opciones sobre la vida que se salva no refieran al niño, sino a la madre. Otra mujer que se suma al ejército de las convencidas de estar en un escalón superior que las que no han parido. La madre martirio, la madre santa que concibió sin pecado, la madre que se sacrifica por nosotros. Amén.

* Los datos que los ligan a la organización y que referencias todos a la oficina de la calle Bahía de la Magdalena #161, colonia Anzures, ciudad de México, aparecen en el "Apartado de privacidad" de cada una de las páginas citadas. También en el cartel en la puerta de este local que se ve en las fotografías.

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