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¿Por qué las chicas mienten sobre su número de parejas sexuales?

Incluso si tengo una vaga idea del número en mi cabeza, siempre lo reduzco cuando me preguntan y trato de cambiar el tema de conversación inmediatamente.

Foto vía Flickr.

En general trato de no responder dos preguntas: la primera es cuántas lecciones de manejo tomé para conseguir mi licencia de conducir y la segunda es con cuántos tipos me he acostado. En lo que respecta a mi licencia de conducir, me avergüenza mi aprendizaje lento. Y en lo que respecta a los hombres, siendo honesta, no llevo bien la cuenta.

Primero que nada, creo que todos estamos de acuerdo en que hacer una lista no tiene sentido. Limitar a algunos hombres a una pequeña línea entre otros nombres sería traicionarlos. Merecen páginas y páginas con sus nombres en fuente tamaño 42 para hacerle justicia al lugar que ocuparon en mi vida. ¿Y qué hago con los errores que preferiría olvidar? ¿Y qué hay de Alessandro? Era el hermano mayor de mi amiga por correspondencia italiana en secundaria. Era una maravilla de la naturaleza, con ojos azules como el mar. Nos dimos un beso francés en Sicilia tras un paseo en su scooter por la costa. Traten de imaginar mi nivel de felicidad a los 15 años. No tuve sexo con él pero nunca lo voy a olvidar. Como sea, él no cuenta. Incluso si tengo una vaga idea del número en mi cabeza, siempre lo reduzco cuando me preguntan y trato de cambiar el tema de conversación inmediatamente.

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Por lo tanto, creo que es una cuestión importante porque sé que no soy la única. Según el IFOP (Instituto Francés de Opinión Pública), en promedio, los franceses afirman haber tenido 9.9 parejas sexuales (13.1 para los hombres y 6.9 para las mujeres). Los resultados varían dependiendo de la clase social y de la edad de los encuestados. Los jóvenes urbanos como ustedes están muy por arriba del promedio. En todo caso, hay algo que no varía: los hombres dicen tener más parejas sexuales que las mujeres.

¿Por qué? Porque todos mienten.

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"Esta diferencia se debe a que las mujeres tienden a disminuir el número de parejas sexuales. Por el contrario, los hombres tienden a aumentarlo", señaló François Kraus, el señor sexo del IFOP. Él sabe todo sobre la sexualidad de los franceses, es su trabajo. ¿Por qué mentimos? No soy el Julian Assange del sexo y no pienso obligar a todas las mujeres a publicar la lista de sus amantes en un estado de Facebook mañana por la mañana. Estoy a favor de la vida privada, de los secretos y del misterio. Aun así me pregunto a qué le tenemos miedo. "Aunque las cosas ya han cambiado, hoy en día, en todas las clases sociales, todavía existe la creencia de que un hombre con muchas parejas sexuales es más valioso que una mujer", respondió Kraus.

¿Todavía seguimos con eso del Don Juan contra la chica fácil? Sí.

O hasta peor, creo. Como mujer, siempre estás mal. Si no te acuestas con nadie, eres una frígida; si solo te acuestas con tu novio, anticuada; y si te acuestas con varios tipos, una zorra. Mina, una de las chicas con las que platiqué, me dijo que "solo había tenido ocho parejas sexuales" y que le daba pena. "Me muero por ser epicúrea, por divertirme, por sentirme liberada". Emma prefiere no llevar la cuenta. Tiene ojos verdes grandes y hermosos, como los de Alessandro. Platicamos en mi sillón amarillo mientras ella revuelve su té de caramelo. "Puedes escribir 20 si quieres, aunque sería mentira". Se niega a contarlos. Dice que le da miedo que sus amigos la juzguen. Le creo pero siento que hay algo más.

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Por eso insisto. "En serio, si los cuento, el número va a ser muy alto y me va a dar miedo. Tal vez suene estúpido lo que voy a decir pero antes creía que cuando terminara mis estudios, iba a pasar el resto de mi vida con el mismo hombre. Y pensar que me he acostado con 40 tipos, aunque casi todos fueron experiencias agradables, me pone triste". A mí también me entristece escuchar eso. ¿Acaso ella misma se está tachando de puta? ¿Debería decirle que está mal pensar de esa forma? Me imagino que en la cabeza de Emma sigue estando la niña que sueña con el príncipe azul y esta niña está triste.

