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Cultură

Archivo VICE: San Judas, el festejado

Crónica de unos colados a la fiesta del santo más machín.

Fotos por Francisco Gómez.

Hace un par de años, cuando trabajábamos en la primera temporada de nuestra serie documental Miscelánea Mexicana, decidimos ir al barrio bravo de Tepito en busca de una historia que girara en torno de uno de los santos más queridos de la ciudad: San Judas Tadeo. La idea era partir con una peregrinación que saldría de Tepito en la madrugada del 28 de octubre y llegar a la Iglesia de San Hipólito a cantarle las mañanitas a San Judas.

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Llegamos a Tepito cerca de las 11 de la noche, sólo para darnos cuenta de que nuestro fixer, el güey que nos iba a llevar con la peregrinación y sería nuestro guía por estas calles, había dejado de contestar su celular y nos dejó plantados. Con la noche avanzando y las calles cada vez más oscuras, nos acercamos a una tiendita con un altar a la Virgen de Guadalupe y un par de vecinos del barrio. “¿Saben de dónde sale la peregrinación que va a San Hipólito?”, pregunté y después de echarnos una mirada hostil y darse cuenta de que no éramos de la zona, nos cuestionaron sobre lo que hacíamos ahí y contestaron: “Ya salió, pero todavía la alcanzan. Denle todo derecho”.

Caminamos en busca de la peregrinación, adentrándonos en las calles de Tepito, ante las miradas de los pocos personajes que se encontraban sentados en las banquetas. No sabía dónde estábamos y mucho menos a dónde ibamos. Fue justo cuando la desesperación comenzó a apoderarse de mí al ver calles vacías y oscuras, que los cuetes comenzaron a iluminar el asfalto, los gritos y la música se escuchaban cada vez más cerca y le aseguré a mis acompañantes, con toda la confianza del mundo: “Les dije que era por acá, ahí va la peregrinación, ¡vamos!”

Entre porras para San Judas, música, gente aplaudiendo y otros cargando estatuillas, comenzamos a mezclarnos entre las personas que, al ver las cámaras, querían platicar con nosotros. “Me acaban de operar de la cabeza, carnal, y es gracias a San Judas que hoy estoy bien. Ahorita vengo todavía medio madreado, pero mi mamá le pidió por mí y tengo que ir a darle las gracias”, nos platicó un joven que venía en un bicitaxi con la cabeza vendada.

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Seguimos caminando hasta llegar a la iglesia de San Hipólito y vimos que no éramos la única peregrinación. La gente llegaba desde Juárez, Reforma o la Calzada México-Tacuba para estar presentes en la primera misa que se lleva a cabo los días 28, en la madrugada, y cantarle las mañanitas al “valedor de Jesucristo”, como le llaman ellos. Después de estar un rato más, decidimos salir de ahí para volver al día siguiente.

Al otro día estábamos parados nuevamente en Reforma, frente a la iglesia, ahora con el sol sobre nuestras cabezas. Conocimos a muchas personas con historias increíbles, desde el chico de 15 años que llevó a su hijo a presentarlo con el santo y tener su bendición, hasta los que caminaron descalzos para pagar un favor o pedir un milagro. Después de estar todo el día platicando con la gente, conociendo personajes y de recibir una lección sobre cómo monear, regresamos a Tepito para tirar fiesta con la gente del barrio.

Al llegar de nuevo a la tiendita de la Virgen, la calle que la noche anterior estaba desierta, ahora albergaba un fiestón enorme. Puestitos de comida, cerveza gratis, una feria para los niños y un escenario donde después tocarían algunas bandas ocupaban todos los rincones de la calle y la banqueta. Después de que un padre diera una misa y bendijera a los santos de la mayoría de los vecinos, las bandas comenzaron a tocar y la gente a bailar. Algunas chicas nos sacaron a bailar, tomamos cerveza y todos nos trataron muy bien a pesar de ser los enfadosos con cámaras que andaban de colados, después de todo, era su fiesta, nosotros sus invitados y San Judas el festejado.

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