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Archivo VICE: ¿Qué es lo que hace a un payaso tan payaso?

Platicamos con esos personajes encargados de hacerte reír y esto fue lo que nos dijeron.

He aquí 5 pros: Gabooba, también conocido como Danny.

VICE: ¿A qué te dedicabas antes de convertirte en payaso?
Gabooba: Trabajé en agencias de empleos temporales. Fui asistente de un chef. También trabajé para el Departamento de Parques de Nueva York. Pero en la preparatoria gané como el payaso de mi clase, y eso me inspiró. La vida toma giros extraños. Uno de mis últimos trabajos “reales” fue como agente de magos y payasos. Un día, el tipo clave de la agencia se fue de repente, y nos quedamos sin un payaso. Todos los shows ya estaban reservados, y me vi forzado a entrarle. Sólo tenía tres días para estar listo. Algunas personas de la agencia me enseñaron lo más rudimentario. Y así estuve por un rato: entre el mundo “real” y el de ser payaso. Fue hasta el 96 que estuve listo para convertirme en payaso de tiempo completo, lo que he sido por trece años… y contando. Tu trabajo es ser una máquina de humor para niños y adultos aburridos. ¿Cuáles son algunos de los obstáculos que enfrentas?
Pues, tratar con los DJs. Algunos son, literalmente, retrasados mentales. Tocan la música tan fuerte que crees que vas a quedar sordo. Tocan lo más asqueroso, el rap más hardcore, con letras que harían llorar a Martin Luther King. No hay nada peor que eso. Y se escucha en una fiesta de 4 años. Alguna vez dijo Don Imus: “¿Qué no deberían escuchar el “Hokey pokey” o el “Chicken dance”? Pero los DJs tocan cosas que ni siquiera son permitidas en la radio. Otra cosa que afecta tu vida social por ser payaso es que la gente suele tener el fin de semana libre, pero, para uno, son los días más ocupados. He perdido varias novias por eso. Terminar una relación con alguien porque se es un payaso suena bastante frío.
Sí. Si llegara a encontrar a alguien por quien valiera la pena dejar esto, lo haría, pero aún no sucede. Tuve una chica, pero no era como del estilo “Te amo, mi amor” ni nada parecido. El primer año fue muy bueno porque ella tenía los martes y jueves libres, y para mí esos días eran casi libres también. Pero como al segundo año ella agarró otro trabajo, y de repente quiso hacer todo los fines de semana, y yo llegaba exhausto como para hacer algo. Un día me dijo: “La próxima vez que me invites a salir el sábado, te diré que sí. Pero no estaba listo para dejar de ser un payaso. Desde entonces comenzamos a ser muy buenos amigos; de hecho, ahorita estoy cuidando a su gato. ¿Harás esto de por vida?
Haré esto hasta que muera. Hasta que sea viejo y gris. Pero algún día creo que me gustaría intentar dar clases. Tengo algunos cursos en educación. Partes de mis rutinas son educativas. Si les quiero enseñar a los niños español, les digo conejo en lugar de rabbit. ¿Hablas español?
Hablo un poquito, pero sólo cuando es apropiado. Por ejemplo, digo feliz cumpleaños en lugar de happy birthday, pero sólo si los niños no lo hablan. Si es una fiesta latina, no hago eso. ¿Cómo tranquilizas a los niños cuando se espantan?
Eso sucede al menos una vez por evento. Entre más maquillaje y cosas te pones en la cara, se espantan más. Hay veces que no uso la nariz roja hasta que veo que están cómodos conmigo. Y les digo algo como: “Nunca digan mentiras porque, si lo hacen, la nariz se les hará grande, y yo nunca he dicho una mentira en mi vida”. Y luego me volteo con la nariz puesta. Ya si veo que un niño en particular se espanta de verdad, le digo  que no soy ni demócrata ni republicano, sino que estoy registrado como independiente, y, como es un partido doble, entonces mi voto no cuenta de verdad. Sólo me miran como si estuviera loco y se calman por alguna razón. No sé por qué.

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¿Qué pasa cuando no tienes ganas de ponerte peluca ni pantalones graciosos, ni de pintar mariposas en las caras de los niños? No es como que puedes echarte en tu escritorio y ponerte a pendejear por internet todo el día. ¿Cómo lo logras?