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Pero a Laura, la tercera chica con la que platiqué, no le molesta decir con cuántos hombres ha tenido sexo. "Fácil unos 20". Tiene 27 años de edad, cabello rubio largo y es muy guapa. Cuando llega al café chic donde nos quedamos de ver, todos la ven pasar y ella ni se da cuenta. Después de estar muchos años con la misma persona, ahora está en su fase YOLO. Algo que no hace feliz a muchos. "Me di cuenta que mis amigos no soportan escuchar a una mujer diciendo que es feliz y que se divierte saliendo con muchos hombres. Antes le contaba todo amigos pero siempre me pedían que ordenara mi vida con comentarios cortantes. Me decían "¿Y cuándo te piensas casar?" o "¿no deberías cuidar tu reputación?"

Me da mucha pena escuchar a Laura diciendo que no deberíamos expresar nuestra felicidad. Seguro hay momentos en los que se siente muy sola. Mi teoría es que sus amigos están celosos. Así es el sexo. Es imposible sacarlo de contexto. En cuanto empiezas a hablar sobre tu vida sexual, los demás solo pueden pensar en la suya. En sus inseguridades, en sus dudas y en lo que les aportas. Cuando te dan un consejo, no hablan más que de ellos mismos. Pasamos todas la vida teniendo conversaciones en las que oímos a los otros sin escuchar lo que tienen que decir. Buscamos la aprobación de alguien pero ese alguien no nos la puede dar porque está atrapado en sus miedos, como una pierna en unas medias de red.

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En ese momento pensé: "¿No existe un interlocutor neutral con el que las mujeres pueden hablar en paz? ¿Qué tal su ginecólogo?" Según Emma, no precisamente: "Cuando tenía 17 años, mi ginecóloga me preguntó cuántas parejas había tenido. Respondí que cuatro y me fulminó con la mirada. Me dio un sermón al estilo '¿Cómo quieres que te respeten si no te das a respetar?'"

Por eso hablé con mi ginecóloga. Su rostro es maternal y es redonda como un panqués: se ve confiable. Le dije: "¿Sabe? Todas mentimos. Todas", mientras tomaba mi receta. "Es una lástima", respondió. "Las mujeres que inician su vida sexual a una edad temprana o tienen muchas parejas sexuales tienen más probabilidad de contraer el VPH y nosotros podríamos informar al paciente. Eso es todo", explicó con una mirada triste. "Nuestros pacientes no deberían tener miedo de decirnos la verdad", añadió.

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Casi me hace sentir mal, con su blusa demasiado grande y su lápiz labial corrido que le daba una boca bicolor. Indecisa entre complacerla y luchar por la libertad de expresión, decidí responderle. Le dije que era complicado y que yo siempre tenía el dilema entre ser libre sin dejar de ser propia y ser asertiva sin excederme. "Pues, yo no juzgo", dijo.

Si hay algo que sé es que cuando una persona empieza una oración con la expresión "Yo no juzgo" , significa que va a hacer todo lo contrario. Esa persona solo quiere lavarse las manos por los comentarios crueles que planea hacer, como si unas cuantas gotas de gel antibacterial pudieran limpiar su veneno. "Yo no juzgo", continuó, "pero he visto a muchas señoritas como tú. A los 27 o 28 quieren ir de fiesta y ser libres pero después vienen llorando a que les hagan una inseminación in vitro y se preguntan por qué no despertaron antes. ¡La vida se va rápido!" Tomé mi carnet del seguro y me fui de inmediato.

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Todavía faltaba responder la gran pregunta. ¿Por qué le mentimos a los hombres? Y sobre todo, ¿por qué le mentimos a nuestros hombres?

