Publicidad
Relacionado: Fui a un club swinger con mi novia
Pero algunos clientes son más perturbadores. Hay unos tipos muy necesitados que no han cogido en mucho tiempo y no les da miedo mostrarlo. En lo que llevo trabajando en el sauna, he conocido a güeyes muy raros, sospechosos y locos. Tipos que creen que todo está permitido a pesar de que el lugar solamente funciona porque todos siguen las reglas.La primera regla del sauna es respetar a los demás, que, por cierto, es la regla básica para la interacción en general. Las otras reglas son igual de básicas: aceptar el rechazo, preguntar antes de tocar y, sobre todo, nunca sobrepasar los límites que te indiquen las mujeres que van al sauna o sus parejas. Bañarse es obligatorio por razones higiénicas lógicas. Y por último, en el jacuzzi sólo puedes tocar, no más. No puedes tener una erección ahí y no te puedes venir. Los hombres tienen que andar desnudos en el sauna y las mujeres pueden escoger entre andar desnudas o ponerse algo sexy. Regalamos condones por cuestiones de seguridad y lubricante para el que lo necesite.
Publicidad
Relacionado: Cómo ir a una orgía
Como soy mujer, muchos de los clientes también me coquetean; me cuentan la historia de su vida o presumen sus logros y fingen que no andan prendidos. Algunos huelen horrible. Otros no siguen las reglas; van a las cabinas y dejan condones usados o pañuelos tirados en el piso a pesar de que hay botes de basura por todos lados. Divido a los clientes en dos categorías: los respetuosos y todos los demás.Con frecuencia hay eventos sadomasoquistas para que los clientes descubran ese mundo. Mi jefe también organiza bailes de máscaras y fiestas con temática caribeña. Lo hace para complacer a nuestra clientela diversa y va todo tipo de gente —desde completos desconocidos hasta celebridades francesas—.He visto cosas increíbles y cosas muy siniestras. Vi a un grupo de hombres dándole a una mujer de sesenta y tantos años. Junto a ella había una mujer 40 años más joven bailando desnuda para excitar a los hombres a su alrededor. Todo esto mientras el esposo de la mujer mayor revisaba con una linterna que todos los tipos que se estaban dando a su esposa trajeran condón.
Publicidad
Relacionado: El sexo grupal es una pesadilla logística
Yo nunca he sido el ejemplo de la modestia femenina pero desde que entré a trabajar al sauna, poco a poco me voy saliendo más de control. Estoy casi al borde del exhibicionismo. Una vez fui a otro sauna y terminé chupándosela a un güey mientras otros tipos se masturbaban a nuestro alrededor. Cuando me di cuenta, les pedí que se alejaran, y lo hicieron sin protestar.Estar constantemente expuesta al sexo no ha influido en mi libido pero sí ha cambiado mi forma de percibir el sexo. Como siempre estoy rodeada de personas a las que les gusta experimentar y llevar su vida sexual a otro nivel, ahora yo también busco nuevas experiencias sexuales para mí.A veces he tenido ganas de hacer cosas con los clientes pero mi contrato estipula que está prohibido. Recuerdo que conocí a un chico muy guapo en el sauna y le dije que nos viéramos en otro sauna más tarde. Nunca lo invitaría a salir. Ver a alguien desnudo no significa que quieras conocerlo y salir a tomar. Lo único que queríamos era coger.He conocido a muchas personas interesantes y liberales gracias a este trabajo. La mayoría tienen alrededor de 40 años de edad y expresan su sexualidad sin inhibiciones. Creo que nuestra generación crea muchas barreras sexuales de forma voluntaria, en especial las mujeres. Conozco a varias mujeres que se sentirían mucho mejor si fueran de vez en cuando al sauna. No pasaría nada raro. Hoy en día, cuando voy al sauna después del trabajo, los clientes son muy respetuosos y no me coquetean. Aunque tampoco les molesta ver cómo me baño, pero nada más.