Una de las razones por las que continúo con esto es porque es terapéutico. Entonces, aunque tenga uno de esos días, sólo recuerdo lo mucho que me encanta. He luchado contra la depresión de vez en cuando; no del tipo clínico, pero sí de esos casos en los que te sientes muy mal. Nunca he tomado antidepresivos porque no confío en ellos. Lo único que tomo ahorita es café y St. John’s Wort. Hace unos días, mis abuelos murieron, y yo era muy cercano a ellos. De hecho, consideré tomar un empleo regular por el bajón que traía. Pensé que sería muy difícil continuar siendo payaso. Pero hice unos cuantosshows, y hacer a los niños reír me hizo sentir mucho mejor. En cuanto me empiezo a sentir deprimido o enojado o como sea, sólo hago un show o dos, y mi actitud cambia. ¿Cuál ha sido la fiesta más extraña en la que has trabajado como payaso?
Una vez fui contratado para una despedida de soltero. El novio estaba muy decepcionado porque esperaba una stripper. Hice unas bromas, inflé unos globos, y me obligaron a sentarme. Se suponía que debía hacer un intermedio de treinta minutos en lo que salía la stripper. Creo ser el único payaso al que le han pagado 100 dólares por ver a una mujer quitarse la ropa. Tuve table dance gratis.

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VICE: ¿Cómo caíste en este giro de empleo?
Cappy da Clown: Estaba yendo a la Universidad en Rochester, y la dejé para irme a Nueva York y convertirme en actor. Antes de irme, me robé un traje de payaso del departamento de teatro y decidí que debía hacer algo chistoso con él. Un amigo quería que fuera el payaso de la fiesta de 5 años de su hija. Yo no tenía idea de qué estaba haciendo; sólo hacía tonterías y corría. Después trabajé en una tienda de tarjetas de felicitación en la ciudad dando volantes y jalando gente de la calle. En fin, tenía un amigo que hacía fiestas de niños para ganarse unos pesos extras. En uno de sus shows había una rutina a medias en la que él salía vestido con algún disfraz por treinta minutos y luego se vestía de payaso para terminar. Él odiaba usar los disfraces; entonces, me daba un billete para que yo me vistiera de algún animal de peluche y bailara el “Hockey pockey”. Todo esto me llevó a trabajar en Zack’s Funhouse como agente de espectáculos. Comencé a imitar a Yosemite Sam cuando se necesitaba para alguna fiesta, y desde ahí empecé a ser payaso. Pero eso sólo es una parte de la historia. Le debo mucho de mi espectáculo a mis días de luchador profesional. ¿Eras del tipo de payaso luchador que suele aventar Alka Seltzer al público después de aplicar tu llave frankensteiner voladora?
No. Era el Capitán, que ha sido, de alguna forma, mi personaje más recurrente. Yo coleccioné cómics por años, y el del Capitán América siempre fue mi favorito. Hasta tengo un tatuaje en el brazo. Casi siempre fui manager, pero, cuando necesitaban a alguien, me aventaban una máscara, y le entraba al ring. Siempre llevaba una camisa del Capitán América o un pin, y la gente simplemente me empezaba a gritar: “¡Cap!”. Me convertí en fotógrafo y comencé a vender fotos y a dárselas a los promotores y luchadores, y compré una estampa para pegárselas detrás que decía: “Photos by Cap”. Sólo le di un tiempo en el Caribe, y fui un poco famoso por allá. Una vez hasta competí por el título de peso completo en República Dominicana. Eso fue siempre un trabajo de medio tiempo, mientras tenía vacaciones de mi trabajo como oficial en los juzgados. ¿Ahora trabajas de payaso de por vida?
Ser oficial de juzgados aún paga la renta. Me faltan exactamente dos mil cuarenta y un días para retirarme, y de ahí continuaré siendo payaso. Pero, como payaso, soy también muy activo. Ya he creado una variedad de personajes: Cap’n Dandy, Louis Lo’ser, Kanarsie Kid y un payaso vago con nombres como Mugglesworth Muggsy Aloisius McGuirk. He sido payaso por treinta años y no voy a parar pronto. ¿Cómo decides cuál disfraz ponerte?