No quería perder mi tiempo (ni el de ustedes) interrogando a una serie de machos porque no me importa lo que piensan. Pero ellos se acercaron a mí. Antonio tiene 29 años de edad, su cabello castaño apunta a todas direcciones y es "director creativo". Lo conocí en una fiesta mientras tomábamos un vino rosado en un vaso de plástico. Alguien le comentó el tema de mi próximo artículo. "Te voy a decir lo que pienso", decidió. Le gusta cuando las chicas no son "fáciles al principio". "Me gusta saber que la chica me está ofreciendo un privilegio porque acepta dormir conmigo. Me da más valor. Si me doy cuenta que es muy fácil y que ya se tiró a todos en la ciudad, me siento estúpido. Dormir con ella no me da una buena imagen porque le abre las piernas a todo el mundo. No me hace sentir orgulloso. ¿Me explico?"


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Por desgracia, existen muchos como Antonio. Valentina, por ejemplo, una morena hermosa con boca grande y lápiz labial color carmín, se topó con uno de esos. Estaba enamorada del amigo de uno de sus amigos. Un jueves por la noche, fue a una fiesta con su amigo y con el tipo que le gustaba. Todos estaban platicando sobre su vida. Durante la conversación, salió a flote que ella no es muy tímida. El tipo que le gustaba de inmediato perdió el interés por Valentina. Su excusa fue: "No sé si es una chica seria o si solo le gusta chupar pitos en fiestas". Cuánta clase. Como si no pudiéramos ser las dos cosas al mismo tiempo.

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Pero claro, no todos los hombres son así. También tienen que lidiar con sus dudas, con la presión y con los códigos sociales que están fuera de su poder. Matilda llega radiante a nuestra reunión, más de media hora tarde. Está enamorada y se acaba de mudar con su novio. "Como te puedes imaginar, es un desastre", dijo. Trae una sudadera grande con unos tigres. Ella disfruta las cosas buenas de la vida. Le encanta el sexo casual, el sexo en general y cree que vivir con su novio es la única forma para "no engañarnos". "Hasta los tipos que dicen al principio que les encantan las mujeres libres, al final terminan reprochándotelo", explicó con tristeza.

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Ella y su novio actual se aman mucho pero su novio no puede olvidar el tema. Quiere saber con cuántos hombres se ha acostado Matilda. Quiere el número real y ella se niega a decírselo. "Está seguro de que mi vagina está dañada por la cantidad güeyes con los que me he acostado. Tiene una creencia estúpida de la que no se puede deshacer. Según él, mientras más parejas sexuales tienen las mujeres, más se agranda su vagina. Mi novio no es un idiota y no le gusta pensar así pero no lo puede evitar". Matilda hace lo posible por calmarlo. "Es una idea muy arraigada en los hombres. Creen que tu vagina está desgastada si te han penetrado muchos hombres. Pero cuando se trata de su pene, no creen que provoque ningún daño".

Otros se sienten presionados por la experiencia de la chica y tienen miedo de no poder complacerla. Bruno encontró la técnica perfecta para superar este miedo. Bruno es bartender y tiene unos tatuajes hermosos bajo su playera. Él se presiona a sí mismo. Cuando lo veo así, me cuesta trabajo creerlo. Está atrás de la barra. Sus movimientos son ágiles. Sus manos son grandes y se mueve muy rápido. Es un profesional. Es el tipo de hombres que te pueden acorralar contra una pared de forma gentil y firme al mismo tiempo.

"No me apena decir que siempre me pongo nervioso con las chicas, sobre todo la primera vez. No me malinterpretes, me crié en el mismo mundo que tú. Siempre pienso '¿Y si no se me para? ¿Y si no soy capaz de complacerla? ¿Y si soy malo en el sexo?'. Y es peor si la chica se ve muy sexual o si me doy cuenta de que es muy buena en eso. Me prende y me da miedo al mismo tiempo. Por eso tengo una estrategia. Me volví un profesional en el sexo oral. En serio, soy muy meticuloso. Me quedo el tiempo que sea necesario. Les pregunto qué les gusta e insisto en que me guíen. La presión se va cuando veo que lo están disfrutando, cuando se empieza a retorcer y a jalar las sábanas, a gemir y a apretar mis manos con fuerza. En serio, en ese momento los demás ya no importan. Pudo haberlo hecho con quien sea el día anterior pero hoy yo me siento como el rey del mundo".

Este chico sí que lo entiende.

*Se cambiaron todos los nombres. Sigue a Judith en Twitter.