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Las cosas que veo en el sauna libertino francés

Vi a un grupo de hombres dándole a una mujer de sesenta y tantos años.

Un sauna, pero no el que mencionamos en el artículo. Foto vía el usuario de Flickr Kent Wang.

Hace un tiempo, vi a una de nuestras clientes frecuentes en acción. Ya sabía que le gustaban los gang bangs (un tipo particular de orgía en la que una mujer o un hombre mantiene relaciones sexuales con tres o más hombres por turnos o al mismo tiempo) pero esta vez se portó más aventurera que en otras ocasiones. Es difícil para mí describir la escena con exactitud. Pero digamos que vi una fila de tipos esperando para tener sexo con ella. A esta mujer le encanta tener cosas escritas en sus nalgas, como "lléname" o "yegua en celo". Según ella, estas frases estimulan a "los sementales" que la montan. Mi trabajo es acompañar a estas personas y brindarles todo lo que necesiten.

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Trabajo en un sauna sexual en París. Doy la bienvenida a los clientes y hago lo posible para que se sientan cómodos. Yo escojo la música de fondo, preparo té o café y me aseguro de que las toallas estén lavadas y que el sauna en general esté limpio —la parte menos sexy de mi trabajo—.

Supe de este trabajo por un amigo que también trabaja en el sauna y decidí probarlo porque quería salir de mi zona de confort y explorar un mundo desconocido. En el sauna ves personas de todas las edades (aunque claro, ninguno menor de 18 años de edad). Es una mezcla diversa de todas las clases sociales, religiones y demás. Algunas personas van al sauna sólo para relajarse pero la mayoría va para tener sexo, ver a otras personas teniendo sexo, pasearse desnudo, masturbarse o dejar que lo masturben.


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Pero algunos clientes son más perturbadores. Hay unos tipos muy necesitados que no han cogido en mucho tiempo y no les da miedo mostrarlo. En lo que llevo trabajando en el sauna, he conocido a güeyes muy raros, sospechosos y locos. Tipos que creen que todo está permitido a pesar de que el lugar solamente funciona porque todos siguen las reglas.

La primera regla del sauna es respetar a los demás, que, por cierto, es la regla básica para la interacción en general. Las otras reglas son igual de básicas: aceptar el rechazo, preguntar antes de tocar y, sobre todo, nunca sobrepasar los límites que te indiquen las mujeres que van al sauna o sus parejas. Bañarse es obligatorio por razones higiénicas lógicas. Y por último, en el jacuzzi sólo puedes tocar, no más. No puedes tener una erección ahí y no te puedes venir. Los hombres tienen que andar desnudos en el sauna y las mujeres pueden escoger entre andar desnudas o ponerse algo sexy. Regalamos condones por cuestiones de seguridad y lubricante para el que lo necesite.

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Vi a un grupo de hombres dándole a una mujer mientras su esposo revisaba con una linterna que todos trajeran condón.

Después de entrar, los hombres esperan a que lleguen las mujeres; beben té y lo sudan en el sauna o se masturban frente a las pantallas donde no hay más que porno. Solamente los clientes frecuentes hablan entre ellos, los demás hablan conmigo. La mayoría de los clientes platican unos minutos, después se masajean y cogen.

La competencia en el sauna es feroz. Hay cerca de diez hombres por cada mujer. Por suerte, la mayoría de las mujeres que van al sauna disfrutan tener sexo con varios hombres al mismo tiempo y que las vean, así que no hay problema.


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Como soy mujer, muchos de los clientes también me coquetean; me cuentan la historia de su vida o presumen sus logros y fingen que no andan prendidos. Algunos huelen horrible. Otros no siguen las reglas; van a las cabinas y dejan condones usados o pañuelos tirados en el piso a pesar de que hay botes de basura por todos lados. Divido a los clientes en dos categorías: los respetuosos y todos los demás.

Con frecuencia hay eventos sadomasoquistas para que los clientes descubran ese mundo. Mi jefe también organiza bailes de máscaras y fiestas con temática caribeña. Lo hace para complacer a nuestra clientela diversa y va todo tipo de gente —desde completos desconocidos hasta celebridades francesas—.

He visto cosas increíbles y cosas muy siniestras. Vi a un grupo de hombres dándole a una mujer de sesenta y tantos años. Junto a ella había una mujer 40 años más joven bailando desnuda para excitar a los hombres a su alrededor. Todo esto mientras el esposo de la mujer mayor revisaba con una linterna que todos los tipos que se estaban dando a su esposa trajeran condón.

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También descubrí muchas cosas nuevas que jamás habría imaginado. Vi a un hombre que traía una tanga con candado, como si fuera un cinturón de castidad. Su esposa lo obligó a ponérselo porque tuvo que hacer un viaje de negocios por una semana. Este es uno de los casos de dominación más perversos que he visto. Pero funcionó porque aunque el tipo igual fue al sauna no se pudo quitar el cinturón de castidad.

También vi a una mujer curvilínea de cuarenta y tantos que se paseó por todo el sauna con un baby doll puesto. Atrás de ella iba un séquito de tipos muy, muy calientes. Cuando terminó de recorrer el sauna, se volteó y dijo "Tú, sí. Tú, no". Escogió a dos y tuvo un trío en una de las cabinas.

Otro sauna, que no es el del que hablamos. Foto vía el usuario de Flickr BCC Leisure Centres.

En el sauna es muy común el candaulismo, donde una mujer se coge a otro hombre frente a su esposo. Podría decirse que son espíritus libres pero hay ciertas reglas implícitas. Por ejemplo: una mujer no puede tener un orgasmo con otro hombre, a menos que su esposo tenga un orgasmo al mismo tiempo.


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Yo nunca he sido el ejemplo de la modestia femenina pero desde que entré a trabajar al sauna, poco a poco me voy saliendo más de control. Estoy casi al borde del exhibicionismo. Una vez fui a otro sauna y terminé chupándosela a un güey mientras otros tipos se masturbaban a nuestro alrededor. Cuando me di cuenta, les pedí que se alejaran, y lo hicieron sin protestar.

Estar constantemente expuesta al sexo no ha influido en mi libido pero sí ha cambiado mi forma de percibir el sexo. Como siempre estoy rodeada de personas a las que les gusta experimentar y llevar su vida sexual a otro nivel, ahora yo también busco nuevas experiencias sexuales para mí.

A veces he tenido ganas de hacer cosas con los clientes pero mi contrato estipula que está prohibido. Recuerdo que conocí a un chico muy guapo en el sauna y le dije que nos viéramos en otro sauna más tarde. Nunca lo invitaría a salir. Ver a alguien desnudo no significa que quieras conocerlo y salir a tomar. Lo único que queríamos era coger.

He conocido a muchas personas interesantes y liberales gracias a este trabajo. La mayoría tienen alrededor de 40 años de edad y expresan su sexualidad sin inhibiciones. Creo que nuestra generación crea muchas barreras sexuales de forma voluntaria, en especial las mujeres. Conozco a varias mujeres que se sentirían mucho mejor si fueran de vez en cuando al sauna. No pasaría nada raro. Hoy en día, cuando voy al sauna después del trabajo, los clientes son muy respetuosos y no me coquetean. Aunque tampoco les molesta ver cómo me baño, pero nada más.