Hace unos años tuve un contrato con estadios de beisbol para ser anfitrión de un par de juegos de las ligas menores de Nueva York, los Staten Island Yankees y los Brooklyn Cyclones. Como payaso, no puedes ser fan de los dos porque ellos compiten entre sí varias veces; entonces, comencé a llevar el disfraz de Cap’n Dandy con los Yankees. Él usa un traje y tiene una boquita peculiar; es un poco más conservador, un poco del estilo de “No me hables”. En Brooklyn, soy Cappy. La gente me ve en los dos estadios y me pregunta: “Oye, ¿qué no eres tú el del otro estadio?”. Y les contesto: “No, ese es mi hermano el malo, de Staten Island”, o: “Ese es mi hermano el idiota, de Brooklyn”. Entonces, ya creé esa rivalidad entre ellos dos. Me di cuenta de que se había corrido el rumor una vez que estaba pintándole la cara a una niña y vio una tarjeta promocional y dijo: “¿No es el mismo?”. Y su amiga le dijo: “No, ese es su hermano de Booklyn: son muy parecidos”. Muggsy casi no trabaja en fiestas. Cuando sale, es promocionando The King Henry Show. ¿Sigues una rutina en tus actos?
Probablemente, más que algunos de mis colegas. En el mundo del payaso, el payaso de la cara blanca le tira el pastel al payaso tonto, este se agacha y le da al patiño. Mi primer payaso fue uno de cara blanca, pero resultó ser muy elaborado ponerse todo el maquillaje. Como muchos otros, pasé de ser el payaso de cara blanca al payaso tontín. Es lo que actualmente hago con Cappy. Como un payaso tontín, pero leve. Según la organización dentro de los payasos—y son muy estrictos—, se supone que no puedo serlo por el atuendo que llevo. Los payasos tontines deben llevar algo como un traje y no usar confeti y cosas que yo uso con mi personaje. ¿En serio? ¿Existen reglas para ser payaso?
Oh, sí. Las asociaciones más importantes de payasos hacen competencias y publican sus reglas en sus revistas cada año. Yo pertenezco a las dos más grandes: Clowns of America y la World Clown Association. Pero no me gustan las competencias; para mí esto no se trata de competir. Un payaso está para hacer a la gente reír, para divertirse y ayudar a otras personas a divertirse. Tal vez puedes mejorar y ayudarte con las crítcas de tus colegas, pero yo no necesito ser juzgado por ellos. Si los niños no se ríen, ahí está mi crítica. ¿Qué opina tu familia acerca de tu vida de payaso?
Ellos se han resignado a que me fui a Nueva York para actuar; entonces, eso es lo que esperan de mí. Me han visto hacer locuras toda mi vida, y continuaré haciéndolas. Una vez que te pones el traje de payaso, no lo puedes dejar. Hay una línea del musical Applause que yo siempre uso. “Cuando tenía 8 años, estuve en una obra en mi escuela. Sólo tenía una línea que decir. Llegó mi gran momento y dije: ‘Que viva el príncipe’. Mi hermana aplaudió, y estoy clavado desde entonces”. Una vez que tienes las luz del reflector en los ojos, nunca te deja.

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VICE: ¿ Cuál es tu historia de payasa?
Bubbly da Clown: Comencé cuando tenía 17 años. Mi hermano estaba muy clavado con aprender trucos de magia, y yo estaba intrigada. Entonces, fui a Zack’s Funhouse a checar a algunos magos y sus trucos de magia. King Henry, quien en ese tiempo trabajaba como otro payaso, se acercó a mí y me preguntó si quería intentarlo. Estaban poniendo en marcha una escuela de payasos; entonces, me enlisté, y todo fue surgiendo desde ahí. Primero le entré de tiempo completo, y después lo dejé para entrar en el mundo corporativo como por ocho años. Luego regresé de tiempo completo de nuevo en 2005, pues decidí que era lo que en verdad me encantaba hacer. ¿Y por qué lo dejaste en la primera ocasión?
