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–En Williston no hay ni madres y apesta que te digan marica en tu trabajo.
–¿Qué te gustaría saber?
–Puedo decirte que desde que llegué nunca había tenido tantas ganas de irme, como ahora; ellos no hacen nada por nosotros y tampoco nos apoyan, luego hay viejos raros que andan de cabrones.]"Haces dinero aquí y te vas", me dijo otro trabajador gay, de 23 años, que trabaja para una compañía que renta y vende motores para perforar pozos. "Ese tipo de cosas arruina las relaciones".
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