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Cultură

Por qué los fans de los Simpsons estamos arruinando el programa

¡Alguien piense en los niños!

Sobra decir que es hora de que el programa de Los Simpson se de por terminado. Es momento de que lo escolten a la puertad e salida y que haya un ejecutivo de FOX esperando con una katana en la mano, listo para cortarle la cabeza y ver cómo brota dinero (como en una fuente) de su cuello. Dinero por los contratos de películas y por el exceso de mercancía.

El problema es que llevamos 15 años teniendo esta misma conversación. Añoramos nuestros momentos favoritos —como el balón en la ingle, plan dental o a la grande le puse cuca–, nos quejamos de que sigue existiendo, luego se nos olvida y de todas formas sólo vemos el programa cuando repiten las primeras temporadas.

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Sin embargo, la verdadera pregunta es la siguiente: ¿Cómo se supone que va a seguir si el actor que le da la voz a la mitad de los personajes quiere dejar el programa?

Harry Shearer —la voz del señor Burns, Ned Flanders, el reverendo Tim Lovejoy, Kent Brockman, el director Skinner, el doctor Hibbert y muchos otros— decidió que ya no va a regresar a trabajar en la serie. Publicó un tweet donde citaba al abogado de James L. Brooks, el productor ejecutivo, y a continuación publicó otro tweet donde explica sus razones: "Porque quería lo que siempre tuve: la libertad de hacer otras cosas".

Shearer es como una metáfora del programa. Tiene 71 años de edad, ha dado su voz a los personajes por mucho más tiempo del que había imaginado y ya está cansado. Quiere hacer otras cosas. Cuando envejeces, te das cuenta de que te queda muy poco tiempo para hacer las cosas que quieres.

Los Simpson como fenómeno cultural tiene un gran significado para muchas personas. Informó y moldeó el humor de una generación de niños, adolescentes y adultos jóvenes. Fue una plataforma para personas talentosas como John Swartzwelder y Conan O'Brien, entre otros. Fue intachable durante sus mejores años, los cuales aún se debaten. En mi opinión, el programa empezó a decaer tras la muerte de Phil Hartman, la voz de Troy McClure, y Lionel Hutz, dos de los personajes más absurdos de la serie. Había perdido parte de su alma y parecía imposible de remediar.

Pero, ¿qué tal si no? Tal vez la verdadera razón por la que tantas personas desprecian el programa hoy en día es porque se sienten traicionadas. No es lo que era antes. No le llega al ideal que tienen en mente. La historia es diferente. Los personajes son diferentes. No quiero que Bart use un iPad. No quiero que Homero hable sobre Twitter. Me aterra pensar que la Taberna de Moe llegue a convertirse en un bar hispter. Mi corazón se llena de miedo cuando imagino a cualquiera de los personajes diciendo la palabra "hipster". ¿Es justo exigir que el programa siga siendo el mismo?

El programa de Los Simpson ha durado tanto porque a la gente le sigue gustando. El programa nunca había tenido un rating tan bajo como el del año pasado y aún así tiene más rating que Revenge de la ACB, The Good Wife de la CBS o Believe de la NBC. Por cada crítico que dice que el punto más alto de la serie es La última salida a Springfield —y que a partir de ahí todo ha sido una mierda—, hay un televidente local que la ve cada semana. Es posible que el televidente local sea un niño, como nosotros cuando lo veíamos. Tal vez también le gusten los episodios viejos, aunque se vean oscuros para sus ojos jóvenes, pero les encanta que su caricatura favorita diga algo relevante sobre el mundo en el que están creciendo.

Sin embargo, la pasión de sus antiguos fans nunca va a revivir. Ha cambiado demasiado. Es muy diferente, como Jack Nicholson después de su lobotomía en Atrapados sin salida. Para nosotros, la partida de Shearer es el tiro de gracia. Es lo que sella el ataúd de algo que enterramos hace mucho, un cadáver cuyo olor que se filtra a través de las grietas del ataúd y nos hace delirar. Pero aún hay quienes siguen disfrutando el programa tanto como nosotros cuando éramos niños. Me opongo a que Los Simpson sigan al aire tanto como cualquier otra persona que haya nacido en la década de los noventa pero, ¿alguien por favor quiere pensar en los niños?

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