Tuve una hija, Destiny, a los 17, y el dinero salía trabajando de payaso; pero decidí que necesitaba un seguro de vida. Comencé de secretaria; después, la hice de asistente administrativa, y seguí desde ahí. Hasta que llegué a ser especialista en información computacional. Era un buen trabajo, pero yo no era feliz. ¿Has tenido eventos de pesadilla como payasa?
Sí, he tenido malas fiestas. Los niños pueden ser muy malos, especialmente cuando se trata de hacer a sus amigos reír. Una vez, una bandita de niños de 8 años me atacó mientras estaba platicando con una niña. Llegaron por atrás y me arrancaron la peluca y la nariz al mismo tiempo. Me sentí completamente desnuda, pues destruyeron a mi personaje. Entonces, traté de olvidarlo con risas y les dije: “Okey, voy a agarrar mis cosas”. Pero a los padres no les importó. Es horrible cuando a los padres no les importa y solamente se quedan ahí riéndose de ti también, con cara de “Je je, ¡mis hijos están abusando de ti!”. Es raro, pero sí sucede. ¿Alguna vez alguien ha tratado de ligarte cuando estás vestida de payaso?
Trato de parecer lo más unisex o andrógina posible. No se trata de verse bonita. Es por eso que uso pantalones grandes, maquillaje, una nariz roja y zapatotes. Pero sucede que hay tipos a quienes les gusta el look. Tipos que preguntan: “¿Haces fiestas privadas?”. Y sólo les contesto levantando los hombros y pateándolos de manera chistosa. Algunos de los más viejos me han dicho: “Lo puedo ver por tus ojos: debajo de todo esto eres bonita”. Es un poco extraño. También me ha pasado que, cuando estoy inflando globos de alguna manera en la que tenga que hacer un movimiento de la mano de arriba hacia abajo, no falte quien me diga: “Oh, ¡lo haces muy bien!”. ¿Cómo se te ocurrió tu nombre?
Fue fácil. Toda mi vida me han dicho que soy un poco bubbly; entonces, lo usé como mi nombre de payasa. Tu nombre debe acomodarse a tu personalidad. Mi hija, Destiny, apenas comenzó a trabajar de payaso; entonces, ahí es un poco más complicado. No soy una payasa femenina, pero Destiny usa el ángulo femenino. Cuando ella apenas comenzaba, le hice su disfraz y su estilo para ver si de ahí salía su nombre. Mientras estaba en su personaje, le decía: “No sé, te vez como un Floopsy da Clown”, porque el nombre era tan femenino como su personaje; pero ella prefirió Oopsy. Insistí en que fuera Floopsy. Le dije: “Podrías ser Floopsy y decir algo así como: ‘Oopsy, Floopsy se hizo poopsy’”; pero no me hizo caso y se quedó con Oopsy. Tú y tu hija aplican el Da en lugar del The.
Muchos payasos lo usan. Yo lo uso por que, cada vez que voy a una fiesta, comienzo a mezclar los nombres de los niños y niñas a propósito, como tontería. Luego les digo: “Déjenme decirles quién soy yo. Yo soy Bubbly daaaaaaaa Clown”. Y extiendo el Da por mucho tiempo. Luego les explico que Bubbly es mi nombre; Da, mi segundo nombre, y Clown, mi apellido. A los niños les encanta cuando extiendo demasiado el Da. ¿Alguna vez obligaste a tu hija a ser payasa, o fue algo que ella simplemente quiso hacer por un tiempo?
Yo nunca la obligaría. Ella es una artista nata. Debes ser un artista para poder hacer esto. No cualquiera puede ser payaso. Tiene que ser parte de ti. Ella sólo sufrió un poco a la hora de hacer su personaje, su personalidad. Tiende a ser un poco callada a veces, como yo. Es un poco más reservada. Pero, cuando le das un disfraz, olvídalo. Es muy diferente cuando tiene puesto el disfraz, y los niños, o gente desconocida, se le acercan. Llegan, la abrazan, le dicen: “Te quiero”. Ella ama esto, le gusta. ¿Hay competencia en la comunidad de los payasos?
No, cualquiera sabe, en cuanto entra, que yo soy la buena. Es broma. A veces las personas se aburren entre sí, y se trata de no dejar que esto llegue tan lejos. Si estoy haciendo un show con alguien con quien nunca haya trabajado, trato de ser democrática y pregunto: “¿Qué quieres hacer esta vez: globos, pintar caras? ¿O en qué eres mejor?”. Y tratamos de no meternos en lo que está haciendo el otro payaso porque es muy fácil que un payaso se robe todo el show. Es difícil para los entretenedores trabajar juntos. Tú no sabes cómo acercarte a la otra persona, o no la conoces. Cada quien es diferente. ¿Qué fue lo que dijo tu esposo cuando supo que eras una payasa?
Por un rato, ni lo supo. Una vez trataba de ser romántica y le hice un globo con unas palomas. Me preguntó que cómo sabía hacer eso, y le expliqué todo. Cuando me vio en mi disfraz completo, sólo dijo: “Guau”. Y le pregunté: “No estás avergonzado o algo así, ¿verdad, mi amor?”. “Es grandioso”: eso fue todo lo que dijo. Hemos estado juntos por catorce años. Le doy besos a escondidas en los shows, pero tenemos que tener cuidado porque no podemos dejar que los niños vean a alguien apretujando.

VICE: ¿Cómo fue crecer con una mamá que es payasa?
Oopsy da Clown: Increíble. Ella también tenía otros personajes, y era superpadre verla llegar a la casa vestida de Barbie o de Barney. A veces me hacía actos privados, sólo para mí. Y me hacía sentir muy especial. ¿Cuándo comenzaste a seguir sus pasos de payasa?
Decidí hacerlo hace poco tiempo. Soy adolescente, y a veces me vuelvo a preguntar si esto es, o no, lo mejor del mundo; pero verla actuar es inspirador. Una vez ella necesitaba un poco de ayuda en una fiesta; entonces, me disfracé y la ayudé. Fue divertido, y continué haciéndolo; además, necesitaba hacer algo en el verano, y el dinero estaba bien. Suena como que va con tu personalidad.
Sí, creo que se puede decir que me gusta probar. Tengo el cabello rosa y piercings. Cuando voy por la calle, la gente se me queda viendo; pero, cuando estoy vestida de payaso, nadie sabe quién soy en realidad. Es grandioso ver a todos sonreírte. Es como un álter ego. ¿Cómo se te ocurrieron el nombre y el personaje?
Bueno, tuve el disfraz, la peluca y todo. Después, decidí qué maquillaje quería tener y con qué personalidad iría. Ya que tenía al personaje, comencé a jugar con los tipos de voces, y se convirtió, eventualmente, en un tipo de niña. Comenzamos a buscar nombres como Curly debido a mi peluca china. Luego, a mi mamá se le ocurrió Smooksy, pero pensé que sonaba extraño. Yo quería algo más bonito. Oopsy surgió en mi mente de repente. Ya sabes, una chica sonsa actuando toda boba y cometiendo errores estúpidos debe ser graciosa. ¿Qué opinan tus amigos sobre el negocio de los payasos?
Muchos de ellos solamente se ríen, no se burlan de mí ni nada. De hecho, piensan que está bien. Dicen cosas como “Yo nunca podría hacer esto”. ¿Los chicos de tu escuela saben que eres payasa?
Es muy chistoso porque voy a una escuela de arte, y casi no hay chicos. Creo que los chicos creen que es extraño que alguien que les atrae haga cosas tan extrañas. De hecho, siempre les da una risa incómoda. Una vez estaba vestida de payaso, y un chico me invitó a salir. Yo estaba: ¡¿qué?!, y me dice: “Sé que estás bien buena debajo de todo esto”. Cuando los chicos ven a una payasa, les gusta imaginar cómo se ve sin el disfraz. Otro chico se me acercó y me preguntó que si era judía. Le dije que por qué, o si era por el cabello chino. Él era judío; entonces, creo que me estaba coqueteando.  ¿Te ha sucedido algo en verdad repugnante mientras estás haciendo tu trabajo?
Una vez. Estaba vestida con mi disfraz esperando el ferry. So, unos señores ya mayores se me acercaron y comenzaron a intimidarme: “Tú no sabes qué hacer vestida de payasa”. Uno de ellos me dijo algo así como “¿Qué pasa si yo también soy un payaso?”, y uno de ellos, bastante viejo por cierto, me dijo: “¿Qué te parece si rozamos nuestras narices?”. Eso fue bastante extraño.  ¿Alguna vez has ido a algún lugar después de tu show y olvidado que traes tu disfraz?
De hecho, sí. Una vez fui a un restaurante y, antes de entrar, sólo me quité la peluca: ¡se me olvidó que aún traía maquillaje en la cara! Todo el mundo me sonreía, y yo pensaba: “¿Por qué me ven tanto?”. Y, claro, era que traía el maquillaje. El otro lado es que estás tan acostumbrada a tu personaje que tienes que recordar que no debes ir sonriéndole a todo el mundo porque igual piensan que estás loca. Tu mamá dijo que eres artista. ¿Qué es lo tuyo?
Ahorita, en verdad, me gustan los cómics. Dibujo cosas de ese tipo todo el tiempo. Como estudiante de arte, tengo un amplio rango de cosas que hacer en la escuela: pintar, dibujar; todo eso. Lo más gracioso es que te hace más difícil pintar caras, ya que quieres que te salgan bien y, además, poner tu estilo en ellas. Pero no hay tiempo para eso: tienes que ir a la versión más simple de lo que te piden. ¿Tienes otros hobbies?
Sí, me gusta andar en patineta. De hecho, patiné vestida de payaso hace poco. Fue en la inauguración de IKEA. Tenía trabajando en el ferry todo el día, y de la nada llegan estos niños con sus patinetas. Le pido prestada una a uno de ellos y, de repente, me aviento un ollie. Ellos quedaron encantados. También toco la guitarra. ¿En serio? ¿Qué tipo de música te gusta?
Me gusta el punk viejo, el under-ground y el hardcore de Nueva York. Probablemente no has escuchado nada semejante, excepto por los Ramones. Pruébame.
Me gusta algo como The Germs. The Subhumans son buenos. Agnostic Front no está mal. Oi Polloi es otro. Hay una banda muy buena de Filadelfia llamada Witch Hunt. Entonces, eres una payasa que escucha a Agnostic Front.
Sí, voy a los shows aunque se junten con mi trabajo. Luego es un gran dilema. Este fin hay un show de Circle Jerks. Me gusta toda esa onda. ¿Hasta cuándo te ves a ti misma hacienda esto?
No sé. No siento deseos de detenerme por ahora. Es un poco cansado y hay mucho trabajo los fines de semana, pero no es de los trabajos que te hacen decir: “Ash, hoy no quiero ir a la oficina”. Cuando me siento así es por que en realidad estoy agotada. No es un trabajo que te lleve mentalmente a otro lado. No te importa hacerlo porque en realidad es agradable.

VICE: Por favor, trázame tu camino en el mundo los payasos. 
King Henry: Nací y fui criado en Brooklyn y, mientras iba al Kingsborough Community College, necesitaba un trabajo de tiempo parcial. Durante los fines de semana, un amigo mío trabajaba en una compañía que le pagaba a cualquiera que fuera payaso 24 dólares la hora. Eso era en 1989, y 24 dólares la hora era genial para un estudiante universitario. Aunque no lo creas, la compañía se llamaba A. A. A. A. A. Entertainment. Cinco aes. Ahí te daban un curso de capacitación de una hora que se basaba en tres trucos de magia. Te enseñaban a hacer de uno a tres animales con globos, te metían en un disfraz que después me di cuenta de que era como de 15 dólares y te daban unos tubos de maquillaje de agua de colores blanco y azul. En mi primer día, me enviaron a tres shows. Qué miedo.
En el camino a mi primer show, estaba muy nervioso y ansioso. Tuve ese famoso sentimiento de mariposas en el estómago, o como se llame. Sólo había tres niños, de los cuales dos me tenían miedo. Entonces, me sentí tan miserable que me dije a mí mismo: “No puedo creer lo que estoy haciendo”. Pero soy un hombre de palabra. Decidí hacer los tres shows y olvidarme de todo. Mi segunda presentación fue en Prospect Park. Fue justo en ese tiempo cuando el programa de TV In living color acababa de salir, pero yo no lo había visto. Toda la gente en el parque me decía: “Ey, ¿qué onda, Homey?” y “¡Miren, es Homey el payaso!”. No entendía ni madres. Después, la tercera fiesta, en Queens, fue con gente de Jamaica y Trinidad. Se rieron de todos mis malos chistes. Una mujer me dio 10 dólares de propina. Con 20 años de edad y siendo estudiante universitario, me subí a mi carro y todo el camino de regreso me la pasé riéndome y pensando que tal vez debía intentarlo. Después de años, pasaste de payaso trabajador a dirigir una de las mejores agencias de payasos y entretenedores en Nueva York. La mayoría de la gente no se imaginaría que se puede crecer tanto en esta carrera.
Al principio trabajé como payaso para muchísimas agencias, pero el tiempo que hice Zack’s Funhouse, con la agencia William Morris, me formó. Eventualmente, ellos quebraron, y yo compré su teléfono en una subasta. Luego pensé que sería una buena idea tener una mascota para la compañía, así que, tras una lluvia de ideas con otras personas, surgió la idea de King Henry. Fue una época muy loca, pues me acababa de casar. Y, bueno, contraté a una persona para que contestara el teléfono e hiciera las citas de los shows y todo eso, en lo que yo me iba de luna de miel, y, cuando llegué, tuve más trabajo del que hubiera podido manejar. Desde entonces, todo está simplemente fuera de control. Ahora tengo mi propio programa en la televisión abierta, que se llama The King Henry show, y aparte trabajo como anunciante para los Brooklyn Cyclones. ¿Tuviste algún payaso profesional como modelo durante tus primeros días?
Uno de mis mentores es Glen Frosty Little, el último jefe que vive de Ringling Bros. Circus. Para que te conviertas en jefe hay varios criterios que debes llenar: necesitas tener una licencia de Pyro, haber sido maestro de payaso por algunos años y haber escrito unos cuantos sketches para el circo. El título sólo se lo han dado como a cinco personas en el mundo. Otro gran payaso que respeto es Junior the Clown. Me ha enseñado muchas cosas en las convenciones. Es ahí donde agarras tips. Joe Barney es grandioso. Él ha sido el jefe de la unidad de payasos de Big Apple Circus. ¿Hay otro tipo de jerarquía en la industria del payaso?
En cierto modo. Es como si existieran cuatro niveles. Joe Barney y Frosty Little son los pilares. Después está la gente como yo, que es a la que ellos respetan, aunque, en mi opinión, no estamos a su nivel. Y están las personas que llevan las lecturas, y los payasos trabajadores que los cuidan. ¿Qué es lo más memorable que has hecho como payaso?
Ha habido varios shows notables durante mis trece años de carrera. Cuando me dedicaba de tiempo completo, hice un baby shower donde salí como un gran bebé, con mi pañal, mi tutú y mi bonet. Llegué buscando a mi mamy. Ya que la encontré, me volteé de espaldas y me puse a mear con una flor de chorrito que me amarré a la cintura. ¡Estuvo increíble! Hasta me dieron 50 dólares de propina. También he dado fiestas para grandes celebridades. ¿Por ejemplo?
Bueno, tendré que dejar fuera a los más famosos o, de lo contrario, comenzaré a recibir llamadas de por qué nombré a uno antes que al otro. Sólo piensa en el más mafioso entre los mafiosos: le hice sus fiestas cada año. También he hecho fiestas para Katie Couric, Puff Daddy y LL Cool J. Hice fiestas para los hijos de Tommy Hilfiger. Él era un gran cliente y una gran persona y, sorprendentemente, alguien común y corriente. Llegaba en su limusina con pantalones de vestir, una blazer azul, zapatos tipo Oxford, y luego se subía corriendo, se ponía sus jeans rotos y una playera y jugaba con nosotros todo el día. ¿Cuál es tu secreto? ¿Cómo es que te convertiste en el rey de los payasos?
Cuando era joven, como a los 19 años, pude fácilmente haberme ido por el mal camino. Me encontré a mí mismo a través de la filosofía del este y las artes marciales, el taichi, el budismo y el tao. Eso enderezó mi camino. Creo que me ha ayudado en este negocio porque se me han presentado muchas oportunidades de hacer dinero rápido y siempre he escogido no hacer las cosas de esa manera. Creo que por eso lo he hecho muy bien.